"Los demonios prefieren su té con hielo"
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—…ahora Malion lo tiene de cabeza, con los brazos encadenados al suelo. Las costillas aún le sangran por el desollamiento. Y entonces, oye esto, ¡empezó a hacerle cosquillas con su propia piel!El demonio y yo nos empezamos a reír. Malion siempre parecía tener planeadas sus torturas para el largo plazo, y se veía reflejado en sus ascensos por los rangos del Infierno. Es una lástima que no me lo pudiera contar personalmente. Tenemos cita hasta el próximo jueves.
—En fin —divaga el hombre cabra de piel rojiza, sorbiendo los residuos de su vaso—. Gracias nuevamente, Connie.
Pongo los bizcochos sobrantes en una bandeja y agarro la espátula.
—¿A la misma hora el próximo mes?
La bestia asiente con una sonrisilla maliciosa. Se desvanece con un rastro de humo, y empiezo a raspar el borde más cercano del círculo de invocación. Llevo la bandeja al lavado para limpiarla. Mi próximo cliente, Tennidon, prefiere limonada rosa.
Silbo la melodía que Belthax me enseñó mientras trazo el ritual de invocación. Y pensar que solo he sido una bruja por algunos años.
Todo comenzó inocentemente, con un muchacho y su amante manipuladora. Rakdur se presentó después de mi tercera vez solicitando asistencia demoníaca, y ojeó mi té verde con una sed tan terrible que tuve que repetir la consigna cuatro veces antes de que me respondiera. Poco después descubrí que los demonios harían prácticamente cualquier cosa por una bebida fría.
Ahora, si hubiese aceptado la invitación de la perra de Fiona para unirme a su secta, habría terminado abortando niños sacrificiales, comiendo corazones crudos, o peor, vistiendo de negro. ¡Qué suerte tengo de sellar mis tratos con bizcochos, refrescos y vestidos veraniegos!
Tennidon llega cubierto en arena, que se sacude de inmediato, deteniéndose al ver su alboroto.
—¡Oh, lo olvidé por completo! Mis más sinceras disculpas, Connie.
—No pasa nada. —Le sonrío, ofreciéndole una jarra decorada con fresas. Tennidon hace una pausa para agradecerme antes de atracarse con la jarra. Aún me sorprende cómo un monstruo con tantos dientes dentados nunca derrama una gota.
Espero pacientemente, ansiosa por recibir cualquier avance.
—Todos estamos muy agradecidos, sabes. Es muy fácil hablar contigo, en verdad es un alivio poder saltarnos la intimidación y formalidades. ¡Pero, hay noticias! Encontramos al propietario.
Tennidon busca entre varios dobleces de su piel antes de revelar un pequeño rollo de pergamino. Mi corazón da un vuelco cuando lo agarro.
—Esto invocará al demonio que creó el contrato. Algunos de nosotros estamos listos para viajar y respaldarte si la cosa se pone fea.
Le doy las gracias y rompo el círculo luego de intercambiar sonrisas de complicidad. Volviendo a la cocina, dejo los platos en el lavado y me tomo un momento para acicalar el cuerpo joven en la mecedora.
—Descuida, cariño —le susurro amorosamente, rozando una mejilla de su rostro inexpresivo—. Mami recuperará tu alma en nada de tiempo.
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