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“Vecino molesto”
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Solía vivir en un complejo de apartamentos pequeño ubicado en el centro. Una de las razones por las que me mudé fue por el mal vecindario, incluyendo al sujeto en el apartamento encima del mío. Era un muchacho de apariencia inusual, en su mayoría reservado. Sin embargo, alrededor de la medianoche, escuchaba frecuentemente desde su apartamento un ruido que me molestaba. Si bien no era fuerte, soy de sueño muy ligero, así que era difícil mantener los ojos cerrados con esos golpecitos repiqueteando una y otra vez. Me recordaba al sonido de tacones altos, pero leve, como si la persona causando el ruido en realidad tratase de ser silenciosa. Luego de unos días, me di cuenta de que el patrón siempre era el mismo, como una grabación siendo reproducida en intervalos. Y eso continuó por la mayor parte de un año, siempre la misma secuencia de golpes siendo tatuados lentamente en mi mente, a veces por horas durante una misma noche.
Fue hasta muchos años después, cuando ayudaba a mi hija con su tarea, que aprendí un poco de código morse. Ella golpeó la mesa con sus nudillos y un escalofrío se coló por mi espina dorsal a medida que reconocía el patrón. Cuando le pregunté a mi hija lo que significaba, se rio.
«Es el más fácil, papi. Es el que se usa para pedir ayuda».
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