"Una vida que vale la pena ver"

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"Una vida que vale la pena ver"

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—¿Sabes? Lo que dicen es verdad. Tu vida realmente pasa frente a tus ojos antes de morir.

»Tus esperanzas, tus sueños, tus logros, tus fracasos. Tus altos más altos y tus bajos más bajos. Desde los eventos memorables hasta los detalles olvidados. No solo los ves, los sientes, tan claramente como en el momento que ocurrieron.

»El embeleso de sostener por primera vez a tu bebé recién nacido. El grito extático al aceptar una propuesta de matrimonio. Tu estómago achicándose cuando te enteras del fallecimiento de un ser querido.

»Siempre he sido empático, es parte de lo que me atrajo al sacerdocio. El deseo de ayudar, combinado con la recompensa tangible de sentir que haces la diferencia con quienes acuden a ti. También decidí pasar un tiempo en los hospicios, atendiendo a los muy desafortunados cuya luz está por desvanecerse.

»Recuerdo la primera vez que sucedió. Gladys, una antigua maestra de escuela primaria que casi cumplía sus noventa años. Su familia la había abandonado hace mucho y nadie venía a visitarla. Una noche, durante mis rondas, la encontré con un estado de salud excepcionalmente pobre. Habiendo completado mis responsabilidades de esa tarde, pasé de vigilia a su lado, sosteniendo su mano mientras se ponía más y más débil. Sintiendo su miedo, su dolor y finalmente su aceptación. Entonces exhaló un último aliento.

»Cuando lo hizo, fue… espectacular. De la nada, contemplé su vida entera. Sentí todo lo que hizo, cada paso del camino. Por supuesto, vi lo más destacado, pero también las cosas pequeñas. Como en tercer grado, cuando le dio a su enamorado el último caramelo que tenía. O a sus diecinueve años, cuando robó una botella de vodka y la culpa que vino después.

»Vi todos los cheques que donó a los indigentes. Su amorío tórrido que nunca le mencionó a nadie, pero que le trajo un placer pecaminoso. Lo vi todo.

»Cuando terminó, volví a la realidad de golpe. Me tomó varios minutos recordar en dónde estaba, y quién era. Me perdí en ella por muchísimo tiempo… se sintió como años. Fue casi como si lo hubiera vivido yo mismo.

»Tardé días en recobrar el juicio y discernir lo que fue real de la experiencia.

»Admitiré que lo busqué de nuevo. Sincronizarlo era muy difícil. Tenía que estar tocándolos. Pero encontré un lugar en donde era MUCHO más fácil. Nuestro país permite la pena de muerte, después de todo.

»Esa fue una experiencia completamente diferente, como te podrías imaginar. Siendo un sacerdote, observando violaciones, tortura, asesinatos. Sintiendo el gozo prohibido de pecados llevados al extremo.

»Pero las ejecuciones son pocas e infrecuentes. Lo que nos lleva a por qué yo estoy sosteniendo un cuchillo y tú estás amarrado a una silla.

»Esto es mucho más fácil. Ahora, veamos qué tipo de vida has vivido.

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