Alegría

101 9 38
                                    

-Solo tenias que desearlo, Rogue.- Él rubio sonrió.

Rogue miro aquello que le parecía un fantasma. Un espejismo, quizá un sueño. Pero nada mas alejado de aquello. Podía ver frente a él a Sting Eucliffe, su novio. Sexy, presentable, atractivo y hermoso como siempre.

Aquel chico llevaba puesta aquel fino y elegante abrigo que alguna vez Rogue le había regalado, una bufanda que recubría el cuello de su camisa y le protegía del frío, y un gorro navideño que dejaba escapar algunos de sus mechones rubio.

Y se abalanzo sobre el rubio. No pudo contenerse. Busco inmediatamente con desesperación y pasión los labios de este. Fundiéndose en un profundo beso, mientras su cuerpos se estrujaban y se reconocían el uno al otro amoldándose perfectamente.

Y en medio de aquel beso. Ambos chicos cerraron sus ojos mientras lagrimas se deslizaban en sus mejillas. Lagrimas cargadas de tantos sentimientos, que sus cuerpos solo podían expresarlo mediante aquellas. Aquel beso se alargo tanto que ni siquiera la falta de oxigeno pudo interrumpirlo. Pero sí otra cosa. El deseo hablarse, de tocarse, de mirar sus rostros, de compartir tantas cosas y de buscar respuestas.

-¿Que haces aquí- Rogue tomo con sus manos el rostro de Sting. Sin creer que se trataba de él. Aquel rostro de ángel del que Rogue se había enamorado.

-No pensaba dejarte solo esta noche.- Mientras sonreía y trataba de contener sus lagrimas. Sting limpiaba las lagrimas de los ojos del pelinegro.

Rogue se aferro al pecho del rubio. Con tanta fuerza que quizá lo lastimaba. Sting acurrucaba a Rogue. Al tiempo que disfrutaba del calor, de la fragancia del pelinegro y recordó por qué lo amaba con todo se ser.

-¿Tú hiciste todo esto?.- Seguía aferrado al pecho del rubio.

-Eso no importa.-

Sting busco nuevamente los labios del pelinegro. Debian recuperar todo esos besos perdidos. Fue muy eufórico su reencuentro. Rogue estaba complemente recuperado. Todo su tristeza se había ido. Igual Sting, su reencuentro con Rogue le regresaba la vida.

-Te ha quedado hermoso. Sting.- Por fin trato de articular oraciones.

-Un falta algo.- Tomo al pelinegro de la mano y se acercaron al árbol. -¿Me ayudas a coronar el árbol?.- Le entrego aquella estrella.

-Claro.- Sting tomo de la cintura al pelinegro.

-Oye.- Trato de protestar.

-Tranquilo. Tú solo pide un deseo navideño.

Sting, haciendo gala de su fuerza masculina logro elevar algunos centímetros al ojicarmesi para que este alcanzara sin dificultad a colocar aquella estrella en la punta del árbol. Rogué nunca había sido participe de decorar un árbol navideño. Pero este era diferente. Este era un árbol que decoraba en compañía del chico que amaba.

-Te ha quedado hermoso, Sting.-

-No hay nada mas hermoso en esta casa que tu.-

Nuevamente tocando el piso. Rogué enredo sus manos entre el cuello del rubio. Aun sentía su corazón agitado.

-No puedo creer que estes aquí. Parece un sueño.-

-¿Esto es un sueño?.- Sting deposito un tímido pero apasionado beso en los labios del ojicarmesi.

-Inconfundible.-

Rogue se abalanzo sobre Sting. Lograron aterrizar seguros en la comodidad del sofá frente a la chimenea. Todo había sido tan repentino. Aun había euforia y asombro en el aire. Peor en medio de aquello, en medio de tantas preguntas, tantas emociones, tantas lagrimas, aquellos dos decidieron acurrucarse el uno con el otro. Aprovechando que aquello era real, que estaban ahí, qué podían tocarse y sentirse.

Nuestra Navidad (StinGue)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora