Año Nuevo

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Epilogo 

Rogue despertaba poco a poco. Estaba cansado, pues como las ultimas noches la de hoy también había estado llena de placer. No recordaba que fuera tan difícil complacer los deseos carnales del rubio. Aunque él tampoco oponía mucha resistencia.

-Buenos días.- Se dio la vuelta para caer rendido sobre el pecho de Sting, y dormir otro rato mas.

Pero en lugar de caer en un cálido y fornido pecho, se topo con las frías sabanas del lado contrario.

-¿Sting?.- No lo encontró.

Se incorporo sentándose en la cama. Aquello provoco que las sabanas que lo cubrían resbalaran dejando su cuerpo desnudo expuesto.

-Eres un idiota, Sting.- Miro las marcas de mordidas por todo su cuerpo y sabia quién era el culpable. -Le advertí que no dejara marcas. Tendré que utilizar bufanda.- Observo en el espejo su cuello.

Decidió salir a buscar al rubio y darle un buen golpe. Hace algunos días que él rubio vivía con él. La verdad es que en ocasiones el rubio lograba desquiciar al pelinegro. Y no por que fuera desordenado o algo por el estilo. La verdad es que Sting era mas limpio y ordenado de lo que esperaba. Sin mencionar qué cocina fenomenal. Era muy atento, solía ir a buscar al pelinegro a su facultada para que este no regresara a casa. Incluso todas las mañanas le tenia listo el cambio de ropa que usaría.

El motivo por que Sting lograba desquiciar a Rogue era solo uno. !Sexo¡. Prácticamente no había momento del día en que Sting no le coqueterá y tratara de seducirle. Bastaba con un guiño del rubio y lo próximo que veía era cómo era secuestrado por los brazos de este. Su habitación, la ducha, la cocina, la sala todas los rincones de la casa ya los había utilizado el rubio para intimar con Rogue, pues en donde lo encontraba el lugar era lo de menos.

-Y aun así me prende como la primera vez.- Rogue sonrío con satisfacción. La verdad es que no podía quejarse. A él también le encantaba. -Ya veremos si tienes tantos ánimos, cuando entres a estudiar.- En unos pocos días comenzaba la academia de Sting.

Pensaba en la suerte que tenia dé tener al rubio a su lado. La vida empareja le encantaba, lo disfrutaba cada día como el primero. Nunca sabia conque le sorprendería Sting.

Ingreso a la cocina. Miro al rubio cocinar el desayuno. Rogue no pudo evitar morderse el labio inferior. Sting estaba ahí totalmente desnudo, solo utilizando un delantal de cocina. Mi rubio. Pensó al ver el lindo trasero de este. Se moría de ganas de darle una nalgada. Pero tenia que darle los buenos días primero.

-Buenos días.- Susurro en el hombro de este mientras sujetaba su cintura y depositaba un beso en el cuello del rubio. -Este debe ser el cocinero mas sexy del mundo.- La verdad es que la sola fragancia del rubio lo calentaba.

-Te encantara lo que dice el delantal.- Sting se dio la vuelta para que Rogue pudiera leer aquello.

-¿Hazle sexo oral al cocinero?.- Rogue elevo una ceja. -Muy conveniente para ti, ¿Verdad?.-

-No puedes ignorar lo que dice el delantal.- Sting se acerco para besar al pelinegro. -Buenos días.-

-Buen intento. Por ahora paso.- Le dio una nalgada al rubio. -Por ahora quiero comer.- Tomo asiento en una silla.

-Oye.- Aquella nalgada no se la esperaba.

-¿Quién te manda andar por el apartamento desnudo, y a ademas con un pervertido delantal?.- Rogue se sirvió un baso de jugo.

-¿Que te pasa?.- No todos los días tienes algo así sirviendo el desayuno. Se deshizo del delantal quedando totalmente desnudo. Inflando su pecho y sus músculos. -Te encanta.-

Nuestra Navidad (StinGue)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora