-¿24 de diciembre?.- Miro el calendario en la pared. Y pudo ver la fecha 25 de diciembre tachada con plumón negro. Para Rogue el mes de diciembre era particularmente difícil.
Rogue siempre se había considerado como una persona fría, distante y fuerte. Pero debía admitir que seguir pensado aquello seria mentirse a sí mismo.
Había sido un año difícil. Y sin darse cuanta con el pasar de los meses: extrañaba su hogar, extrañaba su vida, extrañaba a su familia. Extrañaba esos pequeños momentos de libertad y tranquilidad que vivía en su natal pueblo, muy diferente a esta enorme ciudad. Extrañaba los aspectos más sencillos de su vida. Y sobre todo lo extrañaba a él. Extrañaba tomar su mano en secreto, robarle un beso, sus peleas por tonterías, molestarlo, celarlo, pasear con él y terminar con una batalla de besos en alguna punto del sendero.
Se recostó sobre su cama. Extendió su brazo hacia el otro extremo del colchón. Y como todos los días, él no estaba ahí. Extrañaba hacer el amor con él. Aquellas peleas de cosquillas llenas de risas, y besos que unían sus alientos, terminaban en una lucha por ver quién desnudaba a su amante primero. Él siempre perdía y terminaba sometido.
-Eres toda una maquina sexual.- Sonreía mostrando su perfecta dentadura y su rostro sonrojado.
-¿Qué puedo decir Rogue?. Simplemente te amo. Tu cuerpo es para mí la mejor obra de arte, esculpida por los propios ángeles.- Recorría con su cálida mano el abdomen del pelinegro. -Tu eres mi droga. Soy adicto a ti, Rogue.-
-Yo, yo, yo.- Y Rogue siempre terminaba abrumado. Contemplando la otra obra de arte que es el cuerpo de aquel chico rubio. -Siempre me robas las palabras.- se sonrojaba por aquellos cumplidos.
Y, así comenzaba toda una noche de besos, jadeos, risas y de palabras dichas en voz tan baja, con tanta complicidad que solo ellos dos podían escuchar y entender.Nuevamente regreso de sus profundos pensamientos. Recordar aquellas escenas que eran tan cotidianas y que ahora son tan distantes, lo ponía triste.
-Yo no soy así.- Se cubrió su rostro. -No lo soy.-
Y aquello era casi verdad. Pese a la tristeza, pese a vivir solo en una ciudad que aun seguía conociendo, pese a estar lejos de todo lo que amaba. Rogue solía controlar aquel sentimiento, o hacia el esfuerzo.
Pero las festividades que se acercaban, le resultaban melancólicas. Le hacían recordar, añorar el pasado y situaciones vividas. Y aun que no quería admitirlo, no quería pasar solo noche buena, navidad, año nuevo. No quería estar solo en su departamento, mirando los fuegos artificiales desde el décimo piso. No quería terminar embriagándose en su habitación, o en alguna barra de un bar del centro de la ciudad. Quería sentir el calor de alguien, poder dar un abrazo y brindar.
-¿Es mucho pedir?.- Grito furioso, incorporándose y quedando justo frente al espejo de cuerpo completo de su habitación.
Y Rogue pudo mirar algo que nunca había visto. Un Rogue que no era ni de broma el Rogue que dictaba una conferencia magistral en su facultad. Que se levantaba en pie cuando los aplausos estallaban por sus excelentes resultados presentados. Aquel Rogue que levantaba el mentón con orgullo y agradecía el reconocimiento de la comunidad científica. El Rogue recto, intelectual, seguro, sofisticado, tranquilo, equilibrado y critico, no se miraba en ese reflejo. Podía ver un Rogue Cheney asustado. Un Rogue que caía de rodillas frente a su propio espejo.
-Aveces hay que hacer grandes sacrificios.- Le dijo al espejo. -El éxito no llega solo. La fama debe ganarse a base de trabajo. El trabajo debe ser excelente. La excelencia es ciencia. Y esta es una amante muy celosa.-
Rogue reflexionaba lo que decía él mismo. Aquello era verdad. Él era brillante, sus conocimientos le daban una visión diferente de la vida. Aquello lo llevo a aceptar el reto que se le presento. Y decidir sacrificar todo lo que anhelaba y extrañaba por seguir construyendo ese brillante futuro. Y en el ultimo año se había radicalizado. Nunca había sido tan productivo, nunca había tenido mejores notas, nunca había sabido utilizar tal cantidad de técnicas y protocolos. Pero ¿a qué precio había logrado aquello?.
-Solo hice lo que tenia qué hacer.- Y entonces aquellos ojos azules vinieron a su mente. -¿Estas orgulloso de mí?. Tú me lo dijiste.- Salto una carcajada. -¿En verdad vale la pena?.-
Miro por la ventana la nieve caer. La nieve también le ponía triste. Sobre todo aquellas tormentas invernales, que azotaban la ciudad. Obligando a los ciudadanos a refugiarse, más bien a confinarse en sus departamentos hasta por una semana. Y aquello al principio no le molestaba le gustaba. Pero cuando aquello se hizo repetitivo, también se volvió una locura.
-Ya pasara pronto. Solo es una pequeña recaída emocional.- Rogue corrió la cortina de su habitación. Se dispuso a alistarse para salir rumbo al campus. Dejando de lado el tema.
Pero aquello era más severo de lo que Rogue pensaba. No se trataba de una simple recaída. Lo que Rogue estaba viviendo era una verdadera crisis existencial, pues ya hasta cuestionaba lo que él era. Un mar de sentimientos que estaba descubriendo. Solo en víspera de navidad.
-No saldré corriendo como un cobarde.- Tomo su morral y salir muy temprano de su departamento. Hoy trabajaría hasta caer desmayado. Ese era su plan navideño.
En medio del caos que era aquella mañana de víspera de navidad. Un rubio caminaba lleno de bolsas, por las calles peatonales del centro de la ciudad.
-Que frío hace aquí.- Quería frotar sus manos frías, pues había olvidado empacar guantes para la nieve. Pero eran tantas las bolsas que llevaba con sigo que no podía.
Ingreso a la ultima tienda. Busco por todos lados aquel ultimo producto que le faltaba comprar. Nunca en su vida había echo compras navideñas. Así que le resultaba difícil.
-¿Puedo ayudarle en algo?.- Un empleado se acerco.
-Mmmm?. Si. Necesito un árbol de navidad.- Sonrío.
Salió de aquella tienda. Mientras esperaba el primer taxi que pasara, debía saber a dónde se dirigía.
-Veamos.- De su abrigo saco un sobre. Un sobre qué tenia fecha postal de enero de este año. -Parece que no es lejos de aquí.- Dijo totalmente perdido, mirando la pantalla de su celular.
Lo que hacia era loco. Estaba en el extranjero. Con pocos días de haber llegado. Pero tenia un plan. Un plan loco que ni siquiera estaba seguro de que fuera a funcionar. No sabia qué pasaría. Pero estaba optimista.
-Ya estoy aquí. Rogue.- Sonrío al abordar el taxi acompañado de todas sus compras navideñas.
Luego de viajar por varias calles y avenidas. Se dio cuenta de que no era tan cercas como él pensaba.
-¿cuál es la actividad mas llamativa de la ciudad para el día de hoy?.- Pregunto al taxista.
-¿Extranjero?.- Pregunto él conductor. -Veamos.- Le recomendó.
El rubio llego al edificio que indicaba aquella carta. A Partir de ahora comenzaba lo complicado. Atravesar todo el mundo no fue un problema. Pero lo que venia lo ponía nervioso.
Llego hasta el numero 69. Toco el timbre y no hubo respuesta. Lo volvió hacer y no hubo respuesta.
-Tal como lo imaginaba.- soltó una pequeña carcajada. -Hay, Rogue. Me has facilitado la vida.- Miro su reloj. Aun tenia todo el día por delante.
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Nuestra Navidad (StinGue)
Fiksi PenggemarMiro por la ventana la nieve caer. La nieve también le ponía triste. Sobre todo, aquellas tormentas invernales, que azotaban la ciudad. Obligando a los ciudadanos a refugiarse, más bien a confinarse, en sus departamentos hasta por una semana entera...