segundo.

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Edición: 03 - 11 - 22

El aclamado solo de JungKook, titulado “Euphoria”, retumba en el escenario, la suerte tal vez estaba de su lado, ya que todo salió a la perfección tal y como le gustaba, sin tener que hacer una repasada extra debido a que llegó a tiempo gracias a SeokJin quien decidió repasar una vez más.

Aliviado de no recibir gritos, toma su botella de agua, dándole largos sorbos y así caminando de nuevo hacia los camerinos, buscando de manera muy poca disimulada a TaeHyung, no lo encontraba.

Arruga su nariz al no tener éxito en su búsqueda, sin embargo alguien lo jala del brazo como si de un juguete de ule se tratara, metiéndolo dentro de un vestidor, un poco más angosto que el anterior, quedando frente a frente de su amado.

— Me asustaste, bobo. — sonríe el menor golpeando su pecho, acercándose más a él para poder robarle un beso, teniendo suerte en ello.

Tae agarra de la nuca a su novio, así haciendo que el beso no se rompa, a cambio lo intensifica, sintiendo la anatomía de su pequeño chocar con la propia, avanzando torpemente, logrando que Gguk golpee su espalda contra el vestuario que usarían aquella noche.

— Me muero de ganas por hacértelo. — murmura sobre los delgados y rosáceos belfos de su menor, quien asiente sin siquiera pensarlo.

— Hagámoslo, te quiero sentir. — su índice paseaba con la linda camisa blanca que interrumpía el contactos directo de piel, así empezando a desabrocharla, dejando a su mayor sin la parte superior de su vestimenta, pocos segundos después deshaciéndose de la propia, para estar en conjunto.

Sin más palabras de por medio, la temperatura de aquella pequeña habitación se hizo muy alta, los besos y el sonido de los roces de ambas pieles sudorosas adornaban aquel lugar; poco a poco las prendas desaparecían, la diestra de Tae se dirige hacía la puerta, echándole seguro a esta y con un poco más de paciencia, logró apagar el interruptor a su lado, así dejando el ambiente más a oscuras.

Poco le importaba ya si dejaba marcas sobre la lechosa piel de su novio, pero tampoco quería que fueran tan notorias, por lo cuál las dejaba cerca a sus pezones y debajo de la nuca.

— Date la vuelta, cielo.

Ordena con voz firme pero sin dejar aquel suave acento que hacía enloquecer a su pequeño, quien obedecía sin reprochar nada; una vez lo tuvo así, empujó la espalda del menor, haciendo que se agachara y dejara el trasero levantado.

Tres dígitos se dirigieron hacía sus propios belfos, escupiendo sobre ellos, así luego dirigiendolos al trasero del menor, tanteando su entrada con delicadeza, hundiendo poco a poco el primer dígito, al sentir como el interior cálido lo recibía con apretones, decidió meter otro, moviendolos con más libertad dentro, escuchando los jadeos de Gguk, pidiendo por más entre murmuros inentendibles.

ya va, calma, ahora por el final.

OCURRIÓ EN UN CONCIERTO - Tres Partes.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora