Capítulo 3.

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   Todo esta oscuro a mi alrededor, mis ojos están abiertos, arriba de ellos siento una tela gruesa y, en mis muñecas y tobillos una rústica cuerda. Escucho las voces lejanas de otra habitación sin entender que es lo que dicen. El miedo comienza a invadirme, no se quienes están a mi alrededor, quienes me habían vendado y atado a una silla. A través de la tela logro ver un poco de luz, comienzo a escuchar pasos lejanos acercándose a mi, estos paran y escucho el sonido de una puerta cerrarse para luego quedar en completa oscuridad.

   De repente, veo manchas grises de diferentes tamaños acercándose a mi y, siento como unas manos comienzan a quitarme la venda de los ojos. Logro ver una silueta de un chico de mi edad, al principio tuve miedo pero, lo que hizo me dejo muy sorprendida.

   Me cuesta un poco ver por la oscuridad del cuarto pero, puedo ver como saca una pequeña toalla de su bolsillo, lo acerca a sus tatuajes y estos mágicamente cambian a un lindo color turquesa, no se rindió, es un rebelde que vino a salvarme.

-Soy Chris , vengo a ayudarte- susurra este cerca de mí, levanta su mano y con ella hace un puño para que luego, de esta salga una luz azulada que me tranquiliza un poco, acerca su mano al rostro y logro ver a un chico de ojos verdes y cabello negro frente a mí -rápido, no tenemos mucho tiempo para escapar.

   Desperté en un típico cuarto de hospital, con paredes blancas, un pequeño sillón para los visitantes, una puerta que conducía a un cuarto de baño y, un pequeño televisor plano clavado a la pared frente a la cama.

   Tengo mareos, mi cabeza da vueltas, mis ojos arden y, una parte de mi brazo y pierna derecho duele, trato de moverlo mi brazo y ver cuál es el causante de tal dolor, pero justo cuando miro mi hombro logro ver otro dibujo pegado a mi piel permanentemente.

   Pero... este no es igual a aquel, era diferente, solo lo veía y me daban escalofríos, tenía una forma diferente al otro en mi cuello y, este no era plateado como el otro, era negro como el de las personas en mi sueño.

   ¿Cómo llego ahí?

   Esa pregunta rondaba por mi cabeza, pero luego en mi mente se asomó la imagen de los ojos verdes de aquel chico con el que soñé, trataba de ayudarme pero, la pregunta es... ¿De qué?

   Escucho como la puerta se abre mostrando así a un hombre de cabello castaño y ojos miel, con una bata blanca y su apellido grabado cerca de su pecho al lado derecho.

-Hola, soy el doctor Thompson- dijo este con una pequeña sonrisa dibujada en sus labios.

-¿Qué me paso?- dije esperando a que el dijera que no era algo grave, no sabía porque me había desmayado en medio de la calle, no creo que haya sido por una enfermedad ya que las últimas semanas he estado muy bien.

-Tranquila, no fue nada grave- al escuchar esas palabras saliendo de su boca me sentí aliviada, como si un gran peso hubiese salido de mis hombros -solo te has desmayado, pronto te daremos de alta.

-Gracias- es lo único que dije pero, había algo que no estaba bien - Em... puedo hacerle una pregunta.

   El solo asintió con su cabeza, no sabía si hacerlo o no aunque, solo era una pregunta, nada podría salir mal por una simple pregunta ¿o sí?

-¿Hay alguna razón por la que me haya desmayado así de repente?- dije lentamente mientras me sentaba en la camilla.

   El doctor parecía pensarlo, bajo la mirada hacia un grupo de hojas en sus manos, luego de revisarlos levanto la mirada viéndome con una mirada que expresaba sorpresa y preocupación.

-Esto jamás había pasado- susurro este revisando los papeles tratando de encontrar algún error.

-¿Qué? ¿Qué pasa?- fue lo único que salió de mi boca, estaba asustada, que era tan raro como para sorprender a este hombre.

-Mírelo por si misma- dijo este acercándome uno de los papeles en sus manos.

   Mire dudosa el papel que me extendía el doctor, preguntándome ¿que habría allí que lo sorprendiera tanto?, tome la hoja y la acerque a mi rostro para buscar la parte de este en donde siempre estaban las posibles razones pero, al encontrar este un escalofrío corrió por mi cuerpo, en ese pequeño espacio había impresos varios símbolos similares a los que recientemente aparecieron en mi vida, aparecen en mis sueños, en mi piel y en mi mente ¿Cómo voy a soportar una vida así?

-¿Exactamente cuándo me dejaran ir a casa? - dije mientras levantaba la mirada hacia el sorprendido doctor.

   Caminaba por la calle, con mis audífonos y mi ropa devuelta, todavía pensando en el nuevo tatuaje que había aparecido en mi pierna, de este me entere cuando quite las sabanas de mi cuerpo para pararme de la cama y cambiarme de ropa.

   Levante la mirada al cielo solo para ver como las nubes ahogan el cielo azul con colores brillantes. Paso por una tienda de ropa y, cerca de la entrada hay dos chicas, las típicas de pequeña cintura, cabello y piernas largas, demasiado maquillaje en sus rostros y... Me miran como si fuese una basura, como si fuesen mas que yo solo por no ser como ellas.

   Odio a las personas que se creen mas que los demás.

   Camino alejándome de la tienda, trato de no ver a nadie a la cara así que levanto ligeramente la cabeza para ver como el cielo cambia poco a poco, una hermosa vista que muy pocos notan, muy pocos admiran.

Bajo la mirada para ver el camino y me doy cuenta de que cerca hay un puesto de comida. Me acerco y veo a una chica rubia de pelo corto, me mira y me brinda una sonrisa, pero se nota cansada, tiene ojeras bajo los ojos.

-Buenas tardes- dice frotándose con la mano uno de sus ojos café -¿Que desea?.

   Miro todo lo que esta detrás de ella, hay un gran estante de dulces y galletas, y un refrigerador lleno de refrescos, jugos y botellas de agua.

-Dame un paquete de galletas de chocolate, un refresco y una botella de agua- digo mientras busco en mi bolsillo mi tarjeta de crédito.

   Parada frente a la puerta de mi casa busco las llaves en mi bolsillo para abrir esta, entro a casa, guardo las galletas, boto la botella de refresco en la basura y me acerco caminando a las escaleras con el agua embotellada en la mano.

   Subo las escaleras y llegó a mi habitación, el cansancio de estar todo el día fuera de casa hace que corra hasta tirarme en la cama, tomando el control de la tv.

   Aparece una película de acción, todo el mundo se dispara entre sí, hay sangre,muerte. La chica trata de esconderse tras un chico pero, una de las tantas balas en la escena llega a su pecho.

   El chico grita y con dos armas en sus manos le dispara a todos los que están disparando contra ellos. Ya muertos todos, corre por la chica que sigue respirando. Se intercambian unas palabras y se besan por última vez hasta que ella muere.

   Me levanto de la cama y tomó de la botella de agua mientras salía del cuarto, voy bajando las escaleras y camino hasta llegar a la cocina. Pongo la botella de agua en la cocina y busco en el refrigerador que comer mientras, recuerdo un día en el parque, jugaba con mamá y me tropecé con una piedra, cai y, cuando levante la mirada de la tierra al frente ahí, había una pequeña flor púrpura, la tomé y, se la puse a mamá sobre su oreja, ella tenía una mirada preocupada  por los golpes y moretones en mis rodillas pero, cuando le Di la flor con una sonrisa, su mirada cambió y lentamente en sus labios rosados, de dibujo una sonrisa idéntica a la mia.

   Tomé la leche y cerré el refrigerador, busque en una repisa el cereal y los puce en la mesa, iba a tomar la botella de agua allí pero, la vi y, simplemente me sorprendí.

   De la botella de agua salía una flor transparente y, no simplemente era una flor cualquiera, era la misma de aquel día en el parque. Lentamente acérco mi mano a la pequeña flor de agua para tocarla y, al hacerlo la forma de esta se desvanece y el agua fuera de la botella de derrama sobre la mesa.

  

  



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