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Había pasado una semana, quizás dos o tres desde que Gina y Louise fueron arrestadas. Las testigos decidieron no volver a tocar el tema y dejar de pensar en ello, como si jamás hubiera ocurrido.  A pesar de que Julie había regresado cinco días después de aquella noche, jamás tuvo sospecha ni dedujo que sus hermanas actuaban de manera extraña.

Para finales de Agosto de 1940, Irène comenzó a trabajar en la biblioteca de madame Yvonne
La mujer de 75 años le pidió a Irène su ayuda en un negocio que desde hace cuatro décadas,  sin ayuda de terceros había llevado por su cuenta. A pesar de que existía un salario a condición, Irène se negó a recibir aquel salario y comenzó a hacerlo gratis, siendo su único trabajo atender a algunos clientes y acomodar los libros en sus respectivos estantes. Su horario laboral comenzaba a la 1 pm y concluiría a las 6 pm, antes del toque de queda como el resto de los trabajadores en negocios semejantes.

De alguna manera Irène aceptó el trabajo porque sentía compasión por  Madame Yvonne y no lástima como todos decían.
Aquella mujer de admirables años y longevidad, era más que una mujer criticada por ser solitaria o más que sólo una doncella que jamás se casó ni tuvo hijos.  Había más historia y experiencias en esa mujer, así como una fortaleza que la hacía respetable para el resto.

En los tiempos de guerra las bibliotecas eran frecuentadas por los jóvenes que quedaban en Allonnes, sobre todo a causa de la clausura de clases y siempre sobraban jóvenes emprendedores que soñaban en ser abogados, profesores o simplemente no olvidar lo aprendido durante la escuela y después, estar listos para el mundo cuando se consúmase la guerra.
Algunas personas se tomaban un tiempo antes de la merienda para visitar la biblioteca de Madame Yvonne, para alimentarse de conocimientos en un magnífico libro. Algunos otros preferían llevar un buen libro de aventuras o drama a casa, el cual leerían durante el toque de queda por las noches, donde simplemente cuesta trabajo conciliar el sueño.
En un mundo de guerra y mártires, la realidad se tornaba algo depresiva y monótona ¿y por qué no, sacar la imaginación a volar un rato a través de un libro?

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Llegué a la biblioteca y al entrar ví a madame Yvonne atándose sus zapatillas. Me extrañaba verla utilizando zapatillas, o quizás aún más extraño era verla cambiándose el camisón de seda que utilizaba día tras díaz

Bonjour, madame Yvonne. Supongo que usted saldrá, ¿Quiere que me quede en la biblioteca? —le pregunté acercándome al mostrador.

— ¿De qué hablas Irène? Vamos a salir.

— ¿Las dos?

Madame Yvonne asintió con molestia. Al parecer era evidente que me incluía en su plan, pero en serio me tomó totalmente por sorpresa.

— ¿Y a dónde vamos exactamente?

— Controla esa curiosidad niña...
—respondió entre risas.

Permanecí en silencio aún asimilando que madame Yvonne finalmente se dignaba a salir de la biblioteca ¡con nadie más que conmigo!
Sin duda que no era un fenómeno extraordinario pero era algo que no sólo terminaría por sorprenderme a mi, sino a todos los habitantes de Allonnes.

Cuando finalmente se encontró lista para salir, tomó su abrigo y salió triunfante de la biblioteca.

— Vámonos niña.

AMOR DE BARBARIE | Segunda Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora