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Pasé la mañana antes de mi horario laboral con Aurore, ya que últimamente no nos habíamos visto a causa del nuevo trabajo.
Ella sabía que podía visitarme cuando quisiera, madame Yvonne no se opondría a recibir visitas de una jovencita tan importante como lo es Aurore Gardin, pero mi amiga prefería respetar ese espacio laboral y visitarme en mis ratos libres. Es muy considerada.

Desayunamos en mi casa y al terminar nos sentamos un rato en el jardín para ponernos al corriente sobre nuestras vidas.

— ¿Cómo va todo en tu casa?

— Creo que bien, mis padres visitan a mi tío Lumier en Bussy. No creo que regresen hasta el próximo jueves.

— ¿Mientras tanto estarás sola en tu casa?

— Es por eso que vine a verte, quería saber si podrías quedarte en casa hasta entonces...

— Per...

— Por favor, la gente sospecha que yo estoy saliendo con él...

Mi amiga me miró con imploro, algo que me partía totalmente el corazón y no me permitía ni siquiera cuestionarla.
No la juzgaré, trato de comprender su situación y voy a ser la amiga que Aurore necesita ahora, en ésta sociedad tan crítica.

— De acuerdo, me quedaré contigo.

Aurore sonrió y me estrujó entre sus delicados brazos.

— ¡Estoy completamente agradecida!
—exclamó Aurore sujetando
mis manos—. Mandaré al chofer a recogerte a tu trabajo, asegúrate de llevar todo lo que necesitas.

— No te preocupes por ello, yo iré sola Aurore —añadí riendo.

— No, él pasará a recogerte.

Al final no pude contradecirle, insistió tanto que tuve que aceptar que su chofer pasaría por mi al finalizar mi labor en la biblioteca de madame Yvonne.

.

Llegué a la biblioteca y mientras colocaba mi abrigo en el perchero, ví a madame Yvonne un poco desconcertada, casí sin ganas de hablar, sentada de manera cohibida en la esquina de la biblioteca.

— Buenos días, madame Yvonne.

No hubo respuesta.

Ella me veía pero parecía no poder articular ninguna palabra sin desmoronarse. Lo intentaba pero no podía...

Eche un vistazo a mi alrededor tratando de encontrar algo que me dijera el porqué la mujer estaba en aquel estado, pero no había nada. Ninguna pista, nada fuera de lo normal, tampoco algo que me explicase su forma de actuar y yo, no quería invadirla con preguntas.

De manera torpe tratando de evadir la situación y el silencio incómodo entre ambas, comencé a arreglar el primer estante frente a mi a pesar de que estaba en completo orden.
Sentía ganas inmensas de preguntar y saciar la duda, pero no era lo correcto.

— Deja eso niña.

¿Qué?

— Ya no sirven esos libros, no te desgastes con ellos.—dijo con seriedad, con la mirada perdida en la bandera de Francia que colgaba de uno de los estantes.

— No entiendo...

— Nos quieren censurar, no nos quieren inteligentes.

— ¿Se refiere a los Al....-

— ¡A los malditos bastardos de Hitler! ¡Es su culpa lo que nos está pasando!
—madame Yvonne rompió en llanto y se echó a correr dentro de la casa, cerrando la puerta justo detrás de ella.

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⏰ Última actualización: Jun 06, 2019 ⏰

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AMOR DE BARBARIE | Segunda Guerra MundialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora