Capítulo Uno: Encuentro en nochebuena.

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Eran las ocho de la tarde de un viernes y Gloria Rosario acababa de salir de trabajar

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Eran las ocho de la tarde de un viernes y Gloria Rosario acababa de salir de trabajar. Estaba tan cansada que no le apetecía ir a la cena familiar de Nochebuena, mucho menos después de un día tan intenso no estaba dispuesta en tener que soportar a su tía histérica durante la cena. Por suerte sus padres lo entendían y apoyaban conque se tomara un respiro y lo pasara a su manera. 

Total, sino era hoy tendría que aguantarla el resto de días señalados.

Lo único que le apetecía en ese momento era a ir a su cafetería favorita «El flechazo» . Estaba decidida en que iba a ir así que llevó el coche al garaje de su edificio y como vivía en plena Gran Vía Madrileña no lo necesitaba para ir. El local lo tenía a apenas cinco minutos andando.

Pasada media hora la joven llegó al establecimiento y nada mas entrar flipó pepinillos en colorines ya que la cafetería estaba a full de gente, menos mal que era nochebuena porque sino para que alguien entrase se tendría que sacar hasta el televisor.

Sigilosamente, se acercó a la barra donde se encontraba Aurora —detrás de la barra como de costumbre, ya que se trataba de la jefa y dueña de tan bonito lugar—. Por lo que se veía, Aurora estaba un poco entretenida. Estaba hablando con un joven moreno que por lo que podía apreciar —cada vez que se aproximaba mas—, es que era demasiado varonil y apuesto. Sin llamar la atención se sentó en la única silla disponible que se encontraba en la barra, en la que estaba situada al lado de él.

—Buenas noches, Aurorita —saludó a su querida amiga ignorándolo a él.

Aurora con una amplia sonrisa la miró sorprendida, en ese instante el deseado joven también le dedicó una mirada picarona que la recorrió de pies a cabeza.

—Hola cariño. ¿Qué haces aquí en Nochebuena? ¿No deberías estar con la familia como todos los años? —le preguntó muy cariñosa.

—Sí, es cierto.  No debería de estar aquí pero la verdad es que no me apetecía soportar a cierta persona... —dejó la frase a medias.

—A tu tía, ¿no es cierto? —le formuló otra pregunta.

Gloria Rosario se empezó a reír y asintió con la cabeza.

El café de la Navidad. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora