Era la una menos cuarto del día veinticinco de Diciembre, eso significaba que ya era el día de Navidad. Solo faltaban quince minutos para que el agua y el aceite se volviesen a encontrar.
Irracionalmente, los dos tenía muchas ganas de que esto ocurriera.
Por un lado, Adam estaba de camino a casa de Gloria. Como una hora antes, había ido a una joyería —la favorita de su madre y de su tía—, con el objetivo de comprarle un regalo a Gloria. Con ayuda de su instinto y la del dependiente, le escogió un anillo precioso. Estaba seguro de que le iba a encantar. Lo que si que hizo fue una pequeña travesura, le puso una notita en la caja dónde ponía su dirección.
¡Si es que este hombre tenía ideas brillantes!
Por otro lado, Gloria estaba tan nerviosa que sin querer se dio un refregón en el ojo y rozó el vestido que llevaba puesto con la mano. Eso provocó que se lo manchara, así que rápidamente se puso un vestido celeste a la altura de la rodilla con unas sandalias a juego. Sin duda, estaba muy adecuada para la ocasión, guapa y muy elegante. Después de retocarse el maquillaje y el resto de cosas importantes, cogió la bolsa en la que estaba el regalo de Adam. Estuvo varias horas por la noche y bien temprano para hacerle un jersey de lana, lo tejió con miedo a que no le gustara pero lo que mas se debe de valorar era el detalle.
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El café de la Navidad. ©
RomanceUn café, ¿será el culpable de una historia inesperada? Si quieres descubrir que sensaciones puede provocar el aroma y la esencia de un café navideño, te invito a que leas El café de la Navidad. *Forma parte de la lista corta de los premios AmbysES...