Extra: Navidad en Pueblo Paleta

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Coliseo de Batalla de Pueblo Paleta...

Años atrás, lo único que Ash deseaba era viajar, conocer nuevos lugares, nuevos amigos, nuevos Pokémon, y tener muchas y emocionantes aventuras. Se había convertido en todo un trotamundos a muy temprana edad, y en general, sus regresos a casa siempre eran solo breves respiros en preparación para su siguiente aventura. En aquel entonces, la idea de quedarse en un solo lugar, incluso en su pueblo natal, parecía totalmente absurda.

Pero desde que aceptó la oferta de Scott para ser un Cerebro de la Frontera y el Coliseo de Batalla de Pueblo Paleta fue inaugurado, las cosas habían cambiado. Ya no tenía que viajar en busca de retos; los retos venían a él. Fue una excelente idea hacer que el Coliseo tuviese función doble como Gimnasio de la Liga Índigo, pues siempre había retadores dispuestos a venir por una medalla, aunque claro que ganarlas no era sencillo. Y ahora mismo, había una batalla en curso por una Medalla Tricromática. La retadora estaba usando a un Rhydon, y Ash nada menos que a su Squirtle. Sorprendentemente, el Pokémon que más agotado se veía era el tipo Roca y Tierra, mientras que la tortuga se veía en mejor condición y hasta sonreía.

- ¡Squirtle, Cabezazo! – exclamó Ash.

- ¡Squirtle!

La tortuga salió disparada de cabeza y embistió al rinoceronte bípedo en todo el pecho, retrayéndose en su caparazón en el último momento para evitar daños a sí mismo. Rhydon se tambaleó y quedó desorientado por el golpe, y Ash ordenó rematar con un ataque de Hidrobomba que terminó por sellar el encuentro.

- ¡Rhydon ya no puede continuar! – declaró el asistente que hacía de juez levantando una bandera. – ¡A la retadora ya no le quedan más Pokémon, por tanto, la victoria es para el gladiador del Coliseo, Ash Ketchum!

- Rhydon, regresa. – La retadora, una joven de pelo verde y largo, recogió a su Pokémon, aceptando su derrota. – Lo hiciste muy bien, te mereces un buen descanso.

- Fue un buen combate. – dijo Ash, acercándose para darle la mano. – Tu Rhydon soportó bastante bien los ataques de agua durante todo el encuentro.

- Sí, bueno, tendremos que esforzarnos más. – dijo la chica. – Entrenaremos duro para la revancha.

- Espero que así sea.

Mientras la retadora se marchaba, Ash se estiró un poco y fue a felicitar a Squirtle por un trabajo bien hecho. Pikachu a su vez también se les unió, y el entrenador les acarició a ambos sus cabezas.

- Bueno, esa fue la última retadora del día. – dijo Ash. – Ya es hora de cerrar el coliseo e irnos a casa.

- Pikachu/Squirtle. – Los dos Pokémon asintieron al unísono, y Ash retornó a Squirtle a su Pokébola. Pikachu a su vez saltó a su usual lugar en el hombro de su entrenador.

Ya con eso terminaba su jornada laboral. El Coliseo cerraría por todo el resto del mes de Diciembre, pues comenzaba su descanso por Navidad. No le quedaba otra cosa que pasarla en familia con su mamá, y ocasionalmente, con los amigos a los que pudiese invitar. Sin embargo, aquel año, era casi seguro que serían solo ellos dos.

Casi todos los amigos de Ash habían tenido que declinar las invitaciones que les habían enviado, pues ya tenían sus propios planes, la mayoría de ellos con alguien especial, o simplemente estaban demasiado lejos y no podrían llegar a tiempo, pero aun así le mandaron tarjetas, regalos, o al menos llamaron para desearle una feliz Navidad de manera temprana.

Mientras caminaba por los caminos nevados de Pueblo Paleta, Ash se estiraba un poco y veía el sol ocultarse detrás de las colinas que rodeaban la pequeña pero creciente población. El muchacho suspiró al llegar a la puerta de su casa, de pensar que tendría que pasar las Navidades solo con su mamá y sus Pokémon.

Encrucijadas: Entre una Sirena y una PrincesaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora