Capítulo 1

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Capítulo 1
Recuerdo que cuando conocí al señor Grant y a su familia, pensé en los dolores de cabeza que tendría con el demonio de ojos azul; más conocida como Anielka. Ella tenía cuatro años cuando llego a casa y yo seis. Desde el momento en que nos conocimos sentí como si muchos caballos patearan mi estómago. Una sensación horrible para un niño de seis años.
Las primeras semanas fueron una locura, la chiquilla no paraba de correr de un lado a otro. Siempre estaba haciendo travesuras. Algunas veces  ayudaba para que Grant no se diera cuenta y no la castigara pero otras me ponía tan enojado que la dejaba morir sola.
Los años fueron pasando pero Anielka no pasaba ni dos horas alejada de mí, siempre estaba pegada como garrapata. Sus padres le llamaban la atención pero al parecer le valía un cacahuate lo que dijeran. Siempre quería jugar conmigo siendo una mandona de primera. Quería jugar a las barbies y a mí no me gustaba porque terminaba maquillándome para luego dejarme como a un mono de circo. Un día, jugábamos bajo un árbol en el jardín de la casa, Anielka hacia un pataleta porque quería jugar a la "comidita" como ella le llamaba. Yo no quería estaba cansado de tanto juego rosa ridículo. Mientras le daba de patadas al árbol le cayó un gusano negro y peludo. Salió corriendo y gritando como una loca, yo moría de la risa al ver su reacción.
— ¡Eres un niño malo, cara de moco!— me gritó al siguiente día cuando le recordé lo sucedido.
— Y tú una miedosa. — le dije. Ese día aprendí dos cosas. La primera: no llamarla miedosa. Me dio  una patada en las bolas que me dejo sin aire y con un dolor del infierno. La segunda;  la molestaría cada día de mi vida, porque cada vez que veía esos ojos, me dolía el estómago y esa sensación ya no me gustaba. Seguro eran parásitos. Así dio  inicio nuestra guerra. Constantemente nos molestábamos y cada día nuestras bromas subían de tono pero nunca llegamos a los golpes.  Los únicos momentos  que no estábamos juntos era cuando íbamos al colegio. Estudiábamos en el mismo aunque en diferentes grados.
— Creo que le gustas a tu amiga— comenta mi mejor amigo Cristóbal elevando sus cejas.
— Eso es ridículo,  prácticamente es como una hermana— digo al idiota de diez años que está sentado a la par mía.
— Siempre estas con ella.  Creo que a ti también te gusta— suelta con burla.
— ¿Celoso?
— Tiene unos ojos muy lindos, aunque me dan miedo  porque son muy grandes.
— Cállate ya— justo en ese momento suena la campana anunciando que las clases de ese día habían terminado.  Como todos los días Anielka me esperaba en la puerta del colegio para que esperáramos juntos a Grant. Ese  día  no tenía  ni ganas de hablar con ella. Lo que Cristóbal había comentado me tenía irritado y  molesto. 

Al llegar a casa subo directamente a mi habitación a ducharme, talvez un baño ayudaba a mi mal genio. Más calmado baje a comer mi almuerzo pero antes pase viendo a mi pequeña hermana Meghan quien al igual que Anielka me daba guerra. Juntas eran temibles.
— ¿Qué tal el colegio cielo?— pregunta mamá.
— Bien— suelto simple.
— ¿Pasa algo campeón?— habla mi padre, quien todos los días llegaba a comer con nosotros y a quien le tenía mucha confianza.
— Es que hoy en clase... Cristóbal...— al ver el rostro expectante de ms padres decido callar, pues siento mi rostro arder.
.— ¿Qué hizo Cristóbal hijo?— insiste papá.
— No nada, olvídalo— Dicho esto sigo concentrado en mi comida, ya no quiero hablar más del tema y menos delante de mamá. Siempre está hablando del día que una niña conquiste mi corazón y todas esas cursilerías. Ya imagino como se pondría si digo lo que mi  amigo piensa.


Nuevamente me encierro en mi habitación pero esta vez para hacer mis tareas. Me doy prisa para luego poder jugar en mi consola. Estoy terminando las ultimas fracciones cuando veo por mi ventana. Anielka está intentando bajar con una escoba  una manzana del árbol.  Doy de carcajadas al ver como lo intenta.

Bajo inmediatamente al jardín, cuando llego a logrado bajarla. Y se me ocurre una brillante idea.

— Lucas devuélveme la manzana— exclama enfurruñada. Veo sus maravillosos ojos azul abrirse más de lo normal. Y es preciso en ese momento que recuerdo las palabras de Cristóbal y mi enojo se eleva a la tercer potencia.
— No, ahora es mía— digo con la manzana en mi cabeza.
— Niño tonto, dámela— grita. Trepo el árbol lo más rápido que puedo, ya que la muy condenada me quiere pegar con la escoba.

— Si la quieres sube— digo sabiendo que no lo hará. Sin embargo si lo hace e inmediatamente se me sale el corazón al escuchar que la rama en la que se encuentra se quiebra. Anielka cae y se golpea la cabeza.

Rápidamente me bajo y trato de ayudarla pero no reacciona. No despierta y temo lo peor.

¡Papá va a matarme!

No se que hacer, estoy completamente asustado. El problema es que ya empezó a salir sangre de la cabeza de Anielka.

Jodida mierda tendre que llamar a papá.

Le colocan diez puntos en la cabeza. Tuve que llamar a papá ya que me daba mucha pena decirle a Grant que su hija se había caído del árbol por mi culpa. La situación con papá no fue fácil me dio la regañada del año y castigo también. Además de que me obligó a que le pidiera disculpas a la pequeña diabla. Y luego volvió a llamarme la atención.

— Lucas, está demás decir que lo sucedido hoy no puedes volver a hacerlo.  Deben parar con sus bromas. ¿ que pasaba por tu cabeza?. — exclama papá sentándose en la silla del estudio.

— Sus bellos ojos papá —Dije sin pensar.

— Veo que alguien está en problemas. — En ese tiempo no sabía realmente a que se refería papá. No sabía que empezaba a nacer un amor inocente entre nosotros. Y que a ese problema se refería papá.

¡Hola!
Lo prometido es deuda. Primer capítulo de la continuación de esta maravillosa historia.
Feliz Navidad, un fuere abrazo.

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