Capítulo 2: Benedict

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Miraba el horizonte con los cabellos desmarañados fumando un cigarrillo y cerrando los ojos satisfaciendo su vehemencia porque la brisa del mar le diera en el rostro

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Miraba el horizonte con los cabellos desmarañados fumando un cigarrillo y cerrando los ojos satisfaciendo su vehemencia porque la brisa del mar le diera en el rostro. Sus manos tamborileaban la baranda del balcón y un resoplo acompañado de frustración adornaba el ambiente.

Era un hombre hecho y derecho, casado, con una empresa la cual dirigir, unos padres las cuales visitar y una mujer que amar. Era él, un hombre carismático pero que había aprendido a canalizar su sexualidad, puesto que su juventud ya se había ido para no volver más y sus responsabilidades como cabeza de familia les ordenaba a ser un ejemplo a seguir en donde quiera que vaya, en donde quiera que mire. Por eso es que, las convenciones sociales, los contactos, las reuniones eran dirigidas de la mano con un tinte de hipocresía.

A pesar de haber nacido en cuna de oro, de no haber probado casi nunca el polvo de la derrota, tener a su disposición a una mujer que amaba y unos padres que adoraba como a la libertad misma, no se sentía lleno.

La esperanza de poder ver al imperio, que su padre habría creado, multiplicarse por fin se cumplió, pero no sentía que había cumplido con lo que tenía dentro saliéndose a cada rato. No podía identificarlo.

Pasó una mano en su rostro, pensando y matando a sus neuronas para saber qué cosa era lo que necesitaba.

Las lecturas lo distraían un poco del trajín diario, y quizás faltaba un poco más de eso. ¡Eso era! ¡No solo las lecturas! ¡Sino un descanso!

Sonrió un poco. Haría la travesura de su vida: se tomaría un año sabático.

Volteó animado después de tanto tiempo, su mujer se encontraba en la bañera dándose algunos baños aromáticos que tanto necesitaba después de haber hecho un tour por algunos países de Europa.

"Cariño..." Y selló un dulce beso en sus labios.

Benedict miraba con ensimismamiento a Annette. Ella era realmente hermosa, tenía su misma estatura, de ojos verdes intensos y de complexión delgada. Tenía el rostro rejuvenecido por los constantes tratamientos que se realizaba a la semana. Pero a él eso no le importaba. Veía amor en su mirada y eso le hacía sentir completo. Su andar era elegante, pareciera que estuviera danzando constantemente y cuando soltaba una pequeña risa era como si estuviera cantando. Habían cosas en las que ambos no concordaban, como en todo matrimonio. Pero era ya la convivencia por más de 12 años que no importaba las grandes diferencias ideológicas y empíricas que tenían. Eso no tenía peso ahora.

Se conocían desde pequeños, obviamente del círculo cerrado de sus familias distinguidas. Ambos habían tenido una infancia feliz, lleno de lujos y vanaglorias. No tenían por qué preocuparse de seguir su camino artístico pues tenían todo para llegar a ser lo que son hoy en día. Desde niños se vislumbró una gran discordancia de temperamentos. Benedict era más comprensivo y asertivo, mientras que Annette era egoísta y egocéntrica. Pero eso él lo habría notado pocas veces, tantas que las dejó pasar.

Te encontré✨- Benedict CumberbatchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora