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Hoy, Cono y yo disfrutamos de nuestro segundo día de castigo. Entramos y nos sentamos juntos. Empiezo a sacar mis cosas de biología y Conor me mira como si acabara de atropellar un pato.

- ¿Qué te pasa? - Pregunto algo incómoda.

- Vas a estudiar ¿enserio? Yo que creía que eras divertida. - El rubor sube a mis mejillas de pura indignación.

- No te atrevas a insinuar algo así nunca más.

- ¿O qué? - Me pregunta con los ojos entrecerrados. Según crece la confianza entre los dos, nuestras conversaciones son cada vez más absurdas y él mucho más idiota de lo que pensaba. Sin poder evitarlo (creo que es ya por costumbre) le doy otra colleja en el cogote. Su cara de asombro no dura mucho, porque un profesor está parado frente a la puerta, mirándonos de brazos cruzados. El asombro inicial se transforma en una carcajada a mi costa.

- Señorita, por favor, compórtese. - Asiento avergonzada y se aleja de nuevo, no sin antes darnos una última mirada de advertencia. Juraría que he visto esbozar una tímida sonrisa al salir.

- Bueno... - Dice Conor entrelazando los dedos detrás de su cabeza e inclinándose hacia atrás para tener un mejor ángulo de mi derrota. - La has cagado de nuevo, querida Susan.

- No si no fueras un idiota, querido Conito. - Ahora soy yo la que se cruza de brazos. Eleva una de sus mal dibujadas cejas y lo imito. Se inclina y yo hago lo mismo. Parece irritarle así que continúo haciéndolo.

- Eres una cría Susan, ¿lo sabías?

- No más que tú.

Los siguientes quince minutos de recreo los paso intentando concentrarme en mi tarea de biología. Digo intentando porque es imposible concentrarse con el Señor Conito paseándose por toda la sala como periquito por su casa, tirando bolitas de papel a mi precioso pelo y hablando de absolutamente cualquier estupidez que se le viene a la cabeza. He odiado los silencios toda mi vida, he sido siempre la niña incapaz de cerrar la boca incluso en las situaciones menos recomendables, pero Conor García ha hecho que todo eso cambie. Noto cómo se transforma todo en mi interior cuando él está cerca. Desearía que el silencio fuese lo único que puedo oír cuando estoy con él. Es la persona más exasperante que conozco (y lo conozco de seis días).

Cuando no quedan más que cinco minutos abandono mi tentativa de hacer algo productivo y adorno una hoja de papel. Al sonar la campana salimos juntos, antes de separarnos para ir cada uno a su respectiva aula me despido de él dándole una leve palmadita en la espalda.

- Qué tengas un buen día, Cono. Espero no volver a verte. - Se aleja con una bonita sonrisa en sus labios de idiota.

Yo también sonrío.

La hoja de su espalda ha sido mi mejor obra hasta el momento.

🎾🎾🎾

-¡¡SUSAN SAMANTHA SAINZ!! - Escucho que gritan mi nombre completo al bajar del autobús. Ha sido la misma persona que me ha estado mirando fijamente, desde la distancia, durante todo el trayecto.

¿Cómo narices conoce Conor mi segundo nombre?

- Esa soy yo. - Digo elevando una de mis manos.

- ¿¡Se puede saber por qué me has pegado "Aviso importante: soy un cono en huelga, deja de ponerme helado sobre la cabeza. Atentamente: el Sr. conito." en la espalda!? ¡A ti qué narices te pasa en ese cerebro de morsa retrasada!

- Es obvio. ¿Te llamas así no? - Sabía que había llegado a la cima del humor cuando diseñé la hoja, pero oírlo con toda su indignación lo hace todavía más divertido.

- No, mi nombre es CONOR. C-O-N-O-R. - Deletrea visiblemente molesto. Me encojo de hombros y muerdo mi labio inferior en un intento por evitar el estallido en carcajadas.

- No es gracioso. No te atrevas a reírte.

- Para nada. - Siento cómo sube el calor a mis mejillas. Soy como una bomba a punto de explotar.

- Venga, ríete. Te juro que me vengaré si lo haces. - Niego con la cabeza mientras subimos hacia nuestras casas. Me despido de él rápidamente. Giro la llave y una vez dentro estallo en carcajadas. No puedo detenerlas durante al menos diez minutos.

Conor P.O.V.

Después de clase de matemáticas Pilar se acerca a mi. Juraría que he sido el centro de atención de todas las miradas de mis compañeros. Sé que soy el nuevo, y más atractivo que la media, pero si me miran así por más tiempo van a desgastar mi belleza natural.

- Conor. - Su voz, como dice Susan, es irritante en exceso. - ¿Sabes que llevas un papel pegado a la espalda?

- ¿Qué? - Se acerca, estira una de sus manos y retira algo que al parecer he llevado en la espalda todo el día. En cuanto lo veo no puedo evitar sonreír. No estoy enfadado. Parece que al fin he encontrado a una digna adversaria.

Esto no va a quedar así, pequeña Susan. Me las pagarás. Cuando menos te lo esperes.

¡¡Bola Va!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora