Paseo tranquila por el jardín, detrás de mí llevo mi séquito, una serie de damas y a un pequeño ejército que me protege, aunque esté en mi propio castillo, así como varios criados.Miro alto y por la ventana veo al bufón que tengo como esposo, a ese tirano que solo me mira las noches en que decide intentar crear descendía, la cual, para presión mía, todavía no ha llegado. Una parte de mí se alegra, me enferma pensar que crezca en mí algo que pertenezca a ese elefante panzón y con aspecto grotesco que tengo como esposo, pero por otra me entristece y alarma, todo a mi alrededor me presiona recordándome que mi misión es otorgar a Inglaterra un heredero. Madre manda cartas cada mes, recordándome la importancia de la alianza de nuestros reinos, la cual solo se hará posible al dar un heredero. Sé que peligro, que mi propia vida peligra si no lo consigo, pero no parece que nada surta efecto.
Mi esposo tiene amantes, sinceramente, no me importa mientras las tenga ocultas. Su favorita es su propia prima, una tal Catherine, la cual con la condición de ser de la realeza pasea por palacio, por lo que mi esposo la tiene cerca aunque mantenga las distancias cara al público. Lo que me aterra es que tenga un vástago antes que yo, si mi esposo lo decide podría significar mi muerte, no sería la primera reina que fallece en extrañas circunstancias por no dar un heredero al trono.
Me siento en uno de los bancos de piedra y comienzo a leer mi libro, en los once meses que llevo aquí es mi mayor entretenimiento, leer. El rey no me deja salir de los muros del palacio, por lo que mis días se basan en posar para pinturas, leer, pasear por los jardines, rezar y bordar, mi esposo no me deja hacer nada más.
El lugar donde he decidido sentarme es tranquilo, lleno de plantas aromáticas y flores de múltiples colores, entre las que destacan las rosas de diversos colores. Los setos están cortados creando formas geométricas, pero a lo lejos la vegetación es más irregular, más auténtica. Rodeando el lugar hay diversos estanques y riachuelos, por lo que desde donde estoy escucho el agua correr.
Uno de los sirvientes se acerca a mi zona del jardín, supongo que me querrá dar alguna noticia.
_ Su alteza, Sir Thomas de Howard, duque de Suffolk, ha llegado a palacio.
Escucho al sirviente anunciar a mi amigo y tras esto veo llegar a Thomas. Una sonrisa se me dibuja en el rostro y voy corriendo a él, al llegar a su lado le abrazo entre risas. Escucho los susurros de mis doncellas y me separo rápido de él, no puedo perder las formas de esa manera. Ambos nos tornamos serios y hacemos nuestras respectivas reverencias, para después volver a sonreír y pasear por los jardines.
Thomas se ha convertido en mi mejor amigo, aunque debo admitir que para mí es algo más, cada noche sueño con él y cuando mi esposo visita mis aposentos cierro los ojos e imagino que es él quien me toca y me posee, no el rey.
Mi amigo partió hace un mes aproximadamente de viaje para vigilar sus tierras, ver cómo prosperan sus negocios y conocer un poco más algunas ciudades del reino, es un hombre cultivado y por ello muy curioso, por lo que disfruta conociendo lugares y artes nuevas.
_ ¿A qué ha venido a palacio sir Thomas? -pregunto mientras avanzamos por los jardines-._ Su majestad me ha llamado para que le cuente todo lo visto en mi viaje y le aclare algunas dudas sobre el estado de las revueltas en las zonas que he visitado.
_ ¿Se va a quedar mucho?
_ Si a su majestad le place mi estancia se alargará durante varios días.
_ Por supuesto sir Thomas, espero que los criados hayan preparado una estancia de su agrado.
Thomas asiente agradeciendo mis palabras, yo dibujo un pequeña sonrisa que escondo para que solo la pueda ver él. Por dentro estoy feliz de pensar que va a estar varios días conmigo en palacio, que tendré alguien con quien conversar largas jornadas y que podré disfrutar de su compañía. Thomas suele pasar temporadas largas en palacio al ser uno de los asesores del rey, cargo que se ganó en su día gracias a su gran intelecto.
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El precio de la corona -COMPLETADA-
Short Story¿Cuánto pesa una corona? Mejor dicho. ¿Cuánto puede llegar a pesar? ¿Cuál puede llegar a ser su precio? En mi caso, el precio lo es todo. ¿Vale la pena casarse con el hombre que no amas por una corona? Mi respuesta siempre fue la misma: "sí, es mi...