Capitulo 2

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San Patrick no se parecía en nada a una prisión, o eso quería hacerle entender el guía Lucas a Nathan mientras ambos caminaban por la enorme plaza central que comunicaba los diferentes edificios, pero el muchacho, con cada frase que provenía del hombre a quien seguía hacia su nuevo dormitorio, solo lograba reforzar su idea. 

- Te levantaras a las 5:30 de la madrugada, te bañaras, vestirás y desayunaras, todo antes de las 6:30 ya que a esa hora todos nos reuniremos para la meditación matutina, sobra decir que usted es congregante y que podrá acoplarse fácilmente, ya que todo aquello fue parte de su entrevista antes de ingresar aquí.

Todo lo demás que el guía Lucas le había dicho pareció pasar a un segundo plano, ahora su mente rememoraba la entrevista que le concedió el "gran honor" de poder llamarse hijo de San Patrick.


Hace dos semanas.


- Por favor siéntese señor... ¿Torres? - dijo el hombre con sotana que se encontraba en medio de la mesa mientras leía unos cuantos papeles que tenía entre en sus manos, llevaba gafas de lente algo grueso, pelo negro, test blanca, de contextura no era muy fornida.

- Así es - respondió Nathan tomando asiento en una pequeña silla- Mucho gusto, Nathan Torres-esto lo dijo intentando dar una sonrisa sincera, nunca le había agradado mucho su nombre. 

- Mucho gusto, mi nombre es Miguel, soy el superior de este internado- esbozo una pequeña sonrisa antes de volver su atención a los documentos y acomodar sus gafas.

Nathan se encontraba algo nervioso, llegar a este punto no había sido tarea sencilla y sabia de antemano que no importaban sus esfuerzos anteriores, si no lograba convencer al guía que se encontraba delante suyo todo habría sido en vano; el hombre dejo los papeles y dirigió la mirada sobre el muchacho.

- Es usted un joven aplicado, según los reportes de sus calificaciones y los resultados de las anteriores pruebas, cuénteme ¿Por qué debería ser usted y no otro quien se gane un lugar en nuestra gran familia?.

- Porqué... - la pregunta no  tomó por sorpresa a Nathan, su padre se la había hecho en uno de sus ensayos, pero aún así no se sentía del todo bien pensando en que era él o un desconocido quien ocuparía un lugar- conmigo asegura a un estudiante inteligente y disciplinado que no lo defraudara.

Su padre le había hecho memorizar una gran cantidad de respuestas para esa pregunta, muchas de las cuales eran mentira, pero que según él le darían mas chance de poder entrar, de igual manera no le falto seguridad en aquello que acababa de decir.

- Usted toca un punto muy importante y le agradezco que lo haga, por su promedio académico usted encaja perfectamente en este lugar pero... es necesario que haga algunas preguntas... un poco mas personales, estoy seguro de que no encontrara molesta ninguna.

El guía Miguel se recostó en su silla y tomando aliento prosiguió 

- Como usted lo ha dicho es un muchacho que puede adaptarse al ambiente y seguir perfectamente nuestras normas. ¿No tiene problema con eso? - aunque él no recordaba haber dicho nada de lo anterior, prefirió no interrumpirle.

Nathan sentía como él mismo renunciaba a todo  aquello lo hacia libre, ¿de verdad valía la pena perderse a si mismo por estar en un lugar como aquel? era cierto que habían niños y jóvenes que harían lo imposible por estar donde el se encontraba, incluso por tener la oportunidad, pero esto no le parecía algo importante para tomar esa decisión.

- Ninguno... - La respuesta sonó apenas como un pequeño murmullo.

- ¿Disculpe? - Dijo el guía poniendo mas atención y frunciendo un poco el ceño.

- No tengo ningún problema con eso - Esta vez respondió con mucha mas energía. 

- Me parece bien, un muchacho tan joven como usted debe ser la representación misma de la vitalidad, mire por ejemplo a San Antonio, no tenia mas de 13 años cuando se entrego en cuerpo y alma a la meditación para poder escuchar a nuestro señor y comunicarnos sus preceptos, nunca se escucho verle decaído o sin animo. 

- Lo lamento, me distraje un poco con el cuadro del mismo santo del que estamos hablando colocado en su estante - Aunque sabía que dentro de los preceptos se encontraba prohibido el mentir y mucho mas tratándose de un guía espiritual, era consciente de que su padre le mataría si perdía esta oportunidad.  

- ¡Ah! que buen ojo tiene usted, es una pequeña donación de uno de nuestros hermanos del centro de San Carlo- seguido a esto se levanto y fue a apreciar el cuadro pintado al oleo mas de cerca- Señor Torres es necesario que le pregunté esto, ¿está completamente seguro de aceptar la fe que compartimos, esto con sus reglas y preceptos?, porque como bien sabe es el principal requisito para entrar.

Nathan asintió y cuando estaba apunto de responder él guía se volvió hacia él y levanto su mano dando a entender que esperase.

- Piense muy bien lo que va a decir, porque de su respuesta dependerá mi veredicto. Recuerde cosas que van contra ella, ofensas leves como malos vídeos en Internet, malos pensamientos, hasta algunas mas graves como sucumbir ante los deseos... la homosexualidad- esto ultimo lo dijo con tono mas marcado, en ese momento Nathan sintió como por su cuello pasaba un aire frió mientras sus manos sudaban.- No me mal entienda, con esto no quiero decir nada, solamente me aseguro de no tengamos ningún problema a futuro.

- No tiene nada de que preocuparse, cumplo en todo cuanto puedo, claro, tengo tropiezos pero nada que pueda considerarse grave - sentía como todo su ser se derrumbaba, se había vendido a si mismo y puesto en la boca del lobo por algo que si se era sincero no quería, de nuevo pensaba en otros antes que él. 

- Me alegra tanto escuchar eso, necesitamos mas personas con su decisión- dijo acercándose y ofreciendo su mano al muchacho - fue un gusto recibirle, pronto tendrá respuesta a su petición por correo electrónico, esperemos que Dios le acompañe y le permita ser parte del siguiente curso.

Sin mas palabras que un gracias y un apretón de manos, Nathan se retiro, para él todo lo anterior perdía importancia, para él solo se repetía en su cabeza lo mismo que antes de la entrevista, tengo que ver a Luis.

Pocos días después le fue informado a su padre que su hijo había sido admitido.       

Déjame decirte "Te quiero" una vez masDonde viven las historias. Descúbrelo ahora