Al término de la cena, Flor ayudó a su madre a limpiar los utensilios que había usado para la misma. Estaba tan sumergida en su tarea que no sintió las pequeñas manos de su hermanita tirando de su suéter. Al verla, le sonrió y rápidamente se secó las manos para tomarla en brazos. —Seguro me miras así porque hace mucho tiempo que me fui y no me reconoces, ¿verdad?— preguntó y la niña asintió. —Pero papá y mamá me han hablado de ti y sé que eres mi hermana. Además eres muy bonita. Me gusta tu cabello y quería tenerte cerca porque me hacías falta. Todas mis amigas del colegio hablan de sus hermanos menos yo porque no sé nada de ti. ¿Ya vas a quedarte? Me encantaría que sí— ante las palabras de Julie, Flor sintió que el corazón y el alma se le encogían. Todo en conjunto. Se sentía mal por haberse perdido los mejores momentos del desarrollo de Julianna. No estuvo presente cuando aprendió a caminar, ni cuando dijo su primera palabra, ni mucho menos en su primer día de escuela en el jardín de niños cuando su madre batallaba horrores para que dejase de llorar. Se ha perdido gran parte de los años de vida de la chiquilla y no hay nada que se pueda hacer para remediarlo.
No supo qué decir, de pronto no tenía el valor de mirarla a los ojos. La dejó sobre el suelo cuidadosamente y se marchó en silencio dejando a Julie sin entender porqué su hermana se había ido. Segundos después se encogió de hombros restándole importancia y subió las escaleras para luego adentrarse en su habitación a jugar con sus muñecas.
Flor por su parte, salió al pequeño patio que en aquellas casas había y dejó que las lágrimas contenidas salieran inundando sus ojos. Reflexionó bastante sobre todo lo que había dejado en España por perseguir sus sueños. Pero es parte de la vida... es parte de crecer y superarse.
Cuando al fin se sintió un poco mejor, subió a su habitación y preparó un baño caliente para relajarse y poder descansar mucho mejor deseando que el jet lag no le cobrara factura, cosa que en absoluto fue así ya que por supuesto la pobre mujer pasó una pésima noche. En la madrugada se levantó a tomar un vaso de agua mientras se hacía ovillo lo más que podía dentro de la manta que su abuela le había obsequiado cuando niña. Por supuesto era su favorita. Lavó el vaso que había utilizado muy a su pesar pues el agua estaba demasiado fría; tanto que parecía hielo de lo helada que estaba. Subió de vuelta a su habitación y se recostó pero no podía conciliar el sueño. Las palabras de Julie le taladraban la mente y sentía que era la peor hermana del mundo. Simplemente no podía ignorar lo que la pequeña le había hecho sentir con todo lo que le dijo. Y aunque si bien es una niña, sabe perfectamente qué decir y cuando. Eso es lo bueno de los niños, que a pesar de ser eso; niños, conservan el filtro de la transparencia y la honestidad sin importar si hieren a la persona a la que va dirigida. Ojalá los adultos conserváramos un poco de esa sinceridad... sería un mundo mucho más feliz.
Para las 5:00 de la mañana, Florencia por fin pudo dormir un rato. Su rutina se debatía entre sueños extraños y el despertar en diferentes ocasiones. Desde hace mucho no se sentía tan mal y seguramente cuando el sol saliese, la cabeza comenzaría a estallarle.
En cuanto a amaneció, la joven bajó las escaleras a paso lento. La maraña enredada color castaño claro a la que comúnmente llamaba "cabello" le cubría en gran parte los ojos. Por fortuna no dio un mal paso y bajó perfectamente bien cada uno de los escalones. Suspiró pesadamente y dejó que todo el peso que iba acomunando a medida que caminaba reposara sobre sus hombros. Se sentó en su sitio en la mesa familiar y al verla, su padre echó un silbido de evidente sorpresa. Su hija tenía un aspecto terrible. —Madre mía, ¿pero qué te ha pasado? Parece que una estampida de búfalos te ha pasado por encima. Te lo ves fatal, hija mía— el tono medio burlón del hombre mayor no le hizo mucha gracia y gruñó mientras se cubría el rostro con ambas manos y a su vez se lo frotaba con desesperación. —Venga, papá. No estoy de humor hoy, ¿vale? El mentado jet–lag me ha hecho una jugada del demonio y es una reverendísima putada— apuntó mientras que su madre se encontraba bajando el último peldaño con Jul en brazos. Esta última al escuchar el vocabulario con el que la muchacha se estaba expresando, soltó una carcajada inocente. Al parecer le hacía mucha gracia que su hermana mayor dijera malas palabras.
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The Christmas Song (Historia Corta) [Pablo Alborán] | TERMINADA |
Romance¿Quién diría que una bola de cristal navideña sería la causante de un embrollo del tamaño de un trozo de hielo? • Inspirada en la canción del mismo nombre, interpretada por Il Volo a dueto con la cantante Pía Toscano, incluida en su álbum de Navidad...