[5] Winter Wonderland [FINAL]

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Toda la habitación se quedó en completo silencio y con las expectativas de lo que podría ser la respuesta de Florencia.

Por una extraña razón Pablo quería huir, se moría de ganas por irse y hacer su rabieta fuera de ese lugar pero sus pies se quedaron clavados en el piso, lo cual le impidió salir. Así que aún en silencio y con la respiración agitada esperó impaciente la respuesta de la joven que aún estaba muda. Para sus adentros deseaba que dijera que no, pero era algo prácticamente imposible ya que hace muchísimo que se habían dejado de ver y no era "normal" el que de pronto ella sienta amor por él y viceversa; sino que por el contrario era algo muy extraño. ¿Lo es, no? O bueno, al menos a Pablo le parecía.

Florencia volvió a mirar a Pablo y segundos después miró a su aún novio. La expresión de su rostro lo decía todo... estaba muerta de miedo y de nervios. Tanto, que en cualquier momento posiblemente colapsaría. Carraspeó y tomó una bocanada de aire enorme mientras cerraba los ojos. Su respuesta marcaría su destino, marcaría su vida por siempre. Debía elegir bien porque después de todo, ese beso que se dio con Pablo se había convertido en un factor de suma importancia para tomar la decisión de casarse o no.

Se relamió los labios y miró fijamente a Paolo quien con una sonrisa y una mirada impaciente esperaba por la afirmación de su novia. Sin embargo, Flor ya tenía su veredicto y no habría marcha atrás para cambiarlo. —Sí, Paolo. Acepto— dijo. Pablo sintió una punzada en el pecho que parecía como si le clavara de a poco en el pecho. Era un ardor insoportable. Por otra parte, Paolo procedía a colocarle el anillo.

Pablo ya no pudo más y decidió marcharse sin importarle que pudiese ser muy evidente. Al darse cuenta, sus sobrinos corrieron  tras él abandonando la escena. Julie al haber presenciado todo eso, se levantó molesta y con el ceño muy fruncido. Nunca antes de le había visto así. Y tratándose de una niña, por más que le frenen, no pueden contener ese sentimiento llamado sinceridad. —¡¿Pero cómo has podido?! –dijo gritando–. ¡No puedes casarte con él cuando has besado a Pablo hace unos minutos! ¡Si te vas a casar, hazlo con Pablo y no con este narizón. Porque si lo haces, él te llevará lejos de nosotros otra vez y no te volveremos a ver jamás! ¡Y yo quiero que te quedes aquí, con nosotros, con Pablo! ¡Eres mala Florencia, mala!— y al finalizar, la chiquilla hecha un mar de lágrimas, se echó a correr fuera de casa. De inmediato Laura fue tras ella y estuvo fuera de la casa de los Moreno sin tocar la puerta. Prefería hacerlo cuando a la niña se le pasara la rabieta.

Todo lo que Julie le dijo, le hizo tanto llorar como reflexionar. La pequeña tenía razón. Además, Florencia estaba harta de vivir en un lugar a que no es el suyo, harta de no tener a su familia a un lado y siempre al volver del trabajo, llegar a un departamento que solamente ella habitaba.

Florencia en medio de lágrimas y sollozos se quitó el anillo y se lo devolvió a un Paolo confundido que se había puesto de pie apenas escuchó lo de aquel beso de su novia con Pablo. Rafael también se encontraba un poco confundido y prefirió dejar a solas a la pareja para que pudieran hablar con calma sobre lo sucedido.

—¿Eso que dijo tu hermana es verdad, Florencia? Per favore sé honesta conmigo.
—Sí, sí es verdad. Pero te juro que no lo planeé, yo...
—Tú estás enamorada de él y no de mí. Siempre lo has estado.
—¿Qué? No, eso no es verdad. ¿Cómo...?
—Me di cuenta desde la primera vez que me hablaste de él. Con tanta alegría, con tanta fuerza, con tanta pasión... con tanto amor... Hasta me llegué a preguntar si alguna vez con alguien hablaste de mí así.
—Perdóname Paolo, no medí el daño que te estaba causando con mis palabras.
Non preoccupare, bella. Hice todo lo que estuvo en mí para que te enamoraras de mí pero no funcionó. En todos estos años, nunca funcionó.
—Pero yo te quiero.
—Me quieres, pero no me amas. Yo no puedo estar con alguien que no siente lo mismo que yo. Y porque te quiero, es que es mejor terminar. Yo quiero verte feliz, Flor. Y tu felicidad está con Pablo, así que anda, ve y búscalo. Dile todo lo que de verdad sientes y sean felices. Porque sé que también se muere por estar contigo, que también siente lo mismo que tú. De no ser así, no se habría marchado tan pronto aceptaste casarte conmigo.
—Ay Paolo, lo siento tantísimo. De verdad.
—Yo no. Lo único que sí me duele es que no le agrado a tu hermanita. Tan linda que es. Ojalá con esto que hice ya me tenga en un mejor concepto de como me ha tenido desde que puse un pie aquí en su casa. Para ella no quería ser en absoluto un intruso o un ladrón que vino a robarse a su hermana. Pero anda ya, ve con Pablo y recupera todos estos años que habéis perdido por tu trabajo en Londres.
—Ay es verdad, el trabajo en Londres. Madre mía no puedo dejarlo así.
—Descuida, que yo arreglo lo de tu plaza. Haré lo posible porque te transfieran acá y empieces el año en una nueva oficina aquí en tu lugar. Lugar de donde nunca debiste haber salido.
—Gracias Paolo. Eres un amor, como siempre. No tendré nunca cómo pagártelo.
—Con tu amistad seré más que feliz, créeme. Será mi mejor regalo de Navidad y Año Nuevo.

The Christmas Song (Historia Corta) [Pablo Alborán] | TERMINADA |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora