Si le hubieran dicho a Hijikata Toushirou que además de cumplir su labor como oficial del shinsengumi, también tendría que hacer el papel de niñera, habría preferido no salir a realizar la patrulla por las calles de Edo y optado por continuar con el papeleo dentro del cuartel, sobre todo si aquel crío se había enfurruñado y negado a soltar alguna palabra, solo limitándose a observarlo con esos enormes ojos azules que expresaban resentimiento, haciendo más complicada su labor.
Pero ¿qué había hecho mal él? Tan solo le había preguntado su nombre y dirección para llevarlo y entregarlo a sus irresponsables padres. Pero por lo visto, ese mocoso ya lo conocía de algún lado, se lo indicaba la forma tan confiada en la que se había dirigido a él utilizando aquel mote que solo algunos tenían el atrevimiento de pronunciar.
¿Quién demonios era ese niño? Por más que le observara y su rostro le resultara familiar no podía dar con la respuesta que tanto buscaba, pero quizás alguien más si pudiera.
***
El fusama que daba paso a la habitación en la cual diariamente los oficiales del shinsengumi comían fue abierto con fuerza, silenciando casi de inmediato las voces en el interior y haciendo que todos detuvieran su labor, dejando sus alimentos en un segundo plano, para observar con curiosidad al vice comandante que ingresaba de manera ruidosa al comedor; pero antes de que Hijikata pudiera elevar su voz para llamar a quien necesitaba el pequeño desconocido corrió rápidamente al interior perdiéndose entre la multitud de mesas y hombres.
—¡Oi! — Grito Toushirou, teniendo la entera disposición de ir tras el niño. Sin embargo, una escalofriante presciencia junto con una monótona voz impidió que apenas se moviera de su lugar.
—Oye Hijikata-san, ¿no es demasiado pronto para que regreses de tu patrullaje?—
—¡Ve y comete seppuku! — grito con enfado — Se supone que era tu deber salir a patrullar.—
—He estado haciendo cosas realmente importantes. Mientras tú salias a divertirte, yo me quede vigilando a estos vagos. — la expresión inocente del rostro de Sougo hubiera engañado a cualquiera que no lo conociese.
—El único vago aquí eres tú. Debes empezar a comportarte y hacer tu deber como oficial — murmuro entre dientes, mientras que con una de sus manos tomaba con firmeza la solapa de la chaqueta de Sougo con la finalidad de que sus rostros quedaran a escasos centímetros. Teniendo la pequeña esperanza de darle un escarmiento. — Además ¿Qué tiene de divertido salir a hacer patrullaje en las calles?
—Es obvio, Hijikata — tanto la expresión como el tono en la voz del capitán demostraban que el enfado de Toushirou no tenía ni un efecto en él. —Vas por ahí y secuestras niños para cumplir con tus fetiches, debes recordar que este es un fanfic apto para todo público y la pedofilia no está permitida.
—¡No soy ningún pedófilo, crío de mierda!—
—¡Chicos! Cogí a este pervertido con las manos en la masa — Sougo alzo aún más su voz y señalo de manera acusadora a Hijikata.
Algunos los observaban horrorizados ya que las discusiones del demoníaco vice comandante y del capitán de la primera división no siempre terminaban bien, otros en cambio reían y comentaban en voz baja las divertidas ocurrencias del capitán.
—Es seppuku para ti, estúpido adicto a la mayonesa — de un rápido movimiento Sougo se zafó del agarrare en su chaqueta para ser esta vez él quien tomara a Hijikata del brazo y para comenzar a arrastrarlo fuera de la habitación — Seré gentil y te ayudaré.—
Pero antes de que lograran dar un paso fuera del lugar un fuerte tirón en la chaqueta de Sougo hizo que se detuvieran; al dirigir sus miradas tras ellos se encontraron con aquel pequeño que sostenía firmemente el borde de la chaqueta y observaba al príncipe de los sádicos con sus grandes y brillantes ojos azules, para luego alzar ambos brazos en su dirección y chillar alegremente.
—¡Papi!
Un absoluto silencio reino en la habitación y Hijikata podía sentir claramente como el sudor y un ligero temblor se apoderaba de su cuerpo, de tal forma que apenas pudo impedir que el cigarrillo cayera de su boca.
***
El mismo silencio de hace momentos atrás se había instalado en la habitación de Kondou Isao, donde Hijikata había arrastrado tanto al niño como a Sougo una vez que el resto de los subordinados alzaran sus voces de completa confusión y sorpresa por las palabras pronunciadas por el niño. Cuando entro al lugar a penas le había dado el tiempo a Kondou de preguntar qué ocurría y prácticamente se había lanzado sobre él contándole el aterrador descubrimiento que había hecho, pero tras su ferviente discurso el mutismo se había apoderado de los 3 adultos, a excepción del obstinado infante que se había encaprichado con sentarse sobre las piernas de Sougo y a pesar de que este lo cogiera de sus ropas y lo dejara caer sin ninguna delicadeza a su lado, el pequeño volvía nuevamente a ubicarse sobre sus muslos.
Tras unos cuantos segundos más de silencio y una rendición por parte de Sougo dejando hacer al niño lo que quisiese, Kondou por fin hizo un movimiento tosiendo contra su puño para llamar la atención de todos.
— Sougo... ¿Es cierto? — lo observo con una seriedad que pocas veces solía mostrar, pero el aludido solo le devolvió la mirada, sin siquiera realizar una mueca o expresión que respondiera a su pregunta. — ¿Toshi?...
Esta vez su mirada fue dirigida hacía el hombre junto a él, quién cerró sus ojos y asintió con lentitud.
—Ya veo. — apenas se le escucho murmurar a Kondou, mientras cubría su rostro con ambas manos. — Es increíble...—
— ¿Kondou-San? — cuestionó Hijikata, la voz le tembló ligeramente y hasta el inmutable de Sougo mostró un poco preocupación en su mirada.
— ¡Toshi! — hablo una vez más el gorila, pero esta vez alzando el volumen de su voz — Soy tío, Toshi — sin que nadie pudiera evitarlo, estallo en lágrimas y se levantó de su lugar para coger con fuerza al niño entre sus brazos y frotar una y otra vez sus mejillas con las propias.
—¡Maldito gorila! — grito Hijikata, señalandolo con su dedo índice. — Se supone que debes regañarle, por causa de esto la reputación del shinsengumi estará por los suelos.
—La reputación del shinsengumi es como el miembro de un anciano... Ha estado un largo tiempo caída y por más que lo intentes no podrás hacer que se vuelva a levantar — la seriedad en las palabras de Sougo, aumentaron aún más el enfado de Hijikata. — Y ni siquiera sabemos si realmente es mío.—
—Pero solo basta con mirarlo para saberlo. — refutó Kondou, mientras aún continuaba con el niño entre sus brazos — Es igual a ti cuando eras pequeño.—
—De todas formas — hablo una vez más Sougo, ignorando las palabras dichas por el comandante. — Hijibaka lo trajo, así que él se hará responsable, ya es hora de que asuma mis responsabilidades y vaya a cumplir mi deber como oficial. — se levantó mientras le dirigía una ladina sonrisa a Toushirou y salía del lugar con pasos perezosos.
—Vuelve acá, pequeña mier...
—Toshi — le interrumpió el niño que luchaba entre los brazos del comandante para poder liberarse. — Trae bananas, el gorila tiene hambre.
—¡No me digas Toshi!—
—También quiero galletas de arroz picante.
Hijikata observo al niño por unos segundos para estudiar su pequeño rostro, hasta finalmente soltar un largo suspiro.
—Ustedes.... esta noche será larga.
Continuara...
*Fusama: puerta corredera hecha de grueso papel estirado sobre una estructura de madera.
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El rey del distrito Kabuki
Fanfic¿Cómo es qué un simple juego de escondite se volvió un problema tan grande?