Esa mañana entraron los rayos del sol por la ventana, acompañados por una alarma que no dejaba de sonar indicando el inicio del día para Ellah Hofkings, una mañana rutinaria que constaba de despertar, tender su cama, darse una ducha, arreglarse, maquillarse, desayunar, tomar sus cosas e irse a la escuela. Terminando la primera mitad de clases se dirigía al comedor para disponerse a comer lo que las cocineras le habían ofrecido, para después leer un poco y regresar de nuevo a sus clases de segunda mitad.
Saliendo se dirigía a un trabajo de medio turno que le ayudaba para mantenerse a ella y a su estilo de vida sola por su cuenta.
Al terminar regresaba cansada a su casa para realizar tareas pendientes de la escuela y la casa. Para irse a la cama y prepararse por un día nuevo a la mañana siguiente.
Ésta hubiera sido la mañana del 3 de Junio para Ellah Hofkings excepto que esa mañana se encontraba la policía, los bomberos y los forenses inspeccionando su casa a medio quemar, con un cuarto lleno de sangre, sin evidencias y sin rastro de ella por ninguna parte.