Capítulo 2.

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Capítulo 2: Closet
(Cambiado)

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Los monstruos no existen.
El miedo que se le puede inculcar a un niño con una figura ficticia como lo es el "cuco", para que esté aprenda a quedarse dormido temprano y no se quede despierto hasta altas horas de la noche, es un simple monstruo creado para el aprendizaje.

Así lo es también el "hombre del saco", que ayuda con miedo a mantener siempre a los infantes conscientes de que deben portarse bien. Monstruos que, parecen una forma amena y divertida de enseñarle a los más pequeños el mundo de los adultos.

Pero la realidad es que, los monstruos si existen y no es necesario disfrazarlos de alguna manera burda, porque pueden ser tan bellos como una madre que aparenta ser cariñosa, un profesor que en el trabajo aparenta ser diligente y confiable, o un jefe de empresa que da aires de respeto a todo aquel que lo observe llegar.

-Catra, no hay nada en el closet - informó el padre con la voz rasposa, sacándole algunos mechones del pelo - trata de dormir, ¿si bonita?

Su padre, un joven de semblante calmado pero de un cuerpo lo suficientemente grande para intimar a cualquiera, a ella le brindaba paz y seguridad, y además sentía que era el único capaz de espantar a los monstruos que la afligian por las noches a tal punto de gritar.

Acomodo las sábanas sobre su pecho, acariciando la mejilla de la trigueña y dejando un beso apresurado en su frente, pero esta comenzó a hacer un puchero gimiendo por lo bajo con desesperación.

Nego frenéticamente, asustada de que aquel extraño ser que caminaba en cuatro patas y la observaba con un inquietante ojo similar a una canica azul hubiera sido reemplazado por algo peor, porque lo que vio era más humano, con cabello largo y rojizo.

-Catra, si tú mamá se despierta..

Y cómo si eso fuera un mensaje mandado por telepatía, la mujer se asomo torpemente por el marco de la puerta.

-Qué sucede - bostezo rascando su nuca con molestia - Oh cariño, ¿otra vez? Creía que con la charla que habíamos tenido..

-Solo fue una pesadilla, Heather - sentenció con lejanía, una que Catra siendo tan pequeña no notaba nunca.

Si, sus padres no se llevaban diciendo cosas cariñosas como veía que si ocurría con las parejas que presenciaba en la televisión de pantalla plana en la cafetería del primer piso, donde veía telenovelas cuando la señora Marisol se lo permitía (Y si estaba de buen humor, hasta le daba una cajita de jugo). Aún así, esta vez no sabría decir si él le contestó así porque tenía miedo, al igual que ella, del monstruo que se mantenía ahora en silencio dentro del closet.

¿O acaso era otra cosa?
¿En verdad ese hombre era su padre?

De un puñetazo certero apagó la molesta alarma que se ínterponía entre ella con su sueño, soltando un gruñido de molestia genuina.

-Joder... -bostezo- hace mucho que no tenía esos sueños...

Se dio media vuelta ronroneando, dispuesta con una sonrisa pintada en la cara a seguir durmiendo.
Pero obvio, nada la dejaría en paz ese día.

-¡Maldición, maldito celular! -grito saltando de la cama viendo la pantalla iluminada, la cuál además mostraba la foto de cierta albina haciendo una cara graciosa- ah

-¡Buenos días gatitaa! -se escucho al otro lado de la línea y ella gruño- ¿Supongo que ya te levantabas no dormilona?

-Scorpia, te das cuenta de la hora que es aún ¿no tonta?

Metamorphosis Psicótica [Catradora]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora