Camino a Asturias...

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En cuanto salieron del camerino de Ale y escuché que cerraron la puerta, caminé hacia su alta figura hasta que logré aferrarme a su cintura... antes de permitirme pronunciarme él se anticipó

- Comprendo que no tenía que haberles contado nada... porque eran cuestiones privadas que no les incumben... pero no te enfades

- ‎No me importa eso... me importas tú... date la vuelta por favor

- ‎Malú ahora no

- ‎Melendi ahora sí, necesito verte

Debido a su reticencia a girarse decidí ser yo la que se moviera hasta quedar delante de él, procuró agachar la cabeza para ocultarme su cara, sin embargo le confesé

- Melendi ya sé que has llorado...

- ‎Perdón...

- ‎Parar de disculparos por todo... ni tú, ni Alejandro, ni siquiera yo... tenemos la culpa de lo que sucedió, Adrián es el único responsable

Sus ojos con un blanco irritado se clavaron en los míos, mientras aún lágrimas salpicaban su piel por la explosión de emociones que vivió, colocándome de puntillas deposité un beso en su nariz, después sequé las gotas con mis dedos, percibía como el cerraba sus párpados disfrutando del momento, entonces le pregunté

- ¿Por qué no me dijiste lo que sentías? ¿por qué te lo guardaste hasta quemarte? ¿por qué no te desahogaste conmigo?

- La situación que tú pasaste ayer fue horrible... y yo no tenía ningún derecho a empeorarla

- Tú en mi vida nunca empeoras nada... al revés consigues mejorarme, gracias a que anoche me levantaste del suelo hoy estoy aquí

Sus manos palparon delicadamente cada rincón de mi rostro, mientras su mirada se esforzaba por examinarme detenidamente capturando detalles. Espacio y tiempo se detuvieron cuando observé que la distancia entre nuestros labios se reducía... él la reducía... hasta que las bocas se chocaron en un beso lento, que fue adquiriendo maestría a medida que se acomodaban entre ellas.

Melen se separó sin embargo, yo permanecía con los ojos cerrados sintiéndolo como si su lengua aún estuviera manejándome y cubriéndome con ese sabor a café, pero al escuchar su voz mi agradable escena mental con dosis de realidades sensitivas se esfumó

- ‎Cariño vuelve conmigo

- Ehhhh (entoné despistada)

- ‎¿En qué pensabas?

- ¿Tú qué crees...? (pregunté risueña)

- ‎No lo sé... eres bastante impredecible para mi desgracia

- ‎En ti... en tus besos... en tu cuerpo... (enmudecí unos segundos imaginando)

- ‎Sigue, no te detengas (me guiñó travieso rodeando mi cintura con sus brazos mientras yo me colgaba de su cuello)

- ‎Te echo de menos

- ‎¿Cómo es eso posible si pasamos horas y horas juntos?

- ‎Necesito al Melendi mimoso

- ‎¿Lo necesitas de verdad?

- ‎Sí... (afirmé con tono infantil)

Sin soltarme se acercó todavía más a mí hasta que nuestras anatomías se encontraron, unió su frente a la mía y después de acomodar un beso en mi nariz insistió orgulloso

- ¿Cuánto te hago falta?

- Mucho

- Ummm... (relamió sus labios)

¿Amigo? (Parte 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora