OO2

270 44 5
                                    

« El amor al arte se encuentra en todos lados; o, simplemente puedes llegar a enloquecer por lo que amas.

¿Que si el amor te lleva a la locura?

Así es.»

Los rayos de luz que se asomaban por entre las cortinas guindas cayeron en los ojos de castaño haciéndolo despertar.

Talló sus ojos para despertarse mejor, y como era de esperarse comenzó a quejarse de un nuevo dolor que le aparecía cada mañana.

— Genial, ahora son las piernas.—
Cerró sus ojos con fuerza, tomó sus piernas y las bajó al suelo. El chico no solía ser tan activo, más bien, hacía lo que podía.
Cuando por fin pudo salir de su adictiva comodidad de su cama se dirigió directamente a bañar, esto siempre le quitaba cualquier malestar mañanero.

Una vez que hizo toda su rutina, bajó las escaleras, su madre estaba como siempre en el despacho, así que mejor se limitó a irla a saludar; Prefirió ir a la sala de música, ya que hambre no tenía por las mañanas.

Se sentó en el suelo con un libro, vió con interés la pasta de este, como si estuviese buscando algo.

A lo lejos se escuchó el timbre, eso le importó poco, prosiguió con su lectura, este texto le había interesado, trataba de cómo las personas aprendían a ser felices siguiendo a su corazón y no sólo a su mente.
Pero, todo el encanto terminó en cuanto escuchó la voz de aquella mujer diciéndole lo mismo, "Su madre lo espera."

¿No se cansaba de interrumpirlo?

Al parecer, no.

Desganado se levantó dejando el libro en el suelo, soltó un largo suspiro una vez que salió al pasillo.

|🎼|

Por fin se había decidido, o más bien, lo habían convencido.

Y ahí se encontraba, frente a la residencia Kim, teniendo un debate consigo mismo sobre si entrar o salir huyendo como el cobarde que es.
Algo le hizo tocar el timbre, abrió un señor y le dió paso al lugar, ahí lo recibió una mujer, para que mentir, muy bien vestida, su rostro se veía de una mujer feliz, pero, su mirada estaba obscura y sin vida.

Esa mujer mando llamar a su hijo, automáticamente se le había erizado la piel al ver al chico bajar las escaleras, se veía tan radiante, algo que en esa familia ya no se veía.

— El es Jinhwan.— Dijo la mujer tomando al chico de los hombros.
— Estoy poniendo toda mi esperanza en tí, hazlo cambiar, porfavor.—

Bien, al parecer ella no podía lidiar con una etapa de rebeldía de su hijo, pero, ¿si podía estar bien tras tres conciertos seguidos?

El pelinegro suspiró.

— Trataré de hacer lo que pueda.—
Le sonrió por última vez.

— Bien, estás en tu casa.—
La mujer le correspondió la sonrisa de igual manera para después tomar otro camino dejándolo solo con el bajito.

•Bien, esto es horrible, él no se ve como alguien que sea un peligro.— Pensó.

— ¿Tú quién eres?, ¿Para que te contrataron?— El chico se había animado a hablar.

— Mi nombre es Junhoe, no estoy aquí porque quiero, y soy tu nuevo tutor artístico.— Aclaró la garganta una vez que acabó su oración.

— ¿De verdad?, ¿Tú?— Alzó una ceja incrédulo.

— Conmigo no te queda tu arrogancia, ¿Entendido?, Yo no soy como tus demás maestros.— bajó la mirada debido a la diferencia de estatura.

El azabache sólo bufó para después salir corriendo hacía quién sabe dónde.

— Lo que te espera, niño bonito.

The Music Made The Artist ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora