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Betsie se encontraba aburrida, no le gustaba la rutina y precisamente por eso ella experimentaba nuevas cosas.

—Hermanos Dios los bendiga, hoy hay ensayo de la alabanza a las ocho.

El pastor de la iglesia mando el mensaje, avisando que se retrasaría una hora por cuestiones personales.
Betsie no leyó el mensaje por ende ya salía de su casa un poco tarde para el ensayo.

—Siete y media, mierda.

La muchacha susurro e iba casi corriendo a su amada iglesia.

Siete y cuarenta llegó al lugar donde iban a repasar, todas las luces estaban apagadas pero el portón estaba abierto, Betsie entró buscando algún alma dentro del lugar y ¡bingo! La habitación de los instrumentos tenía las luces prendidas así que ella se dirigio a aquel lugar, el sonido de una guitarra eléctrica sin conectar se escuchaba en el lugar.

—Buenas noches— Betsie hablo en voz alta.

—El ensayo es a las ocho— pronunció una voz masculina detrás de la puerta.

Betsie decidió abrir la puerta y mirar quien se encontraba detrás de esta, no le sorprendió para nada ver a Rodrigo ahí, solo se acercó y se sentó a un lado de él.

—Hola— dijo ella.

—¿Como has estado?—  Rodrigo pronunció casi cantando al son de la guitarra que estaba tocando.

—No me quejo, ¿Porque no la conectas?

Betsie rasgo las cuerdas de la guitarra haciendo que la melodía que Rodrigo tocaba se pierda.

—Porque no.

Rodrigo se alejo de ella, dejo la guitarra a un lado y tomo la guitarra acústica, se sento frente a Betsie, la miro a los ojos y comenzó a tocar.

—Mi locura y tu serenidad se entienden
Y un extracto de tu boca me domina
No tenemos ni una deuda no hay pendientes,
No hace falta nada a cambio
No hay espacio a la ironía,... respírame soy para ti— Rodrigo cantaba y miraba a los ojos de la chica, que lo miraba nerviosa.

Betsie apartó la vista y se levantó de su lugar para ver los instrumentos que se encontraban colgados en la pared amarilla crema.

Rodrigo dejo de tocar y observó cada paso de la chica, miro como las uñas de Betsie lastimaba las palmas de sus manos.

—¿Porque haces eso?

Fue lo único que se le ocurrió preguntar.

—¿Qué cosa?

Betsie lo miraba esperando una respuesta, no la obtuvo, de pronto la situación era tensa, Rodrigo se había levantado y se acercaba a ella, con la mirada en el suelo y una sonrisa coqueta. La muchacha sentía la cercanía de él, sentía su respiración en su boca y sentía como el tocaba sus manos, la estaba intimidando.

—No tienes que herirte si estás nerviosa, eso de lastimarte con tus propias uñas no es bueno— susurro.

—Lo hago involuntariamente— pronunció la chica en el mismo tono.

Él se alejó y se fue de la habitación sin explicación alguna ¡¿Qué demonios acaba de pasar?! Esa pregunta rondaba en la cabeza de la chica que quedó estática luego del suceso.

...

El ensayo había acabado, Betsie fue alargada por sus notas altas y para ella eso era reconfortante. Afuera hacía frío, era extremadamente importante tener calor para ella ya que el frío hacía que se congestione su nariz. Rodrigo sentía mucho calor aún estando afuera del lugar, pero noto que la chica estaba temblando demasiado, se acercó y le ofreció su chaqueta, al principio Betsie se negó a ponérsela pero al final acepto, el gesto de Rodrigo le pareció muy tierno y algo muy nuevo en su vida, por primera vez en su vida un chico le brindaba calor sin importarle el frío que se generaba a sí mismo.

—Chicos nos vemos el jueves en la noche, puntuales, Dios los bendiga— el pastor se despidió y subió a su auto con casi todos los hermanos de la alabanza.

—¿Quieres que te lleve?— Rodrigo pregunto en medio de la calle.

—Eso no se pregunta— Betsie lo siguió.

Rodrigo entro al auto y puso música, Betsie al subir golpeó su pierna y susurro un auch tan audible que Brayan se preocupó y comenzó a sobar la pierna sin saber en dónde fue el golpe.

—¿Estás bien?— la miro preocupado.

—Si, me golpee y duele como nunca, estoy bien gracias.

Rodrigo se rió, y comenzó a tocar toda su pierna de manera brusca hasta que encontró el golpe, la chica chillaba y le pedía que pare, no le dolía, le divertía.

Esa noche Betsie llegó a las once y media, se habían entretenido tanto hablando y riendo que el tiempo se les pasó volando.

Ella es BetsieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora