Capítulo 2. "No me olvides."

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Se removió incómodo en el asiento trasero de su camioneta, los rayos del sol ya se comenzaban a colar por las pequeñas cortinas rojas que ésta tenía, miró el reloj que llevaba en la mano izquierda, las ocho en punto de la mañana, sin duda alguna hoy comenzaba muy temprano el día, ayer por la noche, había quedado con Louis de verse el viernes por la tarde, irían a tomar un trago, lo hacía sentir feliz el hecho de haber encontrado a su mejor amigo en aquel restaurant que según Louis frecuentaba muy a menudo gracias a las juntas de trabajo que tenían una vez cada dos semanas, ¿Cómo sería su vida si él hubiese aceptado la oferta de su amigo?, últimamente se formulaba preguntas que comenzaban con “¿Cómo sería si…?” y definitivamente eso estaba mal, él tenía que disfrutar el presente, vivirlo, sentir y apreciarlo. Bajó de la camioneta y estiró todos sus músculos, un olor increíblemente asqueroso atravesó sus fosas nasales, era él, tenía que encontrar unas regaderas públicas lo antes posible. Subió a la camioneta, a la parte delantera y comenzó a manejar sin rumbo fijo, claro, claro que tenía uno, una regadera pero seguramente por el camino se atravesaría una y así fue cuando se detuvo en una gasolinera.

Bajó de la camioneta con otro cambio de ropa en sus manos y entro a las regaderas, caminó hasta la última y la abrió, enseguida el agua salió salvajemente por el pequeño cubículo, se metió bajo ésta sin quitarse la ropa, no se preocupaba que se mojara pues aún así tenía que lavarla, el agua era fría, vaya que estaba fría y por una parte agradeció que tuviera esa temperatura pues le ayudaba a relajarse más.

Al final de veinte minutos salió cambiado y con la ropa que había lavado entre sus manos, salió del lugar, caminó a su camioneta, abrió la puerta trasera y tendió la ropa en los asientos, una vez que estaba tendida se dirigió a la puerta de adelante y manejó hasta el centro, cuando llegó, sacó su bombo y se puso a tocar como si no hubiese mañana y como si las palmas de sus manos no gritaran que parara.

[*]

“La tomó por las caderas, la acercó lentamente a él y siguieron bailando al compás de la exquisita música.

-Te amo Heather.

-Te amo Jack.”

-Dime por favor que dormiste.-Se sobresaltó  y se dio la media vuelta para encontrarse con la silueta de Matt apoyado en el umbral de la puerta.

-C-Claro.-Respondió.

-¿Y esa jarra vacía de café?.-Maldita sea, la había perturbado justo a la mitad del penúltimo capítulo de aquella historia.

-No he dormido Matt, de acuerdo.-Levantó ambas manos en resignación. –No he dormido nada y no lo haré, al menos no hasta que acabe el borrador.-Suspiró pesadamente.

-Me preocupo por ti, tienes que dormir.-

Y te lo agradezco, no sabes cuánto pero justo ahora estaba en la mitad del penúltimo capítulo.

-¡Wow!, ¡¿Cuántos escribirte anoche?!.-Preguntó mientras se acercaba a ella, la abrazó por la espalda y besó su cabeza.

-Creo que… diez.-Levantó ambos hombros restándole importancia.

-No pierdes tu toque, amor.-Sonrió.

-Y espero no perderlo jamás.

-Y no creo que eso algún día llegue a pasar, eres una de las mejores escritoras del país.

-Por favor no me eches tantas flores.-Sonrió.

-No, lo digo en serio, ese libro “No me olvides” te dio el éxito, te fue como viento en popa.-Ella se removió un poco incómoda y asintió levemente. –Algún día tienes que contarme que te inspiró para hacerlo.-Le guiñó un ojo. –Ahora te traigo el desayuno.-Le sonrió y salió del cuarto.

-Si supieras lo que me inspiró…-Susurró se levantó de la silla de madera en la que se encontraba sentada y se puso de espaldas frente al gran espejo que había frente a ella, subió su sudadera verde y bajó un poco sus pantalones grises, mordisqueó su labio inferior cuando la vió, ahí seguía intacta y ahí seguiría por siempre, la “H” seguía tan remarcada como el primer día, de un color negro y profundo, tan oscura como el dueño de dicha inicial, la talló con las yemas de sus dedos y se estremeció por los recuerdos, incontables veces, Matt le había preguntado el significado de aquella H pero ella jamás le había dicho, siempre tenía una excusa y esquivaba el tema pero estaba muy consciente de que algún día tendría que contarle y tal vez le estaba dando mucha importancia a lo que iba a pensar Matt, tal vez el solo reiría y la tacharía de rebelde o loca.

-¿En dónde mierda estarás hijo de puta?.-Susurró apretando los dientes, bajó con odio la sudadera y frunció el entrecejo, caminó como niña pequeña hacia la silla y se sentó en ella mientras abrazaba sus propios pies, los ojos se le aguaron, ya comenzaba a pucherear, aún le seguía afectando aquel engaño, a pesar de que amaba a Matt porque ¿Lo amaba, cierto?, claro que sí, lo amaba, ya había compartido dos años a su lado, dos maravillosos años…

¿A quién engañaba?, todavía seguía enganchada de Harry Styles.

[*]

Eran las seis de la tarde cuando caminaba por el centro de Londres con las manos dentro de los bolsillos del pantalón negro, miraba a la acera mientras se preguntaba como estaría su madre y Gemma, ¿Gemma ya tendría hijos?, ¿Sería el ya tío?, si las matemáticas no le fallaban, ahora Gemma tendría veintiocho años, ¿Sería buena idea pararse por su casa?, Anne jamás le cerraría las puertas de eso estaba seguro, lo recibiría con un gran abrazo y comida casera caliente y por otro lado estaba su padre, Des, ¿Cómo estaría?, ¿Iría manejando bien la empresa?, quien sabe, solo deseaba que toda su familia estuviese bien.

Enfrente de él había una librería “La ardilla sabia” se podía leer arriba del local, sonrió, ¿Quién le ponía un nombre así a una librería?, definitivamente un loco y miren que él sabía de locos, cruzó la calle y entró, un vistazo no vendría nada mal, se sorprendió al ver la cantidad de gente que había en él, jamás pensó que a las personas tuvieran un gusto realmente grande por leer pero aquella idea se había deshecho esa tarde, recorrió los pasillos del área de ciencias, física, anatomía, política, a él solo le interesaba la filosofía, después de todo era su profesión y la amaba más que a nada, así pues, encontró el pasillo y ojeó unos cuantos, tomó un par de su agrado, los llevaría, al darse media vuelta vió el estante que decía “Novelas”, no perdía nada con ir a curiosear unos instantes, no tenía nada que hacer así que fue y sus ojos comenzaron a recorrer las portadas, iban desde las más ridículas y cursis hasta las más serias y profundas, rosadas, beige, azules, negras, verdes.

-“Besar a un ángel” de Susan Elizabeth Phillips. –Leyó. -“El infierno de Gabriel” por Sylvain Reynard, “Cincuenta sombras de Grey” escrito por: E. L. James.-Seguía leyendo y tocando las portadas con las yemas de sus dedos. –“No me olvides” autora: Alessa Hoffman, Lecciones de sed…-Se paró y regresó al libro anterior. ¡¿Qué era lo que sus ojos estaban viendo?!, esto no podía ser verdad, esto seguramente era una jodida broma.

Sin pensarlo dos segundos, tomó el libro y observó con gran detenimiento la portada, era blanca y en ella aparecían dos amantes a punto de besarse, se podía observar el perfil de la chica y del chico, la letra era cursiva y dorada, le dio la vuelta y leyó la reseña. No pudo estar más sorprendido que cuando sus ojos viajaban entre las líneas, estaba asombrado, cada vez que su cerebro captaba y procesaba cada palabra se asombraba más, ésta parecía ser una broma una jodida y muy mala broma, dirigió su vista hacia el hueco que ahora había en el estante y notó que había más ejemplares, sus ojos se volvieron a clavar en la reseña y la volvió a leer por segunda vez, esa historia se parecía tanto al romance que había tenido con ella, con la mismísima escritora de tal libro, con Alessa Hoffman, caminó a grandes zancadas hacia la caja, pagó los tres libros que llevaba y salió realmente desconcertado y asombrado de la librería “La ardilla sabia.”

"Buscándote, encontrándote, viviéndote." H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora