Se encontraba tocando su preciado bombo en el centro de la ciudad, mordisqueaba su labio interior mientras sentía el ritmo que de éste emanaba recorrer tras toda su piel, cerraba los ojos mientras inhalaba profundamente, definitivamente no había cosa que se le comparara con aquel bendito sonido, era su remedio para cualquier enfermedad, para cualquier daño emocional, después de escribir filosofía, ésta era la mejor cosa que le salía hacer. Abrió los ojos verdes de par en par y pudo notar como una gran multitud de gente se le había formado alrededor, sonrió mostrando ambos hoyuelos, le fascinaba que la gente apreciara lo que hacía, que se relajara y soltara un poco de estrés que llevaban en sus ajetreadas vidas, sus ojos de posaron en un niño que estaba frente a él, aquel niño clavaba sus ojos en el bombo mientras movía su pie derecho al compás, lo estrechaba contra el suelo y lo volvía a levantar para así moverse un poquito, ese niño le recordaba bastante a él cuando era pequeño, a lo mucho, ese niño tendría unos diez años, subió un poco más su vista y pudo ver a la rubia por la que estaba acompañado, tal vez era su madre, aquella rubia clavaba sus ojos color miel en el ruloso, lo veía sin ninguna expresión en su rostro, tal vez era curiosidad o qué sabía él, el punto era que aquella rubia no podía separar sus ojos de él.
Un par de toques más y terminó, la gente estalló en aplausos y al fin las palmas de sus manos gritaron de placer al sentir el descanso que al dejar de tocar les proporcionaba, mordisqueó su labio inferior, se levantó del pequeño banco de madera y con una gran sonrisa agradeció la ovación, sin pedirlo él, la gente aventó monedas hacia su sombrero que por casualidad se había quitado antes de comenzar a tocar y lo había dejado en el suelo, justo delante de él. No, la verdad es que no lo había hecho por casualidad, de verdad lo había dejado en el suelo con esa intensión pero él se hacia el desentendido.
Frunció el entrecejo cuando observó que aquella rubia se acercaba hasta él con paso firme mientras el pequeño niño jaloneaba de ella hacia adelante, justo en donde estaba parado Harry, cuando estaban a escasos dos metros, el niño decidió parar y observarlo con gran detenimiento de arriba hacia abajo, sus pequeños ojos del mismo color de la rubia se abrieron con gran fascinación al observar los harapos que él llevaba, ¿Sería la primera vez que el niño observaba algo así?, y como si se hubiese preguntado aquello en voz alta, la rubia respondió:
-Discúlpalo, es la primera vez que ve este tipo de espectáculo en la calle.-Sonrió cortésmente pero algo no le pareció a Harry, ¿Espectáculo?, lo último que le parecía a él era un espectáculo, más bien, era como arte plasmado en música y no era porque tocara él, sino porque siempre había visto aquel instrumento de tal manera. Pero dejó pasar aquel comentario estúpido de la rubia solo porque era guapa.
-Para mí ha sido todo un placer.-Hizo una reverencia y sonrió.
-¿Puedo tocarlo?.-Preguntó el pequeño.
-Greg no creo que sea…-Harry la interrumpió.
-Oh, así que Greg.-Sonrió en dirección al pequeño. –Mucho gusto, mi nombre es Harry y por supuesto que puedes acercarte a tocarlo.-Le dio espacio al pequeño para que éste se colocara detrás del bombo y comenzara con los manotazos, Harry se colocó a un lado de la rubia y miró sonriendo la escena, la rubia se sobresaltó al escuchar el primer toque del niño, pues le había dado muy duro. El pequeño tomó su mano derecha con la mano izquierda y la sobó un poco.
-¿Estás bien?.-Preguntó la rubia. El niño sin levantar la cabeza asintió pero se podía ver que tenía el entrecejo fruncido por el dolor y como si no le importara volvió a tocar pero ahora era un golpe tras otro.
Harry sonrió con gran placer al ver lo que provocaba su bombo, la rubia comenzó a mover su pie derecho en compás con lo que tocaba su hermano, dirigió su vista hacia Harry y sonrió al ver que éste miraba a su hermano sonriendo mientras se tapaba la boca con ambas manos. Así es, la rubia era hermana del pequeño.
-Mucho gusto, soy Rebecca, hermana de Greg.-Harry miró su mano extendida para después subir su vista hasta sus ojos, estrechó la mano de Rebecca y le sonrió.
-Harry Styles, el gusto es mío.- Rebecca mordió su labio inferior y Harry supo que estaba pasando por su cabeza.
-¿Tocas por aquí muy a menudo?.-Preguntó soltándole la mano.
-Sí, éste es mi lugar favorito para tocar, me inspira notas que jamás había escuchado.-Sonrió.
-No puedo creerlo, ¿Quieres decir que tú mismo creas tu música?.-Abrió mucho los ojos mieles. Harry levantó los hombros restándole importancia.
-Eso es lo que hay.-Dijo sonriendo.
-Estoy estudiando el último año de artes escénicas y déjame decirte que tu música es como una cura para el alma.-¡Bingo!, esa sola frase bastó para que Harry quisiera pedirle matrimonio.
-Muchas gracias, es un placer recibir tales halagos de alguien que evidentemente si sabe de arte.-Le guiñó un ojo.
-No hace falta saber de arte al cien por ciento, quiero decir, solo escuchar el ritmo de ese bombo te transporta a otro lado.
-Me pasa lo mismo, es una especie de sonido mágico, te transporta a lugares no encontrados, a los escondites más recónditos y maravillosos de tu propia mente.-Rebecca sonrió ampliamente.
-Increíble hablar de temas como este contigo, es una delicia escucharte, Harry y no solo con el bombo.-El sintió que las mejillas se le ponían calientes y ella sonrió.
-Muchas gracias, a mí también me ha encantado escucharte.-Dijo de la misma manera.
-¿Vives por aquí?.-Preguntó Rebecca.
-No tengo una dirección fija, soy de aquí y de allá, quiero decir, de donde me sienta cómodo, de donde me sienta parte de.-Sonrió.
-¿Es una especia de viaje mochila?.-Preguntó con el entrecejo fruncido y Harry se carcajeó.
-No exactamente.-Carraspeó su garganta. –Esa combi que ves allá.-Señaló con su dedo índice la combi azul. –Es mi más fiel amiga, no me ha dejado solo desde hace cinco años.
-¿Quieres decir que no tienes un trabajo en específico?.-¿Qué era esto?, Rebecca era una desconocida y ya le estaba contando prácticamente toda su vida.
-Es una larga historia…-Suspiró, de pronto a su mente se vino la causante de aquella situación y el libro, el libro que había leído horas antes.
-¿Un café este fin de semana?.-Preguntó Rebecca, ¿Una mujer lo estaba invitando a él a salir?.
-C-Claro.-Respondió saliendo un poco de su transe.
-Toma mi número.-Rebecca anotó el teléfono en una pequeña servilleta y se lo extendió. –Espero que de verdad me llames.-Le sonrió.
-Lo haré.-Dijo Harry sonriéndole.
-Greg, es hora de irnos, si no llegamos a tiempo, mamá nos matará.-Habló hacia su hermano.
-¡Esto está increíble, Harry!.-Gritó el niño mientras lo veía con una gran sonrisa.
-Cuando quieras puede volver a tocarlo.-Miró a Rebecca.
-¡Genia!.-Gritó
-Andando, Greg.-Habló la rubia. –Ha sido un gusto, Harry Styles.-Sonrió.
-El gusto ha sido mío, Rebecca.-Sonrió de medio lado mostrando su hoyuelo derecho y vió a los hermanos desaparecer por toda la plaza.
Bueno, ahora tenía una cita el fin de semana y un costal de sentimientos que poner en el sitio en el que se habían encontrado los últimos cinco años.
ESTÁS LEYENDO
"Buscándote, encontrándote, viviéndote." H.S.
Fanfic"-Fuiste el error más descabellado que he hecho, pero te volvería a cometer las veces necesarias."