La Familia Pimentel tomo una decisión inapelable: adoptar a Erick.
Principalmente, la idea es ayudarlo a sobrevivir hasta que él se sienta capaz de valerse por sí mismo.
Joel no cabía de la felicidad y le urgía contarle al ojiverde lo que ya se había platicado.
-¡Erick!- grita entrando a su habitación, donde hace unos minutos lo había dejado con sus carros.
-¿Que dijeron?- susurro con temor.
Le gustaba estar ahí con ellos, no quería irse.
-¡Vas a vivir aquí!- corrió para abrazarlo.
Al lanzarse sobre lo tiró al piso, y comenzó a darle muchos piquitos en la boca.
Habían hablado sobre los besos, y no era nada malo, porque así es como se demuestran su cariño.
-Tambien vas a ir a la escuela conmigo- se incorpora quedando sentado.
-Pero yo soy más chiquito- lo mira con el ceño fruncido.
-No te vas a quedar así por siempre- se encoje de hombros.
-¿Donde dormiré? Si me dan una mantita, puedo dormir en el suelo- hace un espacio
-Puedes dormir en mi cama, conmigo- le sonríe
-Te voy a incomodar-
-Mamá duerme con papá, porque lo quiere. Y yo a ti te quiero mucho Erick- toma su mano.
-Yo también te quiero mucho Joel- se acerca y le da un beso en la mejilla.
-Entonces dormirás conmigo-
-Si, señor- se estira para que lo abracé.
Le gustan los abrazos de Joel, porque siempre se los da con mucho amor.