cinco

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La Familia Pimentel tomo una decisión inapelable: adoptar a Erick.

Principalmente, la idea es ayudarlo a sobrevivir hasta que él se sienta capaz de valerse por sí mismo.

Joel no cabía de la felicidad y le urgía contarle al ojiverde lo que ya se había platicado.

-¡Erick!- grita entrando a su habitación, donde hace unos minutos lo había dejado con sus carros.

-¿Que dijeron?- susurro con temor.

Le gustaba estar ahí con ellos, no quería irse.

-¡Vas a vivir aquí!- corrió para abrazarlo.

Al lanzarse sobre lo tiró al piso, y comenzó a darle muchos piquitos en la boca.

Habían hablado sobre los besos, y no era nada malo, porque así es como se demuestran su cariño.

-Tambien vas a ir a la escuela conmigo- se incorpora quedando sentado.

-Pero yo soy más chiquito- lo mira con el ceño fruncido.

-No te vas a quedar así por siempre- se encoje de hombros.

-¿Donde dormiré? Si me dan una mantita, puedo dormir en el suelo- hace un espacio

-Puedes dormir en mi cama, conmigo- le sonríe

-Te voy a incomodar-

-Mamá duerme con papá, porque lo quiere. Y yo a ti te quiero mucho Erick- toma su mano.

-Yo también te quiero mucho Joel- se acerca y le da un beso en la mejilla.

-Entonces dormirás conmigo-

-Si, señor- se estira para que lo abracé.

Le gustan los abrazos de Joel, porque siempre se los da con mucho amor.

La Primer Navidad ¡! TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora