Hora de partir

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Los meses pasaron volando como si fueran el ave más rápida del mundo,Dastan, sin darse cuenta, ya estaba aprontando las maletas para irse al aeropuerto, en ella, guardaba ropa, como ese buzo negro con la estampa de su serie favorita que le había regalado el padre, él no veía mucho a su padre ya que éste trabajaba en otro distrito, pero aún así lo amaba, pues él era el ejemplo a seguir de aquel chico, si bien el padre estaba al tanto de toda la situación, no podría irlo a despedir al aeropuerto como su madre, pero como sin darle más importancia al tema, el joven siguió guardando sus cosas, las prendas de ropa pasaban, guardó su consola, su cepillo de dientes, su peine, y hasta un retrato que tenía con su mejor amigo, el cual se llamaba Mitsuki,este era un chico alto, como de un metro ochenta, de piel bastante pálida, ojos celestes y cabello blanco, Mitsuki fue la persona que más le enseñó a Dastan en su vida, le enseñó a defenderse , a ligar con chicas (puesto que Mitsuki era irresistible para la mayoría de ellas), e incluso le enseñó a usar sus poderes, bueno, se podría decir que aprendieron juntos, Mitsuki, al igual que Dastan, también entraba en ese pequeño porcentaje de gente que contaba con habilidades, la de él en particular era curiosa, ya que era "congelar", no era hielo,( aún que el casi siempre congelaba las partículas de agua que yacían en el aire para transformarlas en una masa grande de hielo) si no que era congelar, en el mayor explendor de la palabra, podía congelar personas, el flujo del agua, del aire, incluso en una ocasión, pudo congelar el poder de Dastan cuando éste estaba fuera de control.Dastan no podía evitar llorar cuando pensaba en aquel amigo, hacía un año que no lo veía, debido a que él gobierno se lo había llevado para hacerle pruebas cuando se enteró de sus habilidades y cuando Dastan se enteró de ello, supo al instante que jamás volvería a ver a su amigo.

Dastan sintió el grito de la madre, advirtiendo de que se le haría tarde y que esta sería la única oportunidad que tendría de ir a esa isla, lo que hizo que el chico cerrara velozmente la maleta y bajara a con su madre, la cual la esperaba en el auto para llevarlo al aeropuerto.Fue una hora de viaje hasta que por fin pudo avistar el avión en el cual se iría, aún que lejos de decepcionarlo, el avión que vio le llamó mucho la atención, era un avión lujoso, como de personas ricas, un avión blanco y grande con unas letras que decían "The girl" en color plateado como el de la carta, La niña, que en español era como se llamaba el avión que lo transportaría, era una clara referencia a una de las tres carabelas en las que Cristobal Colon se trasladó cuando descubrió América allá por los años 1492.

Las horas pasaron y Dastan lo sabía, él estaba cada vez más ansioso por subirse al avión y emprender el vuelo que lo llevaría a "La isla" pero algo le resultaba extraño, y es que él era el único con la carta dorada en mano esperando para subir al lujoso ave, aun así, no le daba mayor importancia y siguió esperando.Dos horas pasaron hasta que sintió que la señorita de la aerolínea dijo por el parlante que todos los pasajeros que estuvieran esperando el vuelo hacia La isla en el avión de "The girl" podían ir subiendo, Dastan, ansioso pero a la vez un poco triste porque no vería a ver a sus padres hasta dentro de un año, fue a despedirse de su madre, la cual se encontraba llorando por ver que su hijo creció tan rapido que ni se dio cuenta, Dastan la abrazó y luego de un beso en la mejilla limpio sus lágrimas.

-No te perocupes Mami, estaré bien, solo prométeme que cuidarás de pulguitas¿ si?- La madre asintió con la cabeza, aceptando cuidar a su perro

-Esta bien cariño, lo haré

-Gracias ma, recuerda que te amo mucho y que estaré bien, así que no debes perocuparte.

Dastan se despidió con esas palabras, y abrazándola nuevamente se dispuso a partir.Subió al avión, en el cual no vio a nadie más que al piloto

-Disculpe, ¿Dónde están el resto de personas?- preguntó el chico con inocencia

- Descuide señor Dastan, este es su avión privado, el resto de chicos están yendo a la isla Justo en este momento- oír eso fue un alivio para todas aquellas dudas que él tenía sobre el viaje y sobre el por qué no veía a nadie más en el avión.

-Tome asiento señor, estamos a punto de partir- Dastan obedeció y fue a sentarse, y el piloto, el cual le hablaba como si fuera su mayordomo de confianza que conocía de toda la vida, despegó el avión rumbo a la isla.

La Isla I: Dastan Donde viven las historias. Descúbrelo ahora