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No satisfecha con lo que me acabas de ofrecer, porque nunca lo estoy en totalidad, te atraigo hacia mi cuerpo, el cual se encuentra sediento, caliente, en busca del tuyo, me deshago y me vuelvo a armar cuando tu sonrisita tímida me recibe entre tus rizos y tu piel me pide libertad a gritos, de esos que sólo yo puedo oír, deseos tuyos que puedo discernir en tu gemir, mis ojos curiosos te recorren, te siguen como imanes, como si el bambolear de tus caderas al caminar fuera el ancla a este amor que tan mal me sabe tener, ¿tenés la más mínima idea de lo bien que te ves en ese vestido rojo?

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