Hay muchas cosas sobre vos que no puedo dejar atrás, pero algo en especial, que no logro olvidar del todo, tu cara, puedo jurar que no hay nadie más sincera que vos. Expresiva hasta el último espacio, hermosa en cada detalle, eras una utopía de carne y hueso.
¿Olvidar? Creo que no mereces que te tengan como un capítulo más, siendo tan extraordinaria, me destruiste hasta la mente, y de una manera mágica, a tu manera, eso es parte de tu arte.
Era arte. Como se sentía pasar los dedos por tus mejillas húmedas por haber llorado en mi ropa hasta que te cansabas de sollozar, tus cicatrices de adolescente, tus cejas, tu nariz, la curva entre tu labio inferior y tu mentón, como dejabas que tu cabello caiga con gracia sobre tu cara cuando estabas nerviosa o triste, cuando acariciaba tus sonrisas, débiles, falsas tal vez, pero sonrisas al fin y al cabo. Tu ceño fruncido, tus muecas de disgusto y como tus pómulos se levantaban cuando las carcajadas te podían. Le saludabas hasta a los perros de la calle y no te importaba si la gente te miraba raro al sentarte a hablar con los niños descalzos que encontrabas, la atención que me ponías al escuchar mis quejas estúpidas sobre mi trabajo, sobre mi familia y mis sueños frustrados, tu manera de hacerme ver un mundo lindo aunque tu corazón estaba roto, te tengo un secreto ¿sabés cual es? Quería ser un poco como vos.
