𝑪𝒂𝒑: 3

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Colocó los tirantes en dónde debían ir, trató de acomodar su vestido y reducir las arrugas de este mientras permanecía sentaba sobre el sillón, se inclinó  para colocarse los tacones y permaneció quieta, podía sentirlo detrás  de ella

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Colocó los tirantes en dónde debían ir, trató de acomodar su vestido y reducir las arrugas de este mientras permanecía sentaba sobre el sillón, se inclinó para colocarse los tacones y permaneció quieta, podía sentirlo detrás de ella.

Estaba vestido ya y caminaba hacia su escritorio, alzó su cuerpo y se giró para verlo, tenía la camisa arrugada y el cabello revuelto, el pantalón a medio poner y la mirada neutral, sus ojos se encontraron y entonces habló.

—Sí tengo alguna duda sobre el trabajo te llamaré, así que estaremos en contacto —Dijo con la vista fija en el monitor. —Espero que estés de acuerdo con eso —Pronunció poniendo los ojos en ella.

—Seguro —Fue su respuesta al tomar su bolso y salir.

Cruzó la puerta rojay caminó por el pasillo, las luces y la música estaban ya apagadas, sólo podía verse una tenue luz que sobresalía del pequeño espacio bajo una puerta, era el cuarto dónde las personas que trabajaban tomaban unos tragos al terminar la noche.

Podía escuchar la risa y una que otra palabra de las bailarinas y los meseros que pasaban el rato, sus tacones chocaban contra el suelo y resonaban por el lugar, siguió su camino hasta la puerta por la que había ingresado y salió, el mastodonte ya no estaba y apresuró sus pasos.

Llegó a su auto, quitó el seguro y se adentró en él, cerró la puerta, tomó el cinturón de seguridad y comprobó que estuviera en perfecto estado, no olvidaría usar el cinturón nunca más, no de nuevo.

Condujo por las calles de Santa Clara hasta adentrarse en los suburbios, divisó su casa y estacionó al frente, estaba demasiado cansada para dejarlo dónde debía. Dio unos cuantos pasos hasta el enorme portón de color negro, y presionó el botón del intercomunicador.
Clinton, el guardia de turno la observó a través del monitor y la dejó pasar cerrando tras de ella.

Se adentró en la casa, las luces estaban apagadas y no habia niguna señal de su hermana, camino por el pasillo hacia la cocina, tomo un vaso de cristal y se sirvió un poco de agua y salió de ahí, entró en su habitación.

Un pequeño tirón en la parte trasera de su cabeza la hizo retroceder y casi caer al suelo, se sintió mareada y un poco agitada a la vez, la vista se le nubló y tuvo que sostenerse de la puerta.

"Respira Larissa, respira" Se repitió a sí misma, inhaló y exhaló al menos tres veces hasta poder recuperarse. Estaba más que acostumbrada.
Dio unos cuantos pasos hasta llegar a su cama, tiró los zapatos de tacón en algún lado y se tiró sobre esta, no le importaba tener aún el vestido, debía tranquilizarse y todo pasaría.

Pasaron uno, dos, y tres minutos hasta que pudo ponerse de pie, caminó hasta el baño y deslizó el vestido hasta el suelo al igual que la ropa interior, se adentró a la bañera vacía y encendió el grifo, dejó que esta se llenara lentamente mientras veía un punto fijo. Ni siquiera notó cuándo las lágrimas brotaron de sus ojos y el agua casi le llegaba al pecho, cerró el grifo y se acomodó sobre la bañera, dejó que sus lágrimas se mezclaran con el agua y las sales de baño y cerró los ojos.

•••••

Distinguió a lo lejos una voz que repetía su nombre una y otra vez, sentía el cuerpo y los párpados pesados, y entonces los abrió. Noto a su hermana cerca de ella y entendió que seguía en la bañera, se había quedado dormida sin saberlo.

—Oh Dios Larissa, estaba por salir gritando por ayuda, casi me matas de un susto— Dijo su hermana arrodillada sobre la alfombra, tenia los ojos rojos y llenos de lágrimas.

—Kassandra, estoy bien— Le dije, la miré mientras salía de la bañera con la bata sobre mi cuerpo.

Caminó con su hermana tras ella y llegó hasta el armario.

—No, no sabía qué hacer, no abrías los ojos, me asusté cómodo no tienes idea —Pronunció su hermana.

Se dio la vuelta y quedó frente a ella.

—Kassidi, estoy bien, mírame —Tomó su rostro entre sus manos. —Estoy aquí, estoy contigo.
—Sí, estás conmigo —Sonrió a medida que respiraba con calma.
—Ahora ve a dormir, debes descansar —Le dijo mientras la conducía a la puerta.

Su hermana salió sin decir una palabra y sólo escuchó el sonido de la puerta cerrarse, la relación de ambas era demasiado compleja, podían gritarse y maldecirse pero al final del día eran familia, y sólo se tenían la una a la otra, daría todo por ella.

Se quedó unos segundos parada en el marco de la puerta, y luego caminó al armario de nuevo, tomó una pijama de seda y se la colocó, dejó su cabello caer con descuido y se dirigió hacia la cama, apagó la lámpara que iluminaba su habitación, una suave luz se colaba tras la ventana y hacía ver el lugar no tan oscuro, fijó la vista en el techo y tarareo una canción de cuna, hasta quedarse dormida.

"Muñequita de cristal, muñequita de cristal, brilla sin cesar, ven..., ven..., ven...."

••••

Tenía ojeras y una horrible sensación en el inicio del estómago, había tenido ese sueño tantas veces y aún así no dejaba de alterarse. Se repetía una y otra vez que sólo era un sueño, un sueño que tarde o temprano olvidaría.

to be continue...

𝑨𝒍𝒎𝒂 𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora