𝑪𝒂𝒑: 5

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Me vestí con unos jeans ajustados, una franela de color azul y unas botas de cuero, el viento estaba incrementando así que debía ser práctica y mantener un perfil bajo como era de costumbre, se dirigió hacia el otro extremo de la ciudad, manejó 37...

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Me vestí con unos jeans ajustados, una franela de color azul y unas botas de cuero, el viento estaba incrementando así que debía ser práctica y mantener un perfil bajo como era de costumbre, se dirigió hacia el otro extremo de la ciudad, manejó 37 minutos exactos hasta llegar a su destino, tomo su bolso y bajó del auto, justo en la entrada estaba el chico quién la recibiría, entregó las llaves y se adentró en el edificio. El gran letrero negro con letra dorada y elegante le dio la bienvenida, "The Star" era uno de los hoteles más recomendados y su dueño uno de los empresarios más respetados de la ciudad.

—¿Señorita Carson?— Preguntaron a sus espaldas.

—Así es, Penelope Carson— Respondió fijando la vista en la mujer que yacía ahora frente a ella.

—Un placer conocerla, el señor Rouse está esperando por usted en uno de los salones privados, si gusta seguirme por favor.

La mujer no dejó que aceptara siquiera, camino en dirección hacia el supuesto salón de encuentro, mientras caminaba tras ella se permitió observarla, un vestido perfectamente acomodado, de un color verde muy sutil, con un pequeño cuello en V y el largo bajo las rodillas, era rubia, de rostro muy delicado y con el cabello adecuadamente acomodado, era muy sofisticada, sin embargo eso no la intimidó, ni un poco siquiera.

Este era un trabajo, las apariencias lo eran todo, no podía dejar algún cabo suelto y echarlo todo a perder.
Llegaron a un vestíbulo más pequeño, estaba pintado de colores crema con la misma gama de negro y dorado, la decoración exquisitamente pulcra representaba la riqueza y el poder que su dueño poseía.

—El señor está en el salón, si necesita algo por favor llámeme señorita.

—Gracias por la atención— Pronunció sonriendo.

Se adentró en la habitación, era de un tamaño considerable, igual de lujoso que todo lo que había visto y desprendía un
olor a tabaco.

—Señorita Carson—Pronunció una voz profunda.

Giró sobre sí misma encontrándose con un hombre de traje perfecto sentado junto a la ventana, era bastante común, demostraba tener más de 50 años, una que otra arruga y el cabello casi blanco.

—Señor Rouse, es un placer conocerlo— Alardeó.

—Por favor, llámeme Dwayne.

—Por supuesto, Dwayne—Pronunció estrechándole la mano.

La invitó a sentarse en el sofá frente a él, le ofreció algo de beber y el teatro empezó.

•••

El llanto era imparable pero no exagerado, Rouse le extendió un pañuelo tratando de tranquilizarla, su rostro reflejaba cierta compasión por la pobre mujer de aspecto sencillo y rostro pálido que expresaba su pesar frente a él.

—Lamento demasiado este inconveniente señorita Carson, no sabía que la propiedad que recién adquirí estaba ya ocupada por una familia, mi gente fue incompetente e insensata—Pronunció.

—Es la herencia que mi madre nos dejó al fallecer, mi pobre hermana está muy enferma y es el único lugar que poseemos, nuestro hogar— Lloriqueó.

—De ninguna manera perderán su hogar, inmediatamente daré la orden para cancelar el contrato, al igual que una compensación por los daños.

—Es usted un ángel señor Rouse, se lo agradezco muchísimo.

—Por favor acompañe a mi asistente, ella tomará sus datos y pronto recibirán lo prometido— Dijo presionando el botón del intercomunicador haciéndose presenta la mencionada.

—Le debo la vida señor—Dijo secándose las lágrimas y acercándose a él para darle un abrazo.

•••
—Este es el acuerdo señorita Carson, en él están especificadas las órdenes del señor, puede firmar.

Hizo lo que le indicó, agradeciendo y con la intención de retirarse.

—Una última cosa señorita— La detuvo —Que registre su huella, eso hace mucho más comprometido el acuerdo.

—Como ordene— Sonrió, no muy sincera.

—Por favor acompañen a la señorita a la salida —Pidió a los hombres que estaban tras de ella.

—No es necesario, conozco la salida.

Camino de regreso al gran vestíbulo, fingió una mirada triste a la recepcionista, cruzó la puerta y entonces rió, la sonrisa ladea y burlesca que acostumbraba al terminar un trabajo, quitó de su brazo la delgada capa de silicona hasta la punta de sus dedos, su auto estaba ahí, le dio una propina al chico y se subió en él, arrojó la silicona y su bolso a la parte de atrás, tomó el volante y volvió a reír.

—Que divertido es esto— Y arrancó  el auto.




No todo es lo que parece...

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Gracias por leer y votar, significa mucho para mi.
Besos y abrazos.

L.  xoxo

  xoxo

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𝑨𝒍𝒎𝒂 𝑷𝒆𝒓𝒅𝒊𝒅𝒂Donde viven las historias. Descúbrelo ahora