Mingyu
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Mingyu estaba agradecido de que Minhyun le hubiera dado una habitación en su casa específicamente para usar como oficina. En teoría, eso significaba que Mingyu tenía la capacidad de cerrar las puertas y concentrarse en el trabajo, sin importar el día o la hora. La pared a su derecha tenía una gigantesca ventana panorámica con un asiento, el lugar favorito de Minseo para percharse cuando le visitaba. A Mingyu le gustaba la vista que daba sobre el jardín lateral. Era el proyecto particular de Minhyun. Había escogido cuidadosamente una variedad de flores para que algo nuevo brotara cada semana.
El resto de la habitación era simple. Minhyun había despejado todo antes de invitar a Mingyu a quedarse hacía unos dos años, estaba muy seguro de que su amigo estaría de acuerdo.
Mingyu no veía el punto de cambiar mucho. Él colocó un proyector en la pared detrás de él, e instaló una pantalla a control remoto que llegaba hasta el techo. Útil para video llamadas y realizar presentaciones.
Lo único que Minhyun había pedido eran los sofás frente al escritorio de Mingyu. Los hermanos Hwang a menudo abandonaban cualquier habitación disponible para tener sus conversaciones sentados o recostados en los sofás frente a Mingyu. No por primera vez, se preguntó si debería hablar con el ama de llaves acerca de mover los muebles a otro lugar.
Pero al igual que las otras cien veces en que el pensamiento había pasado por su mente, lo descartó. Era particularmente útil a las tres de la mañana cuando ni Minhyun ni Mingyu podían dormir. Se servían vasos de whisky y Mingyu regresaba al trabajo mientras Minhyun le hablaba.
A Mingyu no le importaban las divagaciones de Minhyun. Su amigo en general solo necesitaba un oído comprensivo. Pero cuando los hermanos se ponían a hablar, era como si olvidaran todo el propósito de esta sala: trabajar.
—Seulgi es una cosa tan dulce, —dijo Minghao por tercera vez en esa hora, como si no pudiera encontrar nada más original que decir sobre el interés romántico de Minhyun. Él no estaba equivocado. Seulgi se presentaba como la omega por excelencia. Tranquila. Suave. De trato fácil. Pero faltaba algo en sus interacciones con Minhyun... un incendio, una pasión. Cosas que Mingyu consideraba esenciales en una relación.
No es que Mingyu planeara entablar relaciones a corto plazo.
Minhyun tocó su teléfono —Está bien, estamos listos para el mini golf. Cinco de la tarde.
— ¿Mini golf? —Minghao se rió— Qué... pintoresco. Mingyu, vendrás con nosotros, ¿verdad?
Mingyu no se molestó en levantar la vista de su computadora portátil
—Tengo negocios que atender —Quizás con los demás yéndose, podría lograr algo esta tarde.
—Eso nos deja con un extraño recuento, Mingyu, —Minhyun lanzó una almohada al aire y la atrapó —Vamos. No has salido de casa desde que fuimos a navegar el sábado.
Mingyu le echó un vistazo —Un total de tres días. Estoy seguro de que el mundo se está desmoronando sin mi presencia.
Minhyun le arrojó la almohada como un frisbee y Mingyu la atrapó con una mano —Nunca se sabe. Podría ser.
—No es agradable.
— ¿Quién viene? —preguntó Minghao.
—Seulgi, por supuesto, y sus hermanos Wonwoo y Soonyoung. Soonyoung está terminando su último año en la universidad en este momento. Seulgi dice que Soonyoung está estudiando comunicaciones con un enfoque en los nuevos medios, Mingyu. Tal vez sería bueno para él hablar contigo.