three

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El oasis privado de Shawn era aún más hermoso de lo que Bella se había imaginado. Exuberantes palmeras lo invadían todo, el sonido de pájaros exóticos y otros animales flotaba en el aire mientras los criados se afanaban en supervisar las tierras y los arrendatarios.

La hacienda Mendes era incluso más magnífica que Chez Ma Coeur, el gran oasis particular en las islas Virgin que había pertenecido a la familia Stevenson durante casi un siglo. La mansión isleña de Shawn era colosal, de mármol rosado, un claro ejemplo de influencia española.

Bella había imaginado que se sentiría terriblemente avergonzada al tener que exhibirse desnuda delante de tanta gente, sin embargo, a pesar de sus temores, lo estaba llevando bastante bien. Aunque aún estaba enfadada, Shawn le había prohibido ponerse la ropa cuando el avión aterrizó, así que había viajado desnuda todo el trayecto en limusina desde la pista de aterrizaje a la mansión.

Sólo con pensar en cómo la había ofendido, le rechinaban los dientes; Cuando había firmado en la línea de puntos, no tenía ni idea de que la humillación iba incluida en la venganza, menos mal que el par de criados que la atendían no prestaba atención a su desnudez. Los habían instruido bien en ese aspecto y ahora, cinco horas más tarde, ya se había acostumbrado un poco a la falta de ropa y a sonrojarse, pero, ¿Bañarlo?. Las fosas nasales se le ensancharon, comenzaba a sentirse como una esclava.

-Enjabóname las bolas-, le ordenó Shawn con arrogancia, clavó los ojos en sus pezones, rozó uno con la yema del pulgar y luego lo pellizcó con el índice. -Vas a estar chupándolas constantemente, así que será mejor que uses algo que no te importe saborear-

La cara de Bella se volvió rojo escarlata, -Sí, señor-, apretó los dientes mientras empapaba su escroto con aceite de coco y en seguida empezó a extenderlo frotando.

Él no se había dado cuenta de su enfado o la ignoraba a propósito, pensó sombríamente. ¡Maldito!, ¿No saldría nada bueno de este hombre?

Shawn cerró los ojos y se recostó hacia atrás en la lujosa bañera, tan grande que parecía una piscina infantil, apoyó la cabeza en una almohadilla de baño y se relajó alzando los brazos sobre la cabeza. Metida en el agua hasta las rodillas, Bella lo lavó de pies a cabeza, frotándole la piel con las manos. No le había permitido usar esponja, así que tenía que lavarlo de esta manera, deslizando las manos enjabonadas de arriba a abajo por su pecho, su torso, y sus piernas musculosas. Evitó cuidadosamente su enorme pene, algunas cosas era mejor no molestarlas.

Se mordió el labio mientras estudiaba su cuerpo. Si acaso, sólo había mejorado con los años, en el pasado su cuerpo había sido delgado y atlético, ahora en cambio se veía duro y musculoso, en el pasado su facciones habían poseído un encanto juvenil, ahora en cambio estaban claramente definidas, enriquecidas con la experiencia de la madurez. Desvió la mirada, angustiada por la dirección que tomaban sus pensamientos. Él te odia, idiota. Intenta recordarlo...

-Quiero que la toques-, ordenó Shawn con voz ronca.

Bella levantó la mirada, se mordisqueó el labio inferior, notando enseguida de que le hablaba. Su mirada ambarina descendió a lo largo de su cuerpo, centrándose en la gran erección que sobresalía del agua.

-Tócamela-, murmuró, entreabriendo sus intensos ojos azules para mirarla.

Con los párpados entrecerrados, el timbre de su voz revelaba su excitación, sus tetillas, relajadas hasta el momento, se habían arrugado en tiesos botones, Bella expulsó el aliento. Era ella quien había provocado su excitación, considerando las circunstancias de su matrimonio, resultaba difícil no reaccionar al hecho de que ella, la corriente, Bella Stevenson de siempre, había conseguido que el atractivo y poderoso Shawn se pusiera duro como una roca.

PECADOS PATERNOS; shawn mendesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora