Capítulo 1: "Caótica"

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"Puedo forzar una sonrisa, puedo reír y estar bien, aunque el dolor me destroce por dentro, puedo caminar y nunca notarás el caos que se desata en mi interior " - 23/11/14


-Buenos tardes, señorita Alex -Me saludó Margaret Keppertown, una amable señora de setenta y tres años de edad, con un fuerte acento inglés marcado, casi que medieval. Desde que había descubrido este pequeño muelle junto con ella, las dos nos dedicábamos a observar los atardeceres, de vez en cuando teníamos una pequeña charla.

-Buenas, señora Margaret -Me límite a asentir con mi cabeza y retomar mi lectura, ésta vez yo había llegado más temprano y tal vez esa fue la razón por su sorpresa.

Cheryl, mi cámara Cannon se encontraba colgada en mi cuello, cerré el libro, y comencé a tomar algunas cuántas imágenes de pequeños veleros en el agua mientras que esperaba que el espectáculo apareciera.
Y en menos de dos minutos, el sol iniciaba su obra de teatro, y me quedé sin aliento.
¿Por qué el fin de un día me resultaba tan fascinante?
Sentí la exhalación de fascinación de la señora Margaret, y volví mi mirada hacia ella en el momento preciso cuando una lágrima se escapaba de sus ojos por sus mejillas llenas de experiencia, sin su consentimiento tome una foto a su rostro.

-Me siento halagada, Alex -Dijo ella y esbozó una sonrisa triste, y supe que más que un atardecer, éste estaba marcado de muchas historias o tal vez de una sola.

-Disculpe por no tener en cuenta su consentimiento, señora Keppertown.

-No importa, todo lo contrario. El hecho de que pueda causar aquella razón para que lo hicieras, es un halago. Creeme que a mi edad, es demasiado -Dijo ella, y levantándose de su puesto con ayuda del bastón, se marchó.
Observé la imagen y volví a preguntarme... ¿Qué historia había tras esa lágrima?

Observé el reloj de mi celular, y supe que era hora de marcharme.
Llegué al hospital a la seis y cincuenta y tres, en donde mi hermano se hallaba con una costilla magullada, una pierna rota y una leve lesión en la cabeza.
Su rostro se iluminó al verme llegar, y me conmovió inmensamente, que él a pesar de lo mal que lo he tratado y de las muchas discusiones que hemos tenido, se sienta feliz de verme.

- ¡Hola, Alex! Ya me estaba preguntando porque habías tardado tanto -Me acerqué a él, deposite un beso en su frente y agarré su mano, no podía pasar por alto el hecho de que todavía era mi hermano menor.

-Hola, Noa. Lamento la demora. ¿Cómo has seguido? -Le pregunté inmediatamente, no quería darle explicaciones.

-En comparación con otras situaciones bien, pero la verdad estoy hasta la coronilla de éste hospital, me siento en una cárcel, dentro de poco desarrollaré claustrofobia, Alex -Me eché a reír de él, era bastante extraño que hasta ahora no se había quejado de no poder hacer nada.

-Tranquila, nenita. Dentro de dos semanas puedes salir, de todas maneras nadie incrustó en tu cerebro delirios de Rápido y furioso.

-Lo sé, hermana. Pero sólo quise rendir un tributo a Paul Walker, que en paz descanse -Negué con la cabeza, éste chico no tenía remedio - ¿Estabas en el muelle?

-Si.

- ¿Tomastes buenas fotografías?

-Si.

- ¿Vas seguir respondiéndome con monosílabos?

-Sí.

-Está bien, te dejo en paz. Espero que mañana vengas un poco más temprano, el hecho de que andes a estas horas de la noche por allí me pone los nervios de punta. Me texteas apenas llegues a casa, ¿Vale? -Me advirtió a lo que conteste con un leve asentimiento -Te quiero, tonta.

-Yo más, hueco.

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La soledad me invadió al cruzar el umbral de mi habitación, observé todo antes de que mis ojos se posaran en el edredón morado de mi cama, deje todas mis pertenencias justo a mi lado.
Suspiré al sólo escuchar el leve sonido de los automóviles tocando sus bocinas o el sonido del asfalto al rozar con los neumáticos.
El hecho de que tal vez Noa no se encontrara aquí conmigo, no marcaba una gran diferencia ya que el siempre supo respetar mi espacio.

Saqué la laptop de mi mochila y el cable de mi Cheryl, para empezar a trabajar con la galería de imágenes que debía preparar para mi primera exposición, y sólo la única fotografía que había captado mi atención era la de la señora Keppertown, no sé porqué mi mente se llenaba de intriga de sólo saber que increíble o depresiva historia aguardaba detrás de ella, sólo tenía la certeza de que sea un sentimiento grande y profundo.

Me sentí desmoronar y lo último que deseaba experimentar era otras de mis crisis emocionales, empecé a guardar todo lo que había sacado con mis manos temblorosas, mi respiración se cortaba, por lo que rápidamente traté de calmarme a mi misma, pero los recuerdos eran tan vívidos que era bastante difícil distinguir si estaba soñando o volviendo a aquella época, mis lágrimas amenzaban por salir, y recordé las palabras de mi madre:

"Está bajo tu control permitir que las situaciones superen tus límites y hasta cuánto, cuándo y dónde les permitas llegar".

Pasé las manos por mi rostro, repitiendo aquellas palabras como una oración, después de tres minutos sentí como volvía en mi, esto normalmente ocurría en frente de Noa, y se quedaba conmigo hasta que quedara dormida.

Inmediatamente busque el celular y llame a su número, sus primeras palabras fueron: ¿Estás bien?
Y sentí por esos breves minutos, un poco de paz en mi interior.

Después de media hora charlando de simples banalidades, nos despedimos.

Después de dos minutos ya estaba en la penumbra de mi habitación, acompañada del reproductor y de él, se filtraban suaves y tranquilas melodías.
Sentí un agudo dolor al momento en que había ubicado mis brazos debajo de la almohada, encendí la lámpara a mi izquierda y observé mi brazo, en él daba la impresión de cinco media lunes profundamente enterradas, como si de un gato fuera, y al comprender de qué yo misma me había auto lesionado de manera involuntaria e inconsciente me corroboró de que yo, no era más que un imperdonable caos sin remedio.

I'm Here (Estoy Aquí) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora