Capítulo 4: "Atracción"

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"Dicen que los opuesto se atraen, que las almas, aún las más negativas tienen su polo positivo"

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Robert Palace, mi profesor de Fotografía Creativa, hablaba y hablaba... Hubiese deseado callarlo con el dibujo que acababa de hacer. Odiaba la teoría a morir, si por mí fuera, hubiese mandado a la mierda su clase, pero, desgraciadamente eso me atrasaría y no quería aguantar otro año en esta tortura. Me gusta estudiar, soy buena en ello... pero, por favor ¿Quién quiere estar atado a una silla durante dos putas horas?

Seguí enfrascada en mi glorioso árbol otoñal, y por lo que Palace estaba hablando, supuse que evidentemente me iba a preguntar. Idiota.

– Pero una buena foto es aquella que logra transmitir conceptos visuales más profundos que un simple despliegue de colores y formas. En este sentido, qué tan buena es una fotografía depende de dos elementos... ¿Qué son...? Señorita Rivaldi, dígame –Justo en el clavo. Me sentía en la asquerosa preparatoria, hasta los chicos eran unos babosos masoquistas. Entre más los ignorabas, se acercaban a ti, como un jodido imán.

–  La composición y la exposición. Pero más que todo el sentimiento.

– ¿Por qué lo dice? –Pregunto empujando las gafas hacia el puente de la nariz.

– ¿De qué sirve una buena fotografía, si es vacía (–Como usted –Quise decir) y no captamos el mensaje profundizado en esta? –Dije enarcando una ceja, acaso ¿Me creía una estudiante de primer año de secundaria, que se quedaría muda haciendo el ridículo?

–Buena puntualización. Y si, son la composición y la exposición, pero dejemos lo de los sentimientos para arte –Dijo rodando los ojos. Ya lo había dicho, el hombre es vacío.

Tú no te quedas atrás Alexandra, que ni en tus diecinueve años de vida, por lo menos te ha gustado alguien, me ironiza mi subconsciente.

Entonces una memoria del pasado regresa...

Flashback.

–Alex, el es Harry. Nuestro vecino –Dijo mi madre, presentándome a un chico bastante alto de ojos verdes, y una cabellera rizada –Ella es Alex, mi hija –Me regalo una tierna sonrisa inocente, y se acercó a saludarme pero enseguida me escondí tras mi madre, empecé a respirar erráticamente.

– ¿Estás bien? –Preguntó frunciendo el ceño y levemente preocupado.

 –Descuida Harry, va a estar bien... Gracias por venir, cuídate –Dijo mi madre, y en seguida cerró la puerta, dio la vuelta a mí y me dio un beso en la mejilla –Descuida princesa, ya paso. Lo has hecho bien, no te presiones hermosa. Te amo, siempre has sido valiente...

Dirigí mi mirada hacía el campus. 
Mi princesa... Mamá siempre con sus motes cariñosos, una sonrisa nostálgica se formó en mi rostro... ¡Ay Everlyn! La falta que me haces mujer...

Faltando ya quince minutos para que la clase acabara, me levante de mi puesto ganándome una mala mirada del profesor y me dirigí a la cafetería. ¡Que le den!

Vi a Mattew en la mesa en la que me sentaba frecuentemente e inmediatamente di la vuelta rezando para que no me viera.

– ¡Alexa! – Puta mierda.

Me gire dándole a duras penas una sonrisa. Mattew era castaño con los ojos verdes. Era atractivo hasta cierto punto. Pero eso era lo más irrelevante, ya que él me había confesado que le gustaba.

Pero apenas podía tolerar su contacto, una vez trato de abrazarme y salí corriendo.

Sabía que él no tenía la intención de hacerme daño, pero mi cuerpo actuaba de forma involuntaria.

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