D2 - Feliz Navidad

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Este relato era para decir: ¡Feliz Navidad! Pero la vida está en mi contra y no me dio tiempo a tenerlo listo para ese día... así que... ¡Feliz 3 de enero!

Disfrutad del relato.

* * *

—Tenemos que estar en silencio, mi amor —susurró mientras observaba sus grandes ojos verdes, que brillaban con ilusión—. Porque si nos ve, se irá corriendo.

—Vale, vale, vale.

—Cariño, más bajo —repitió la idea principal, pero Dahlia estaba muy ansiosa y excitada. Y gracias a Dios esa noche iba a caer rendida tras ese momento de tanta expectación—. Vamos, dame la mano.

Cuando su hija de dos años atrapó su mano, fueron caminando despacio hacia el salón, que estaba presidido por un gran árbol de Navidad, que decoraron las tres junto a Taco, que ayudó a la pequeña Dahlia a llevar los adornos para la parte baja del árbol. Fue a Alexa a la que se le ocurrió la idea de disfrazarse y que Dahlia viera que Santa Claus había ido a su casa a dejar regalos. Obviamente no tuvieron que pelearse mucho para ver quién se disfrazaba, porque estaba más que claro que la madre de su hija lo había comprado de su talla con antelación. O de alguna más para rellenarlo.

Se mordió el labio al verla agachada delante del árbol con Taco al lado olisqueándola mientras disimulaba cambiando los regalos de sitio. Seguramente pensaba que su mascota le estaba arruinando el plan de sorprender a su hija, e incluso se cayó de lado porque Taco la empujó y empezó a lamerle la cara. O la parte que estaba descubierta, porque el disfraz era al detalle y la barba no faltaba. Se agachó junto a Dahlia y le colocó la mano en la espalda mientras la veía con la boca abierta y los ojos de par en par contemplando la escena. 

—Es... Es Santa —dijo ligeramente emocionada, buscando la confirmación con la mirada. Ella asintió y le dio un beso en la coronilla.

—¿Te estará poniendo algún regalito?

—¡He sido buena! —La miró con sus ojitos verdes y no tardó en mostrarse preocupada—. ¿He sido buena?

—Has sido muy buena, mi amor.

—¿Tendré redalito? —preguntó muy enserio y algo asustada por la posibilidad de que fuera que no.

—Estoy convencida de que sí.

—Mira, mami, mira. Se está comiendo la leche.

Se puso las manos en la boca para ahogar la risita que se le escapaba.

—Bebiendo, cariño. O tomando.

—Perdón.

—No tienes que pedir perdón, estás aprendiendo, cariño.

—¡Ahora las dalletitas!

Señaló a Alexa, que se comía una galleta mientras observaba el salón de espaldas a ella, y Dahlia volvió a reírse al ver que se rascaba un poco el culo. No tenía remedio.

—Qué cochino —dijo y eso hizo más gracia a Dahlia.

Esa última risa le llenaba el pecho de algo muy parecido a la felicidad, no podría describirlo mejor, y estaba segura de que todas las madres lo podían sentir. Esa risa la habría escuchado Santa Claus, pero Alexa disimuló, a pesar de que la vio sonreír también. Sabía que estaba sintiendo lo mismo que ella.

Nada más se comió la galleta fue hacia un saco que tenía y sacó un regalo, dejando que Dahlia lo viera. Su hija empezó a soltar soniditos de ilusión mientras daba saltitos con las manos aún en la boca. Entonces Alex se llevó los dedos junto a la oreja, como si estuviera realizando una comunicación a distancia.

I'm gonna getcha good!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora