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Mis padres sonaron el claxon del auto, mientras que Logan y yo nos encontrábamos escondidos detrás de la barda de su casa. No estaba segura de qué era lo que acababa de pasar, porque todo había sucedido demasiado rápido, pero mi estómago parecía tener vida propia en este momento, parecía que todos mis órganos estaban acomodándose ahí dentro para darle lugar a las mariposas que estaban revoloteando en mi interior.

Agh, qué cursi.

—¡Ann! —Grita mi madre desde el auto al parecer, ya que su voz sigue escuchándose lejana. —Tienes que salir de donde quiera que estés o nos iremos en este momento sin ti.

—Tengo que irme, Logan. —murmuro contra sus labios antes de que me vuelva a besar.

Oh, sí, eso fue lo que pasó.

Mi mejor amigo de casi toda la vida acaba de besarme, extraño, ¿no? Quizás también demasiado cliché para mi gusto, pero una parte de mí estaba encantada con esto. Porque a ver, quizás Logan en su pubertad no era precisamente el sueño de todas las chicas, pero habíamos pasado tanto tiempo juntos que creo que se veía venir que yo terminara enamorándome de él.

—No te olvides de mí, Annie. Yo siempre te voy a recordar.

—Sabes que odio que me digas así, mi nombre es Anne, así a secas...

Mi padre sale de quién sabe dónde, haciendo que ambos nos asustemos y nos separemos como si tuviéramos la peste. Mi padre enarca una ceja, porque ambos lucimos culpables de haber hecho algo muchísimo más grave que compartir un par de besos.

—Tu madre está furiosa, tenemos que irnos ya o no llegaremos a tiempo. Anda, vendremos a visitar a tus abuelos en navidad, no perderán el contacto por siempre, dejen de ser tan melodramáticos.

Me toma del brazo muy suavemente y prácticamente me arrastra hacia el auto, mientras yo veo por encima del hombro a Logan desinflándose como si fuera un globo. Y creo que entiendo perfectamente el sentimiento.

—Adiós, Logan. Nunca te olvidaré, lo prometo. —murmuro para mí misma, mientras mi padre prácticamente me carga para que suba al auto y una vez que cierra la puerta me suelto a llorar.

Creo que cuando me dijeron que nos mudaríamos a California me deje llevar por todo lo que conllevaba vivir allá, tanto que no pensé en todo lo que estaría dejando atrás en este momento: mis amigos de la escuela, la familia por parte de mi padre y a mi mejor amigo.

—No llores, hija. Les di nuestra nueva dirección a sus padres, pueden mandarse cartas.

—¿Yo también puedo mandarle algo a él?

—Por supuesto que sí, ahora sécate esas lágrimas y anímate, viviremos muy cerca de la playa, podemos ir una vez a la semana.

—¿De verdad?

—Sí, ahora siéntate y abróchate bien el cinturón, porque nos espera mucho tráfico de camino al aeropuerto.

Obedezco a mi padre como la niña buena que siempre he sido y me toco los labios muy superficialmente, sintiéndome como si flotara. A medida que el carro avanza, Logan se va haciéndose cada vez más pequeño, lo cual me hace sonreír un poco.

Pronto nos volveremos a ver.

O al menos, eso espero.  

«Forever?» {Logan Henderson} (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora