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Un movimiento constante en la perilla de mi habitación me despierta en medio de la madrugada. Por un momento lo dejo pasar, pero después recuerdo que vivo sola y que nadie debería estar en el segundo piso conmigo, a diferencia de cuando vivía en San Diego, así que empiezo a llenarme de pánico. Pero antes de que logre alcanzar mi teléfono, escucho una conocida y ligeramente distorsionada voz.

—¡Annie! Ábreme, tengo frío.

Una parte de mí se muere por mandarlo a freír espárragos por lo que hizo hace unas horas, pero mi alma es demasiado bondadosa y yo soy muy estúpida, honestamente. Además, me muero de curiosidad por saber a qué vino aquí.

Me levanto de la cama descalza, arrepintiéndome en ese mismo instante porque de verdad está frío. Es lo que odio de los climas desérticos. Abro la puerta y tan pronto como veo que Logan puede caminar por sí solo, regreso a la cama de un brinco, metiéndome debajo de mi suave y cómodo edredón...

Un peso muerto cae encima de mi cuerpo unos segundos después. Logan se acaba de aventar a la cama, sacándome el aire de paso.

—Tienes que hacerme espacio, intenté dormir en la habitación de huéspedes, pero la maldita sábana es demasiado delgada para cubrirme del frío. —Su rostro se despega un poco del edredón y me mira fijamente a los ojos, sonriente, hace una pausa que pareciera durar un par de minutos y tranquilamente me dice: — Eres muy bonita, Annie... Nunca pensé que te pondrías así cuando te fuiste de aquí. Seguro tienes un montón de pretendientes y por eso te olvidaste de mí.

Es demasiada información para procesar en mi cerebro adormilado, así que espero a que Logan se levante un poco de la cama y me muevo hasta que estoy pegada contra la pared. Una vez que le he hecho espacio, él levanta el edredón y se mete inmediatamente ahí, dejándome sin espacio para acomodarme.

—Eres un dolor en el culo, ¿lo sabías? —murmuro una vez que ha dejado de moverse como lombriz. —Tenía toda mi cama para mí y ahora la tengo que compartir con tu trasero ebrio y apestoso a cerveza.

Lo escucho reírse, como si le hubiera contado un maldito chiste, ¿qué tiene de graciosa esta situación?

—Lo siento, olvidé mis llaves y honestamente no quería molestar a mi mamá, no cuando la pequeña Presley apenas empieza a dejarla dormir durante la noche. —Acaricia mi cabello con una de sus manos y mi cuerpo entero reacciona ante esa acción, contrario a relajarme como normalmente sucede, siento un cosquilleo que recorre toda mi espina dorsal. —Además, es tu culpa, Annie...

—¿Qué cosa es mi culpa? —La pregunta sale demasiado rápido de mi boca, ni siquiera tengo tiempo de premeditarla. No sé por qué quiero que me conteste.

—Todo. Yo tenía mi maldita vida alineada, por primera vez en mi vida desde que te fuiste y te llevaste todo contigo. Y llegas de repente, esperando que tire todo por la borda por ti... —lo último lo dice prácticamente escupiendo las palabras, y realmente no lo entiendo.

—No pensé que te causara tantos problemas... ni que me guardaras rencor. Yo nunca quise irme, ¿lo sabes verdad? — Él asiente cabizbajo, como si estuviera muy cansado de todo esto. Su brazo se desliza de mi cabello hacia mis hombros y comienza a trazar círculos sobre mi jersey. — Tampoco espero que tires todo a la borda por mí, podemos ser buenos amigos, lo éramos antes...

Antes de que me fuera y me diera cuenta de que estábamos enamorados el uno del otro.

Logan sigue callado, sus caricias en mi hombro van bajando hasta llegar a mi cintura y no puedo evitar que se me forme un nudo en el estómago.

—¿Por qué te metiste con Zac?

—No lo hice. —Por primera vez, sus ojos se encuentran con los míos a través de la oscuridad, puedo notar como me mira intensamente, en busca de alguna señal de que le esté mintiendo. — Sólo chocamos en el segundo piso, te estaba buscando a ti, me caí de sentón... dios, qué vergüenza. Entonces decidí que era suficiente, y que me iría sin avisarte.

«Forever?» {Logan Henderson} (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora