colors.

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Todo el tiempo veías en blanco y negro. A todas horas, cualquier día, todo el tiempo.

Y no era una discapacidad, así veía todo el mundo: en blanco y negro.

Esa era la naturaleza humana.

Claro que no había excepciones en ello, y sí, existían personas que podían ver en colores todo.

Aunque la razón es bastante extraña y se basa en algo vagamente posible — según el idiota de Jack, que se consideraba a si mismo asexual, su mejor amigo, Hipo, quién ya había experimentado aquello, pensaba que se comportaba como un bebé — según los ojos que distinguen a colores, todo pasa cuando tu alma gemela te besa o simplemente, te toca.

Aún sea un pequeño roce.

Hipo se la llevaba muy bien con su amiga Mérida, con quién compartía varias clases, y era ella definitivamente. Una vez, en su clase de química, ella accidentalmente rozó su brazo con el de Hipo.

Y distinguió maravillosos colores a su alrededor, había quedado anonadado ante la presencia de los colores. Hipo tampoco era muy creyente de aquello, pero cuando la pelirroja se lo comprobó no había nada que discutir.

Siendo que él lo había intentado comprobar al quedarse solo, los colores se desvanecían al instante.

La pregunta de Hipo siempre había sido si ella lo había notado o si era muy distraída para hacerlo. Así que no perdió ni una sola oportunidad y un día la abrazó por sorpresa.

La joven soltó un grito y miró al castaño a los ojos, con felicidad. Merida podía ver el espectro de colores.

Ésa era su alma gemela.
Y las almas gemelas no desaparecen, siempre estarás atado a alguien.

– Pero que tontería – murmuraba Jack al escuchar los datos de Hipo por quinta vez. Siendo que el albino es quién pedía la historia de nuevo. – Tienen una infección que los hace ver las cosas de diferente manera.

El castaño lo miró con desdén.

– Desde luego que sí, Jack. ¿Piensas que tus padres sufren de una infección igual? – Jack hizo una mueca y no dijo nada. – Lo que pensaba. – dijo finalmente Hipo.

– Mis padres no tienen nada que ver. – en eso, llegó una pelirroja a la clase y buscó con la mirada a el ojiverde, quien reía por las ocurrencias e imprudencias de su mejor amigo.

– ¿Que tal, Hipo? – saludó Merida con dulzura. Hipo se levantó de su lugar y plantó un beso en su mejilla, llenándolos de alegría y colores.

– Que presumidos – balbuceó Jack – ¿que tiene de especial tener una infección en los ojos? – al girar su rostro al frente, una chica de cabello largo y lacio, esbelta, de estatura mediana y flores en su cabello, se paró enfrente de la clase, con cierto temor en su rostro.

El albino frunció el entrecejo en gesto de confusión y miró a la joven atentamente. Luego, se giró a Hipo — que se comía a besos a la pelirroja — y preguntó en un susurro.

– ¿Quién es esa chica? – Jack no podía distinguirla. Ambos dejaron de besarse y miraron hacia enfrente. A Mérida se le iluminó el rostro.

– ¡Rapunzel! – gritó con emoción la ojiazul. La rubia desvió su mirada ante el llamado e igual sonrió muy dulcemente.

Jack estaba estupefacto e Hipo también.

Jack al darse cuenta de que se sentía notablemente con más calor, maldecía entre dientes e Hipo al darse cuenta de como se ponía su mejor amigo ante la recién llegada rubia.

 ❥ ❛❛ touching colors ❜❜ - JackunzelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora