Un compañero mas

19 4 0
                                    

Desperté y mire a la ventana, estábamos en un pequeño pueblo, se notaba que no había mucha gente, al menos en mucho tiempo y mire a Mateo, se notaba que estaba muy cansado de tanto conducir.
-oye, deberías dormir un poco-
-no es necesario, soy resistente-
-tranquilo, yo conduzco, para el carro- le dije mientras pasaba al niño al asiento de atrás.
-¿sabes conducir?-
-No realmente pero si solo se trata de echar a andar el carro, creo que hasta yo podría hacerlo-
-Me da un poco de miedo escuchar eso, pero está bien-
El paro el carro y se bajo, yo hice lo mismo y camine al asiento del conductor, cuando me iba a subir vi una persona tirada en el piso, a un lado de unos tanques de basura, creí que se trataba de uno de esos monstruos y me subí al carro. Cuando el voltio a donde estábamos nosotros, note que era una persona normal, un hombre joven de unos 20 años, pelo castaño oscuro, ojos marrones oscuros. El traía consigo un bulto envuelto en una manta roja, me baje del carro y le grite que viniera mientras le hacía señas con mis manos. El me hacía señas de que me callara y cuando caminaba hacia donde estaba el, muchos de esas cosas salieron por todos lados, corrí por el bate y Mateo se bajo y se puso en el asiento del conductor.
-Vas a ayudarle-
-Si, arranca el carro y cuando me suba le aceleras-
-está bien-
-No vallas- me dijo el niño mientras me agarraba la mano.
-tranquilo, no te preocupes, como bien dice Mateo, NO MUERO FÁCIL- le dije con una sonrisa.
Salí corriendo para ayudarle a ese joven y cuando llegue con él, note que traía a un bebe en esa manta roja y que lo rojo de la manta era sangre, se notaba que no había probado alimento en muchos días. Le ayude  a levantarse.
-corre al auto blanco de allá- le señale a donde estaba Mateo.
Me quede parada, los monstruos se acercaban muy rápido, creí que no podía contra todos ellos pero el tenia un bebe, no podía dejarlo, corrí al carro y uno de esos monstruos se interpuso en mi camino, di un gran salto y desde el aire le di un batazo, me pare y espere a los demás y de uno a uno los dejaba inmóviles, pero ellos se levantaban, ahí note que solo les podía pegar en la cabeza si quería que ya no se levantaran. Los monstruos me rodearon.
-Oye, voy para allá- me dijo Mateo tratando de bajarse del carro.
-Ni se te ocurra, ve a las afueras del pueblo hacia el norte, te veo ahí en una hora-
-pero-
-confía en mi Mateo, no moriré, recuerdas, te hice una promesa-
Corrí donde los monstruos eran menos y comencé a darles batazos en la cabeza, eran muchos, no podía quedarme a enfrentarlos, corrí y golpeaba a cada uno que se me ponía en frente, corría al lado sur para que no siguieran el carro y unas cuadras antes di la vuelta hacia la izquierda y a dos cuadras también di la vuelta a la izquierda, dirigiéndome al norte, perdía velocidad y estaba muy cansada pero le prometí a Mateo que volvería, me metí a una casa y ya habían pasado más o menos como unos veinte minutos.
-que cansado es esto y ellos no parecen desistir, descansare unos diez minutos y luego seguiré-
Pasaron diez minutos y Salí pero esas cosas estaban en la parte delantera, Salí por la puerta de atrás y corrí pero ya no corría tan rápido, me llevaría alrededor de media hora el llegar a las afueras si es que no se aparecen contratiempos. Ya habían pasado quince minutos y todavía me faltaba mucho por recorrer, no podía creer que haya ese pueblo que se veía muy chico estuviera tan grande, al llegar a las últimas casas tenía unos cuantos minutos de sobra y disminuí la velocidad. Al faltarme una cuadra vi que esas cosas estaban en medio de la calle. Estaba tan cansada que no podía ni golpear a uno, decidí desviarme por otra calle pero esa también estaba igual.
-Oh, genial justo cuando creí que llegaría, tal vez y ya no estén, no creo que Mateo me espere-
Puse varios botes empalmados a una cuadra y tome un balón que estaba afuera junto con barios juguetes mas, regrese donde estaba y le di una patada a el balón para que tirara los botes, me acosté en un lado de la casa, había mucho zacate y estaba muy crecido, esas cosas corrieron como un perro atrás de su hueso. Corrí y al fin llegue a las afueras pero sentí que ya era tarde, no se veía nada m, ni nadie, solo esos monstruos a mis espaldas, los cuales se alejaban más y más.

La líder Y Los ZombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora