el carro y el niño

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Era de mañana y yo estaba con un olor a sangre horrible, quería bañarme, quitarme esta peste y este sentimiento de asco, mire hacia donde estaba él, tratando de averiguar si seguía vivo o no, me trate de levantar y mis piernas ya se podían mover aunque el dolor seguía ahí, me dirigí a él y lo moví, seguía vivo pero estaba herido y muy agotado. Me dirigí al baño para limpiarme, abrí la llave de la regadera y me metí con la ropa puesta. Miraba mis pies y veía como el color cristalino del agua se volvía roja.
-sigues vivo- le grite desde el baño tratando de distraerme.
-no muero fácil- me contesto con una vos más animada que la de el día anterior.
Salí del baño y busque en los cajones de una de las habitaciones algo de ropa que pudiera ponerme, encontré unos pantalones ajustados con una blusa verde que me quedaba muy grande, tire la ropa que traía esa peste de sangre. Era un vestido celeste muy bonito que en ese momento su color ya era rojo y unos zapatos. En esa habitación había un espejo enorme donde me quede viendo fijamente.
-Así que esa soy yo -dije mientras tocaba mi rostro.
Yo no estoy mal, tengo buen cuerpo, pelo castaño largo, ojos marrones y tenía muchas cicatrices en todo mi cuerpo junto con unas cortadas del día anterior que apenas comenzaban a sanar, pero lo extraño es que ya no me dolían.
-¿pero en que estoy pensando? El mundo se cay en cuestión de días y yo mirando mi cuerpo-
-¿quieres bañarte tu también? Te buscare ropa y unos vendajes- le dije mientras me secaba el pelo con una toalla que había en el dormitorio.
-como puedes tener tanta fuerza para seguir después de lo que viste y te conté-
-Eres la única persona que conozco y no quisiera estar sola-
Lo tome del brazo pasándolo por mi cuello tratando de ayudarle a pararse, caminamos al baño, lo senté debajo de la regadera, le quite la camisa y abrí la llave, tome el jabón y le lavé la cabeza, manos, hombros, espalda y el pecho.
-Cuando termines debes irte, es muy peligroso que te quedes en este lugar-
-Si, pero nos iremos los dos-
-No. Yo solo seré una carga para ti, no puedo ni sostenerme en pie- me lo dijo con un grito mirándome a los ojos
-Ya te dije me iré acompañada de ti o me quedare-
-Eres una chica muy rara, aras que te maten- lo dijo con una sonrisa.
Cuando el sonreía me hacía sentir que del otro lado de las paredes no había nada, que era solo un sueño del cual pronto despertaría. En ese momento sentí algo en mi cuerpo que no había experimentado junto con unas ganas de vivir enormes. Me hacía sentir que todo estaría bien, que él me protegería. Pero que tonta soy, acaba de perder a su familia y yo teniendo fantasías que simplemente no pasaran, además, lo conocí ayer, paso por mi mente unas ganas de abrasarlo, oler su aroma y no dejarlo, pero tenía que volver a la realidad, una realidad en la que el tenia cicatrices que tal vez y nunca sanaran junto con un mundo que se vino abajo en cuestión de segundos.
-En que piensas, ¿se te ocurrió cómo salir de aquí?- Me lo dijo mirándome a los ojos.
-Todavía lo estoy pensando, termina de lavarte tú, no se poner vendajes así que te lo dejo a ti-
-sabes, creo que como enfermera no sobresaldrías- dijo con una sonrisa traviesa.
Le sonreí y desvié la mirada. Salí del baño, sentía que si me quedaba más tiempo haría cosas de las que me arrepentiría y así el terminaría odiándome. Me dirigí a la sala en busca de algo con que defenderme y que no estuviera tan pesado ya que cargaría también con su peso. En la cocina encontré un bate, camine a el cuarto donde se encontraba Mateo y antes de entrar pude notar que el miraba una foto de una chica, ella era muy bonita, incluso más que yo. Tenía ojos azules, piel blanca, labios pequeños y tiernos, pelo rubio, parecía una modelo y en ese momento pensé.
“No tengo oportunidad ella es hermosa”
-¿Que encontraste?- Me pregunto mientras guardaba la foto en su bolsa.
-Solo un bate, no es muy pesado pero puede ser útil-
En que estoy pensando, acaba de perder a su novia y yo ya me lo quiero quedar, pensé que yo no debía estar a su lado, que no lo merecía, pero algo me hacía sentir que él era la única persona que necesitaba para vivir.
-Bien, nos iremos al amanecer ya que pronto oscurecerá y es más peligroso andar a oscuras- lo dijo mientras se recostaba en la cama.
-Mateo, si estuviera en peligro ¿tú me ayudarías?-
-probablemente no, ya que en estos momentos el ayudar a alguien significa que quieres morir-
Esas palabras me hicieron sentir como si algo estrujara mi corazón, en ese momento yo hubiese querido oír un sí o algo parecido, pero me di cuenta que a él solo le importaba el mismo. Ya que no pudo morir como quería, el tubo que quedarse conmigo para que yo no estuviera sola. Probablemente el pensaba que yo solo lo llevaría a la muerte y que sería una carga para él. Sentí como si estuviese conmigo solo por caridad.
-Duerme tranquilo que yo hago guardia-
Me pare y me dirigí hacia la habitación principal, me senté en frente de la puerta y mis lágrimas comenzaron a salir, el escuchar que no le importo, me dolió más de lo que yo hubiese querido.
-Tal vez me enamore- lo dije antes de quedarme dormida.
El me despertó moviendo mi hombro y me levante, fui al baño a lavarme la cara y regrese. Saque mi cabeza por la puerta para ver si no había monstruos. Tome el bate y me pase la mano de Mateo por el cuello ayudándolo a caminar, bajamos las escaleras, llegamos a la calle y no había nada, estaba completamente sola.
-Ay que tomar un carro y buscar comida- me dijo señalando uno de los autos que estaban frente a nosotros.
De pronto escuchamos los gritos de un niño a una cuadra que corría siendo perseguido por más de diez monstruos, corrí al carro y este tenía la puerta abierta junto con las llaves puestas, era color blanco que parecía nuevo.
-Mateo ¿sabes conducir?- le dije mientras corríamos.
-sí, tengo credencial de aprendiz-
-debe ser suficiente, arranca el carro y cuando te diga ya, lo hechas a andar ¿entendiste?- le dije mientras lo sentaba en el asiento.
-¿qué vas a hacer?-
-no es obvio, el es un niño-
Le di un grito al niño, asiéndole señas para que corriera hacia mí y cuando estaba por acercarse, uno de los monstruos lo alcanzo, corrí hacia él y le di un batazo en la cabeza con tanta fuerza que mis heridas en los brazos empezaron a sangrar.
-corre a el carro blanco y súbete-
El niño movió su cabeza arriba y abajo, yo me quede dándole unos cuantos segundos para que corriera. Dos de los monstruos se acercaron y le di un batazo a uno pero el otro corrió por un lado de mí, tratando de alcanzar al niño. Corrí al monstro y le tumbe metiéndole el bate sobre los pies. Corrí más rápido alcanzando al niño y cargándolo. Di un brinco en el asiento de atrás del carro golpeándome en la cabeza.
-Ya dale- le grite mientras cerraba la puerta.
Uno de los monstruos se tomo de la puerta haciendo que no se pudiera cerrar. El niño tomo un arma que tenia oculta y le disparo en la cabeza haciendo que cayera.
-¿están bien?- me dijo mateo mientras conducía
-Si, solo me di un pequeño golpe en la cabeza ¿y tú?-
- Si, ni un rasguño- me dijo el niño mientras guardaba el arma.
El niño era de unos 10 años aproximadamente, pelo castaño, ojos color miel y piel blanca. Conducimos unas cuantas horas hasta llegar a una gasolinera, Mateo se detuvo y me baje para ponerle gasolina al carro, el niño también se bajo y le pedí que trajera algo de comida de la tienda que se encontraba en frente, cuando llene el tanque note que el niño no venia, camine a la tienda y vi que había dos de esos monstruos y al niño escondido debajo de unos estantes. Regrese al carro y tome el bate.
-hay problemas, quédate aquí Mateo-
Corrí hacia la tienda, me metí y tire uno de los estantes, Salí y me puse en un lado de la puerta. Salió un monstruo y le di un batazo en la cabeza pero el otro no salió, me metí a la tienda y no lo veía, camine por los pasillos y escuche el grito del niño.
-Detrás de ti, está detrás de ti-
Me di la vuelta y él me tiro al piso, puse el bate sobre su cuello evitando que me mordiera, el niño salió con una botella de vidrio, la dejo caer en su cabeza haciendo que el monstruo se dirigiera hacia él. Me levante rápidamente y le di un batazo en la cabeza.
-que rápida- dijo el niño.
Tomamos comida, bebidas y unas cuantas medicinas para Mateo, nos dirigimos al carro y nos subimos cuando una manada de monstruos se dirigía hacia nosotros. Mateo arranco el carro y acelero.
-¿Cómo te llamas niño? ¿Y de donde sacaste el arma?- le pregunte mientras le pasaba una bebida a Mateo.
-me llamo Lucas y mi padre me la dio, el era un policía en un pequeño pueblo-
-¿y cómo es que un policía de pueblo llego hasta la ciudad?- pregunto Mateo.
-Escuchamos el mensaje de la radio-
-¿qué mensaje?- le pregunto Mateo.
-El que decía que en el norte había un pueblo seguro en el cual podías vivir a salvo pero cuando entramos a la ciudad nos sorprendieron y nos atacaron-
-oye Mateo, deberíamos ir ahí-
-es muy arriesgado, además, no hay lugar seguro, recuerda lo que te dije de los mensajes-
-Vamos, no perdemos nada- le dije mientras le pasaba una bolsa de frituras.
-y si tú mueres, que aria yo solo aquí-
Esa frase que Mateo dijo me dejo callada, el me tenía a mí como yo a él, si yo muriese, aria que Mateo enloqueciera. El ya no quería perder a nadie más y ahora que solo me tenía a mí, no podía ser egoísta pidiéndole algo así.
-Está bien, tranquilo, no moriré, tu, Lucas y yo sobreviviremos- le dije mientras la tomaba la mano.
Mateo accedió y dio media vuelta dirigiéndose hacia el norte, ya estaba comenzando a oscurecer, le dije al niño que se pasara al asiento de adelante conmigo y nos quedamos dormidos.

La líder Y Los ZombisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora