Nuestra historia comienza en algún bello lugar del área metropolitana, un puñado de tierras comunes, sin nada extraordinario, personas envueltas en lo cotidiano vagando por las calles, cada uno en sus empresas, sin destacar, sin llamar la atención, risas por doquier, gritos de furia y uno que otro llanto desesperante, todo era normal, y nadie, en lo absoluto, esperaba que algo cambiara su vida, aunque. ¿Alguna vez has tenido la sensación de que el destino quiere decirte algo?...
Él, es Erwin, un joven que siempre camina por la misma calle, a la misma hora, llega a la parada de autobús y sube al transporte urbano, como es cotidiano. Siempre lleva en su maletín: una laptop, alguna novela, una libreta de apuntes, un par de libros de universidad y una cajita con plumas. Es una persona alta y de piel clara, con un par ojeras que remarcan su afición a la lectura, estudiosa y dedicada a su pasión la "Física". Esta dedicación le había arrebatado un poco de la capacidad para socializar, no tenía el gusto de conversar si no era sobre libros o estudios. Provenía de una familia conservadora, con un padre que entrego su vida a las letras, el cual pasaba los días decepcionado de su hijo por no seguir el legado, y una madre muy compresiva que siempre apoyaba al muchacho a seguir sus sueños.
Como todos los días, se sentaba en la parte trasera del autobús cerca de la puerta, para salir con rapidez y evitar el ajetreo o manoseo extraño de cualquiera que quisiese algo de diversión "picante", después de acomodarse en su lugar saca su libro y se sumerge en las líneas de aquella obra que refleja una mente envidiable. Era un día común y nadie esperaba nada, sobre todo él, las páginas de su libro pasaban como viento, transportándolo en un mar de historias que envolvían su universo y calmaban los tormentos de una ciudad ruidosa.
El autobús avanzaba con rudeza entre las calles, peleando entre los carriles y, de tanto en tanto, cuando el calor llegaba a los limites, se escuchaban retumbar los gritos desesperados que el operador, con algo de maestría en su lenguaje, sabia recitar, un "chin#$ tu...!!!" o "házteme a la...!!!", golpeaban los oídos de todos los pasajeros, que no tardaban en mostrar una sonrisa burlona y para los más decentes un mal gesto bastaba para expresar su desaprobación. De pronto, una voz desconocida, distorsiono todo el ambiente bélico que se respiraba, Erwin, desconcertado por tal invasión a su mundo, volteo buscando la fuente de tan fina voz, al levantar su mirada, este quedo pasmado, viendo a una hermosa doncella de cabellos oscuros, de tez blanca y delicada, con unos ojos serenos y profundos, en los cuales se había perdido.
Ella, el alma misteriosa, con una sonrisa, repitió lo que aquel perdido compañero de viaje no escucho.
—Disculpa, me das permiso de pasar—dijo elevando la voz.
—Ah!, si perdón, yo...— respondió apresuradamente sin terminar la frase.
Erwin, aun sin poder recuperarse de tan divina impresión, se puso de pie para dejar pasar a la señorita a que tomara asiento. Al regresar a su posición estratégica, todo a su alrededor se había transformado, toda la imagen bélica se había dispersado, el viento que movía con velocidad las páginas de su libro se detuvo, su universo, que envolvían los relatos por los que viajaba lentamente, se había colisionado contra su cuidad y la tormenta había cesado. Una extraña sensación de rigidez invadió su cuerpo, como si tratara de no dañar a la chica con su torpeza, su movimiento asemejaba a de una mantis macho que busca aparearse y se traslada a una lentitud que el caracol es incluso más rápido. El cabellos oscuro y lacio de la chica sentada a su lado, rosaba su hombro despidiendo un aroma a flores, esta esencia hipnotizaste puso en una especie de trance a Erwin, que escuchaba a lo lejos cantos de sirena.
— ¿Estas bien?— dijo la chica, haciendo que el joven que flotaba cayera de golpe a la realidad.
—Sí, perdón... eemm, ¿Qué decías?— al voltear su rostro en dirección a su compañera de asiento, pudo notar que ella también lo miraba, con una sonrisa en sus labios y un libro entre abierto en sus manos.
—Que no pude evitar ver que el libro que tienes en tus manos es el de "María", sabes, hace tiempo que llevo buscándolo y no lo he podido encontrar. —
— ¿Enserio?, que casualidad es mi libro favorito— encontrando un poco de confianza, rebuscada de entre sus temas de conversación, que no eran muchos y mucho menos para hablar con un ser del sexo opuesto.
Ella, con esa sonrisa, que parecía nunca borrarse, hizo un gesto de desaprobación lleno de dulzura.
—No creo en las coincidencias, solo en lo inevitable— con aire de confianza en lo dijo, miro a los ojos del que, nervioso, no dejaba de mirarla.
Un viaje eterno se presentó ante estas dos almas que se habían encontrado a causa del destino. Erwin no entendía esto que sentía, era una nostalgia combinada con emoción que lo llenaba por dentro, el tiempo se detuvo, sentía un Big Bang cada vez que ella comenzaba a hablar, se dio cuenta de que estaba enamorado. El transcurso del camino los dos conversaron sin parar, los nombres de títulos y autores volaron sin césar, frases de "Demian", "La divina comedia", "María", entre otros, viajaban de los labios de un apasionado a la lectura a otro.
En un instante a otro, Erwin había llegado a su destino, se despidió con un feliz "hasta luego" y bajo del autobús para llegar a su universidad. Durante el día, la chica del cabello obscuro no salía de su mente y cada vez que veía el libro que ella buscaba, reflexiona al respecto, por fin se dijo a sí mismo.
—Mañana que la encuentre de nuevo en el autobús, le daré el libro— entusiasmado por este pensamiento, termino su día de clases.
En la salida apresuro el paso lo más rápido que pudo y al llegar a casa comenzó a redactar una carta, en la que escribió su teléfono, celular, Facebook y un mar de palabras que rectificarían el inevitable encuentro...
Él, es Erwin, un joven que siempre anda por la misma calle, a la misma hora, llega a la parada de autobús y sube al transporte urbano, como es cotidiano. Siempre lleva en su maletín: una laptop, alguna novela, una libreta con sus investigaciones, un par de listados estadísticos, una cajita con plumas y una carta que desde hace dos años no ha podido entregar.