Capitulo 1.1

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Cuando Renato abrió la invitación un domingo por la noche, enseguida supo que estaba jodido.
Todos habían estado esperando que esto pasara durante años. Y Renato, aun sabiendo que esto pasaría tarde o temprano, cuando supo la noticia sintió como se le revolvía en el estómago la lasaña que se había comido más temprano. Sensación que le indicaba ir al baño en caso de que las náuseas le hicieran devolver la comida.

Estaba de pie en el living de su casa, mirando el sobre celeste con las letras "V&C" entrelazadas dentro de un corazón de un lindo color dorado. Renato observaba el sobre una y otra vez, esperando que su nombre mágicamente desapareciera o por último que se prendiera en llamas.
Todos habían estado esperando esta noticia durante años, y sin embargo, a Renato lo encontró con la guardia baja por completo.

Valentino se había comprometido con su novia de la escuela, no mucho después de haberse graduado, y la boda siempre estuvo ahí presente en el horizonte. Camila ha sido prácticamente su familia por años. Renato la conocía desde que tenía diez años, unas semanas después desde que ella y su hermano mayor empezaron a salir. De hecho, Renato no puede imaginar una vida sin Camila. Es más, si Valen alguna vez decidiera romper con ella, está seguro que su familia le daría una buena patada en el culo, lo desterrarían y adoptarían a Cami como una Quattordio más de la familia. Incluso cuando Renato asistía a las típicas reuniones familiares, siempre terminaba hablando más con ella que con su propio hermano, a veces más que con sus propios padres. Camila siempre sería su cuñada, sin importar si se casaba o no con Valentino.

Ella fue la que le dio la charla incómoda cuando llegó a la pubertad – nada comparado con esas palabras vergonzosas y sin sentido que le hubieran dado sus padres. Cami, en cambio, se sentó con él y le habló de juguetes sexuales, porno, condones, el hecho de que tener sus rollos de una noche no lo convertiría en un mal pibe, que tenía todo el derecho a disfrutar su sexualidad, y para sumarle más puntos, era con la segunda persona con la que había salido del armario. Y bueno... ahora era oficial, Cami y Valen se iban a casar, por fin se hizo realidad.

Si Renato lo pensaba con detenimiento, en realidad ya era hora que le pusieran fecha al matrimonio, teniendo en cuenta que llevaban años de comprometidos. Entre el trabajo de Valen como traumatólogo y la carrera de Cami como escritora, habían estado un poco – bastante- ocupados como para planear algo. Pero no importaba, ambos sabían que mientras Cami tuviera el anillo de compromiso en su dedo algún día ocurriría, por lo que nunca se apresuraron en buscar pasteles de bodas o lujosas invitaciones para el casamiento.

Pero el día había llegado.

Y claro que había llegado, escrito en doradas letras cursivas, invitándolo a la única celebración a la que Renato no podía fallar sin importar cuantas excusas inventara. Ya había probado con varias, como por ejemplo: que tiene un montón de trabajo que no puede postergar, o con un "mamá, juro que estoy demasiado enfermo, no puedo ni levantarme", o incluso cuando inventó que estaba en la pobreza absoluta y no podía permitirse comprar un boleto de avión.

28 de Agosto.
A las 6 en punto.
Park Hyatt Hotel.
Mendoza.

En seis semanas.

Renato corrió a su habitación, tropezándose con su perrita Lulú y pisando el control remoto mientras daba zancadas para alcanzar su cama. Se lanzó sobre los cobertores y desconectó bruscamente el celular del cargador. Comenzó a buscar en sus llamadas recientes murmurando varias veces "mierda, mierda, mierda". Inspiró hondo al apretar el botón de llamado y contuvo la respiración hasta que escuchó que le contestaban al otro lado de la línea.

Sin esperar más, lanzó la bomba antes de que Fausto si quiera pudiera decirle hola.

"¡¡¡Voy a ver de nuevo a Gabriel!!!", gritó Renato con voz de pánico, sosteniendo el celular cerca de su boca y empezando a respirar fuerte, pasándose la mano libre por el pelo de manera compulsiva.

La Noche Casi Perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora