Capítulo 1.2

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La noche casi perfecta – llamada de esa manera por el mismo Renato cuando sólo tenía 17 años – fue el nombre codificado que Tato usaba para referirse a la noche en la que casi consiguió todo lo que deseaba de Gabriel, justo antes de que todas sus ilusiones adolescentes se rompieran frente a sus narices.

Ese fin de semana, Gabriel y Valentino dejaron la universidad y fueron de visita a casa, y resultó que Valen tenía planeada una fiesta sorpresa por el cumpleaños de Gabi.

Esa era la razón real por la que habían vuelto, pero Gabriel tenía una versión de los hechos un poco diferente. Gabi creía que los padres de Tato necesitaban ayuda para mover algunos muebles a la que era la antigua habitación de Valen, ya que al fin habían decidido convertirla en un estudio, así que se quedarían solamente para ayudar a mover algunas cosas de aquí para allá. Gabriel – siendo el ejemplar buen amigo, como siempre el muy maldito, solo lograba encantar más a Tato – no tuvo ningún problema en acompañar a Valen para ofrecer algo de ayuda.

Ambos chicos estaban a punto de graduarse de la universidad y Valentino ya había anunciado a la familia que compartiría un departamento con Camila.

Gabriel iba a seguir con un doctorado en Fisioterapia como su próximo paso y Valen iba a especializarse en cirugía artroscópica ya que amaba la medicina deportiva.

El par de amigos tenían sus vidas más que planificadas y organizadas hasta ese punto, mientras que Renato recién estaba comenzando. Él se graduó ese mismo año de la escuela y había sido aceptado en la Universidad de Buenos Aires con una beca completa para estudiar ingeniería. Fausto también fue aceptado en la misma universidad – incluso cuando no tenía fe en sí mismo y ya estaba barajando otras opciones en caso de no quedar – y había decidido estudiar arquitectura. La mejor parte es que iban a ser compañeros de cuarto.

Al principio Tato había pensado estudiar en Mendoza, mantenerse cerca de casa, pero después de aplicar, obtener la beca completa y saber que estaría con Fausto a su lado, eligió Buenos Aires sobre el resto de las opciones.

Durante semanas, el castaño se ponía triste cada vez que pensaba que estaría lejos de su casa, lejos de sus padres, lejos de Valen y Bruna.

Y lejos de Gabriel.

Seamos realistas, no es que tuviera algo especial con Gabriel, aun cuando su enamoramiento estuviera más vivo que nunca y siguiera retumbando en su cabeza cada puto día. Tato sentía un poco más de confianza a sus 17 años, considerando que no tenía necesidad de avergonzarse tanto frente Gabriel, si al final del día el chico rizado nunca le daría bola. Renato no podía frenar los sentimientos que sentía por él, pero al menos podía intentar mantenerse a su lado como un amigo. El hecho de que Gabi estudiara tan cerca, le daba la oportunidad a Renato de verlo seguido, hablar con él y en algunas ocasiones compartir en alguna joda.

Su chance de estar cerca de Gabi y actuar de manera casual fue aumentando al tiempo que ambos fueron madurando.

Por ejemplo en ese momento, se encontraba sentado con Gabi y Valen, mirando películas en el living de la casa de los Quattordio – comiendo pochoclos y cargando a Valen por su obsesión con Scarlett Johansson – mientras que, de manera disimulada, ejecutaban el plan para la fiesta sorpresa de Gabriel. Los chicos habían terminado hace un par de horas de mover los muebles al nuevo estudio y ahora se estaban tomando su merecido descanso.

Renato conocía el plan de memoria. Valen se iba a retirar a las 7 de la tarde, diciendo que Cami lo necesitaba en su casa por un asunto personal, y Gabriel se iba a quedar allí con Tato viendo películas. Mientras tanto Valen se iba a encargar de terminar los preparativos y asegurarse que todos estuvieran presentes en el bar que habían reservado para la fiesta. Luego volvería a casa para invitar a salir por ahí al rizado, y finalmente se lo llevaría hasta el boliche y se reventarían hasta el amanecer.

La Noche Casi Perfecta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora