Amor

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Veamos... vamos a ordenar esto un poco porque hasta yo tengo todo distorsionado en mi cabeza enferma.

Cuando iba en 7° básico comenzó este juego del amor, donde la envidia por primera vez me dominaba... Mi prima Gabriela menor que yo por 2 años, un día un tipo de su curso comenzó a mandarle muchas cartas que ponía en la mochila, con corazones, unos te quiero por ahí, un beso por acá, un te quiero coge-espera que eso no: v y la cosa es que me dio envidia que alguien amara así a otra persona. Para ese tiempo yo ya era consciente de la vida y de las maravillas de la sexualidad y el amor, como es la homosexualidad -mi mejor amiga me mostró el yaoi y me volví fudanshi pero no era gay- [se me aguantan un poco, estoy hablando del pasado, así que para hacerlo más interesante y para que esta wea sea más larga vamos a hacerlo en tiempo real primera persona el de ahora yo, osea el de antes, pero no este, sino el otro.... ¿se entiende? Si? Entonces sigamos]

Llegue al colegio como cualquier día, con mi bufanda, hacía frío pero no tanto para andar abrigado con parca. La entrada amplia del colegio me dejó ver todo, desde la cocina hasta mi salón, donde con pasos lentos entré despidiéndome de mi prima que iba al salón del lado. No recuerdo mucho de esa hora, estaba perdido en mis sueños y pensamientos, buscando una forma de salir de esta realidad que me abrumaba cada día. Las risas, los gritos, los murmullos... estaba alterado, me iba a dar un ataque de furia por el ruido. Me levanté y fui al baño para lavarme la cara. Llegué a las llaves de agua y por primera vez me percaté de su presencia luego de maldecir a medio mundo. Era un chico un poco más alto que yo, con un cabello negro y ojos café, nada fuera de lo común. Lo miré y analicé, era lindo, como un gatito pensé, aparté la mirada al percatarme de mis pensamientos raros, el yaoi, me repetí. Corté el agua, volví a mirar y ya no estaba. Volví a mi salón con calma y me senté... la campana del recreo que me sacó de ese infierno llamado salón de clases y salí a la libertad, vamos a jugar.

Los gritos de los niños pequeños y las pisadas de los más grandes jugando a pillar a los otros, entre ellos estaba yo, corriendo para que no me atraparan, corriendo por la libertad en ese mundo imaginario, donde solo nuestros compañeros nos pueden sacar de la cárcel imaginaria. Me pillaron, fui a la capacha, me sacaron, volví a correr... así era siempre, cada recreo, cada día. Una mirada me perseguía por los corredores mientras escapaba, un contrario, pensé, vamos a correr. Corrí con todas mis fuerzas, sudando, con el corazón acelerado y el pelo que bailaba con el aire hasta que una mano me detuvo por la espalda, sabía lo que significaba, no podía escapar, me habían pillado en eso giro la mirada y un niño más alto que yo me tiene sostenido por la espalda, con sus ojos fijos en la cárcel y el cabello revuelto por el viento, emanando un olor agradable a desodorante... REACCIONA POR EL AMOR DE DIOS me grité internamente mientras caía rendido. En eso miro a los caídos, ya éramos todos, ahora nosotros pillamos, es mi turno de ser la ley en este pueblo y corrí quería venganza hacia ese joven. No sabía que pasaba por su mente, pero el también me pillaba a mí y yo a él siempre ya era tradición, él era mío y yo era suyo EN EL JUEGO OBVIAMENTE PINCHES PERVERTIDAS.

Las cosas evolucionaron para nosotros y empezamos a hablar como amigos pero algo me incomodaba pero no se manera mala, al contrario, era su olor... olía rico, era como estar envuelto por un oso suave con una taza de café en la mano en un día de invierno mientras estás junto a la chimenea... o algo así. Debo confesar que varias veces lo abracé para olerlo. 

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