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Con cierta duda, miro nuevamente el color que impregno en el lienzo una vez que finalizo todos los trazos y mezclas dando un resultado favorable para sí misma, o al menos eso quería hacerse creer mientras asentía de vez en cuando a este mismo y hacia muecas al mismo tiempo, hablando sola o susurrando cosas que los adultos no entendían, pero lo dejaban pasar porque sabían que se trataba del arte y sus conceptos que solo la menor entendía.
Tomo el lienzo dejándolo debajo del marco de la ventana de su habitación, doblando y acomodando el cabestrillo en un rincón del cuarto, al finalizar se dejó caer en su cómoda cama rebotando en ella mientras observa el techo con cierto desinterés, giro su cabeza y la levanto para ver la pequeña maquina muggle que adorna en su mesa de noche donde marcan unos números, si no mal recordaba Hermione le dijo que eso se llama reloj digital el cual marca la hora exacta del día, también le había dicho como se apaga cuando pusiera una alarma para despertarse y como leer los números, eso la llevo a pensar que podría tomar Estudios Muggles en el tercer año que esta por empezar en un par de meses.
Al mirar la hora recordó vagamente que a un par de metros, diez o quince tal vez, hay un vecino que se ha hecho cargo de ella cuando sus tíos no están y no mandan a un adulto a su cuidado, mirando la hora, se levantó dirigiéndose a su armario donde saco un pantalón holgado gris, una camisa del mismo color y una sudadera negra, se desvistió para ponerse lo que ha sacado y busco en toda su habitación los tenis más cómodos que tiene, al encontrarlos se los puso no sin antes amarrar las agujetas y salió de su cuarto dirigiéndose a la puerta principal, antes de salir por esta se regresó tomando un papel y dejando un mensaje para que no se preocupara.
Saliendo de la casa cerró la puerta con llave, guardando estas mismas en el bolsillo de sus pantalones, y se dirigió a la casa de su vecino mayor, que seguramente ya ha de estar en su pórtico tocando, así que sin más esperar acelero sus pasos hasta poder visualizar el color bastante conocido para ella, sonriendo acelero un poco más sus pasos hasta el punto de correr, antes de llegar al pórtico pudo escuchar como las cuerdas están siendo tocadas, sonando una melodía que esta vez no logro reconocer, ralentizando sus pasos, subió las escaleras y tomo asiento en el suelo cerca de estas, observando al mayor, quien sigue tocando.
El tiempo sigue pasando de la misma manera que el viento mece sus hebras castañas al igual que las de Freyja a pesar de estar amarradas a una coleta, puede sentir como son sacudidas hacia el otro lado,
— ¿Cuánto tiempo llevas ahí? —Preguntó, sin dejar de tocar las cuerdas.
—No mucho, señor. —Respondió, con sinceridad.
—Ya veo. —Dijo, cambiando el sonido de las cuerdas—. ¿Te volviste a quedar sola?
—Sí, señor. —Asintió, ante la pregunta—. Así que vine a verlo, no sin antes dejar una nota en anotando en donde estaría.
