XVI: ¿Has visto a Flash?

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Emeraude llevaba varios años sin tener un color de cabello tradicional

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Emeraude llevaba varios años sin tener un color de cabello tradicional. Desde que aprendió a usar el agua oxigenada no pasó más de tres meses sin decolorarse para luego aplicar un tinte esmeralda, y lo sentía más suyo que el rojo cobrizo con el que había nacido. Por eso se le hizo tan extraño estar frente al espejo y verse con el cabello oscuro, aun más que estar usando la preciosa armadura de Diana Prince, la mítica Mujer Maravilla.

—Oh, hija de Zeus... te ves preciosa. Te mataría con mucho amor si pudiera. —Laetitia en su traje de Psylocke también se veía imponente. Se notaba que Betsy Braddock era una de sus superheroínas favoritas, pues con su actitud logró capturar la esencia dual y conflictiva de la mutante. Emeraude inclinó la cabeza a manera de saludo.

—Qué buen par de ojos te puso Captain Britain, perra —la chica de cabello violeta pestañeó un par de veces—, lanza una bengala si ves a Flash por ahí. —asintiendo, la joven caminó hacia la barra y comenzó a servir unos cuantos tragos para un grupo de invitados que no conocía.

—No hagas eso sin mí, psicópata. —un traje de látex negro y unas botas de tacón alto obligaron a Emeraude y Laetitia a girar la cabeza. Al revisar de abajo hacia arriba a quien les hablaba, se encontraron con una cara perfectamente maquillada, pestañas postizas tan largas y delicadas como alas de mariposa y un corte estilo mohicano decolorado hasta el cansancio y matizado para verse completamente blanco.

Sylvain O'Brien había dejado de lado sus jeans rotos y las camisas sin mangas para transformarse en Ororo Munroe, la inconfundible Tormenta.

—Santa Noxeema Jackson[4]. ¡Te ves perfecta! —exclamó Laetitia.

—Lo sé, Halle Berry me odiaría si alguien le dijera que me veo mejor que ella en este traje y haciendo drag —replicó Sylvain ante la mirada atónita de sus amigas—. Todos estos años de yoga me prepararon para soportar estos tacones. Estoy levitando y ya no siento los pies. ¿Esto va a ser así toda la noche? —Emeraude asintió mientras levantaba las cejas. Sylvain suspiró.

—Ya te acostumbrarás, Syl. Lo llevas en la sangre.

Harriet, vestida de Mystique, se acercó a la barra y tocó el cabello de Sylvain.

—Qué precioso se ve mi niño vestido de mujer... —el muchacho arrugó la nariz, un poco apenado.

—Mamá, hay mucha gente aquí. No me despeines, esto tomó mucho tiempo. —la pelirroja, ante la actitud de diva de su hijo, pellizcó una de sus mejillas, lo que le pareció menos invasivo para su apariencia.

—Mi bebé, mi niño bonito, ¡eres fabuloso! —el muchacho enrojeció.

—¡Mamá! Ya soy adulto. —la irlandesa asintió con una sonrisa.

Las Plumas del Pavo Real (Tomo Plumoso 1) - #LaHistoriaPlumosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora